Manolo Berjón
Iquitos, 16 de Octubre de 2021
Una de las grandes ocupaciones del SÍNODO PANAMAZÓNICO es DESCOLONIZAR. Una
tarea imprescindible, ineludible y delicada que no se puede postergar. Todo
indica que el Sínodo ha ponderado los tiempos. La iglesia no debe apurarse,
debe vivir en el tiempo de Dios. No pasa nada porque no lo veamos. Llevamos
predicando dos milenios el Reino de Dios. El Sínodo se plantea la posibilidad
que personas casadas, especialmente indígenas, puedan ser sacerdotes. Esto es
una apuesta de largo aliento. Si se aprobara esta propuesta, en una década
tendríamos muchos más sacerdotes indígenas y se modificaría la composición de
los presbiterios en los Vicariatos. Por tanto, la predicación cambiaría, la
forma de mirar la iglesia y el mundo cambiaría, el acompañamiento a pueblos indígenas
cambiaría, los cantos cambiarían... y el corazón de la iglesia latiría con
ritmos indígenas.
Pero no todo es lineal y tan sencillo. No se trata únicamente de cambiar de
“rostro”, que por supuesto hay que cambiar. Lo que se precisa cambiar es el corazón.
De otro modo. ¿Cómo será la formación de estos candidatos? Si se van a preparar
con esquemas occidentales, tal como se exige ahora desde Roma en los
seminarios, no hemos avanzado mucho. Es preciso descolonizar la teología y el
lenguaje. Un ejemplo: un dirigente eclesial importante, a quien admiro y
respeto, y con seguridad ha hecho más por pueblos indígenas que yo, ha
realizado un gran esfuerzo por publicar un librito sobre la Biblia y traducirlo
a tres idiomas indígenas. ¿Es esto lo que hay que hacer? Pues depende a quién
se pregunte. Este dirigente eclesial cree que sí. En mi opinión no es
suficiente porque se parte de lo que es la Biblia para los occidentales y se
traduce a tres idiomas indígenas. Creo que hubiera sido mucho más productivo
preguntarse qué están haciendo ya los indígenas con la Biblia. En la postura de
este eclesiástico ya sabemos lo que es la Biblia y los indígenas tienen que
aprender lo que ya es. Lo que yo defiendo es preguntarnos qué utilización hacen
los indígenas de ella y por qué es importante para ellos. Simplificando
bastante: en la primera visión, occidente dicta y los indígenas aprenden. En la
segunda visión los indígenas conversan y occidente aprende.
No faltará quien se pregunte: ¿es necesario traducir la Biblia? De hecho ya está traducida, y no lo hemos hecho los católicos, sino el ILV. Pero veamos lo difícil que es traducir. Los wari (Brasil) no tienen palabra para expresar ‘amor’, un concepto cristiano clave. Cuando han traducido la Biblia no encontraban palabra para traducirla, así que la palabra que utilizan significa literalmente ‘no me disgusta’. Los kukama traducen amor como ‘hacer doler’. Para los kanamari, las personas que no pueden producir comida (ancianos y niños) no reciben propiamente amor. Un niño es alimentado con normalidad por su madre, pero comenzará a recibir amor cuando el niño colabore un poco con la obtención de comida. Por ejemplo, cuando trae de la chacra un trozo de yuca pequeño. ¿Cómo traducir entonces amor? ¿Cómo comprenderlo?
Todo esto no es objeto del Sínodo Panamazónico, no lo puede ser, pero está en el fondo de las conversaciones. Será después del Sínodo los especialistas quienes vayan afinando las propuestas del Sínodo. Lo cierto es que este tema