Iquitos, 29 diciembre 2017
Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
El final de año es un tiempo
propicio para hacer balances y resúmenes. Lo nuestro no va en esta línea, pero
sí trazaremos una flecha de lo que nos parece más interesante del movimiento
indígena actual. Para poder comprender el presente nos remontamos unos años
atrás. Sin duda, las dos leyes indígenas internacionales tienen un rol
preponderante: El Convenio 169 OIT (1989) y la Declaración de Naciones Unidas
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (2007).
Archivo
Fotográfico: IIDS
El 29 de junio de 2014, en la
denominada “Declaración de Pucallpa”[2]
se declara “el territorio integral ancestral de los pueblos indígenas,
originarios y autónomos pano, arawak y otros”, asumiendo “la defensa del
derecho a la vida plena de los pueblos indígenas, orientado a asegurar la
intangibilidad y el respeto de los territorios ancestrales de los pueblos
originarios”.
El 29 de noviembre de 2015 en la
comunidad nativa de Soledad se decreta la Ordenanza N° 001-2015-GTANW_CCNN
Soledad, rio Kanus, donde se establece el Gobierno Territorial Autónomo de la
Nación Wampis[3].
Estas tendencias nos parecen las
más dinámicas del movimiento indígena actual en la Amazonía peruana. Eran
inimaginables hace 30 años y ahora son realidades. Consideramos que abrirán
nuevas puertas a otras organizaciones y federaciones indígenas. Se puede
percibir claramente la utilización de las herramientas políticas y jurídicas
necesarias para conseguir derechos ancestrales. Lejos de la violencia, estas
organizaciones han utilizado la reglamentación en vigor para conseguir sus
derechos. Estas tendencias, a nuestro parecer, modificarán el panorama político
en Perú en los próximos años. Estaremos atentos a cómo se irán desarrollando.
El territorio y la autonomía son
dos de los derechos reclamados por estos pueblos indígenas. Consideramos que
tienen una gran relevancia en el momento actual los planteamientos que han
llevado a estos pueblos indígenas a reclamar sus derechos. Sin embargo, nos
parece que una parte importante de los pueblos indígenas habitan las ciudades.
Acá entramos en un terreno difícil. La ciudad modifica las costumbres de sus
habitantes. El manejo del tiempo y del espacio se transforman. Si a esto
sumamos que hay generaciones enteras que habitan en la ciudad, es fácil de
comprender que las demandas que sostienen serán diferentes.
Puede que el derecho al
territorio, en estos indígenas urbanos, no sea central. Lo cual no impide que
tengan otras demandas. El acceso a la salud, el transporte, el trabajo… serán
nuevas realidades. Llegan a la ciudad buscando mejores condiciones de vida, que
no siempre consiguen. Suelen realizar los trabajos más peligrosos, con peores
horarios, las condiciones laborales más desventajosas y remuneraciones más
pequeñas: cargueros en los puertos, vigilantes, motocarristas, cuidadoras de
ancianos y niños, limpieza… Habitan en los espacios urbanos con menos servicios
(agua, desagüe, recojo de basura…), los centros educativos, donde se matriculan
sus hijos, tienen la peor infraestructura y la atención en salud refleja
barreras culturales clave, como el manejo del cuerpo, donde una operación que
corta el cuerpo o una transfusión de sangre se convierten en asuntos delicados
que no siempre son comprendidos por los trabajadores de salud.
Ahora hablan el “castellano
loretano” (en la ciudad de Iquitos, nos referimos), aunque las construcciones
de la frase suelen reflejar construcciones en idiomas indígenas, las
cosmologías son indígenas y los sueños continúan cumpliendo un rol
preponderante. Tienen que vérselas con la discriminación y suelen hacer colas
interminables para acceder a los servicios públicos. Son estos indígenas
urbanos, si toman conciencia de su etnicidad, los que plantearán nuevos
desafíos al Estado con derechos que hoy por hoy existen, pero no son reivindicados.
Dentro de poco llegará el papa
Francisco al Perú y tendrá un encuentro con pueblos indígenas en Puerto
Maldonado. Estaremos atentos a sus gestos y sus discursos. Nos encantaría que
también hiciera referencia a los derechos de estos indígenas urbanos, que
todavía permanecen "inimaginables" para muchas personas, pero que pueden llegar a
convertirse en realidades.