Iquitos, 25 abril 2017
Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
El lunes 24 de abril de 2017 se presentó en Iquitos el
libro “Ñukanchi Ñawpa Timputa Yarisha Tandarishun. Surcando nuestra memoria”,
de la Dra. María Antonieta Guzmán Gallegos, antropóloga de la universidad de
Oslo. A continuación unas breves notas que habíamos preparado para dicha
presentación. La presente redacción para este blog es posterior al evento
reseñado.
“Los objetivos de "Ñukanchi
Ñawpa Timputa Yarisha Tandarishun" son, en primer lugar, reforzar
la memoria colectiva de las comunidades kichwas del alto Tigre y fortalecer el
desarrollo de las capacidades comunicativas en lengua kichwa especialmente de
la población joven. El segundo objetivo es generar mayor conocimiento de las
dinámicas sociales y de las profundas transformaciones socio-naturales que la
extracción petrolera ha causado en esta zona. Creemos que sólo una buena
comprensión, que tome en cuenta la historia y las diferentes perspectivas de
los pobladores de las comunidades puede generar respuestas adecuadas”: GUZMÁN
GALLEGOS, María Antonieta (2017), Ñukanchi Ñawpa Timputa Yarisha Tandarishun.
Surcando nuestra memoria.
© Manolo Berjón, abril 2017
Es un honor poder participar en la presentación de este
libro de la profesora María Antonieta. Un trabajo realizado con las comunidades
kichwa del alto Tigre. Una escucha paciente, un marco temporal amplio, una
visión que integra la semimovilidad y pinceladas de interpretación muy
adecuadas para situar el trastorno ocasionado por la irresponsable actividad
petrolera. Un libro que recoge las voces subalternas para cuestionar el relato
oficial que deja fuera las narraciones de los indígenas. Un libro dirigido
principalmente a los comuneros jóvenes y adultos de las comunidades afectadas,
con una gran proyección a nivel nacional, dado que afecta a pueblos indígenas
con una actividad, la petrolera, que lejos de haber conseguido mayores cotas de
bienestar las ha empobrecido y empeorado a niveles desastrosos. Hacemos
nuestras las palabras del antropólogo Alberto Chirif en la presentación del
libro al señalar que Loreto es la región del país con peores niveles de
educación y salud. Terrible.
Pero, ¿qué podemos aportar nosotros a este evento? Sólo
hemos visitado en una oportunidad Intuto, capital del distrito del Tigre, hace
más de 20 años y nunca más nos hemos adentrado en dicho río. Nuestro espacio de
movimiento ha sido el río Marañón por espacio de 20 años. ¿Qué aportar,
entonces? Intentaremos unas pinceladas desde el pueblo kukama del bajo Marañón
con quien hemos compartido la vida. No quisiéramos que nuestras notas
desenfoquen el excelente trabajo de María Antonieta y las comunidades kichwa
afectadas por la actividad petrolera.
La historia de San José de Saramuro y de Saramurillo es
una historia de despojo [http://lacandeladelojo.blogspot.pe/2016/09/cuando-la-historia-resitua-la-hipotesis.html],
una intervención estatal mirando únicamente el interés económico y obviando el
tremendo impacto sobre pueblos indígenas y medio ambiente. Menos conocido es
que en 2011 se desató el pánico en ambas comunidades, afectando más
potentemente a Saramurillo. Según los pobladores kukama, el tigre negro, un
espíritu que habita en el fondo del río, salió y recorrió ambas comunidades,
atravesando la base petrolera. En San José de Saramuro afectó a varios
pobladores, en Saramurillo muchas familias se reunían en las noches para dormir
en la misma casa y protegerse. Un predador como el tigre negro sale a visitar
las comunidades atormentando a algunos comuneros kukama. La ansiedad, la
agresión… fruto de la actividad petrolera. En junio 2010 hubo otro derrame de
petróleo en San José de Saramuro. Ese año se produjo una de las vaciantes más
intensas en el bajo Marañón. En octubre 2010 visitamos la comunidad de Alianza,
distrito de Nauta, cercana a San Pablo de Tipishca, y nos topamos con una
viejita que subía de bañarse del puerto. Ella nos decía que la madre del río se
estaba retirando debido a la contaminación y, por eso, se produjo la intensidad
de la merma. Ambos acontecimientos, el tigre negro y la merma, no se pueden
comprender sin la cosmología indígena. En este sentido, la actividad petrolera
también ha causado un daño considerable a la cosmología de los pueblos
indígenas. En la presentación del libro, Fernando Chuje, presidente de FECONAT,
indicaba las muertes de muchos pobladores, incluidos algunos de sus familiares.
La población indígena las interpretaba como fruto de la brujería, cuando en
realidad era producto de la actividad petrolera, según señalaba el propio
Fernando.
Otro aspecto que nos gustaría anotar es la importancia
del olor. Para el pueblo kukama un niño recién nacido huele a pescado y son sus
padres los que van dándole un olor propio, humano. Lo hacen a través de la
leche materna, el cuidado, el contacto físico, las plantas, icaros… Cuando una
persona ha estado comiendo o pishtando pescado (extraer las vísceras del
pescado) se lava concienzudamente para eliminar todo su olor. El yacuruna, ser
mitológico que habita en el fondo de los ríos y cochas, es una de las figuras
más importantes de la alteridad y tiene un olor característico a pescado.
Evitar el olor a pescado es la oportunidad de marcar la posición de humano, de
distinguirse de los yacuruna. Pues bien, ¿qué supone para un indígena kukama que
el pescado huela a petróleo? Sin duda, se afecta mucho más que la alimentación,
siendo este un asunto de extrema gravedad. Es afectado el mismo concepto de
persona.
Es momento de realizar una pregunta oportuna: ¿qué es un río? Definirlo como “una corriente de agua…”, como hacemos los occidentales, no da cuenta de lo que es un río para los pueblos indígenas. Ya hemos señalado la importancia del yacuruna y otros seres mitológicos que habitan sus aguas. No es suficiente con las plantas potabilizadoras en las comunidades, como pretende el Estado. “Somos nutrias” sentenció Fernando Chuje. No nos contenta una ducha, necesitamos el río para nadar y disfrutar de la vida. Y cuando nos bañamos tomamos agua del río, agua que exigimos limpia, sin contaminación. Es preciso recordar que las aguas de los ríos amazónicos son catalogadas de “uso industrial”. Todo lo que vamos diciendo necesitaría un desarrollo más elaborado, pero esto nos desvía de la presentación de este hermoso libro de María Antonieta. Pues bien, el río se convierte en un espacio donde fluyen diversos tipos de naves: las chatas petroleras, los rápidos y deslizadores… Todos ellos levantan grandes olas que afectan a las comunidades en época de creciente y a los barrancos en época de vaciante, reconfigurando el trazado del río. Cuántas canoas y botes pequeños han naufragado durante estos más de 45 años. Cuántas pertenencias y cuántas personas se han ahogado durante todo este periodo. No existen estadísticas, tal vez porque los estadísticos están más preocupados por el crecimiento del producto interior bruto, ese que oculta el sufrimiento de los indígenas y la afectación del medio ambiente, entre otros.
© Manolo Berjón, abril 2017
Un penúltimo punto que nos gustaría señalar sería la
importancia del lenguaje. Los comunicados de Petroperú, seguramente de todas
las petroleras, son perfectamente neutros, asépticos. Hablan de “contingencias”,
en lugar de “derrames”. Es pertinente señalar con María Antonieta que los
impactos de la actividad petrolera van mucho más allá de espacios y tiempos
excesivamente delimitados. Los metales pesados y la contaminación fluye por los
ríos y quebradas, viaja con los peces, aves… y con las personas que se
desplazan continuamente. De igual manera sucede con el tiempo. Cuando cese la
actividad petrolera, que debe cesar ya, continuarán las perniciosas
consecuencias de la misma, por décadas. Es hora de plantear el cambio de matriz
energética. El grito, el clamor… antecede al lenguaje. Este libro recoge el
grito de los comuneros del alto Tigre. Ese sufrimiento que hurtan en el ‘correcto’
lenguaje de las petroleras.
La ‘contaminación’ es una palabra que se ha ido
introduciendo en las cuencas petroleras. Es una palabra difícil. Tal vez no
todos los comuneros puedan explicar lo que significa, pero sí tienen claro que
es dañina. Es un término que les sirve para conversar con el Estado. Hace falta
todavía realizar más trabajo. Pero, sin duda, el libro de María Antonieta es
una excelente oportunidad para ahondar en el tema.
Y para ir concluyendo esta nota, se ha producido un
cambio lingüístico de envergadura que hay que anotar en el debe de la actividad
petrolera. Es importante esta conclusión, toda vez que se tiene poco en cuenta.
El lenguaje configura el mundo.
Felicitamos a la doctora María Antonieta por su trabajo y
deseamos que disfruten también de los dibujos realizados por los niños de las
comunidades kichwa después de haber escuchado los relatos de los mayores. Un
libro que contribuye a subvertir el relato oficial y pone sobre la mesa las
voces kichwa del alto Tigre.
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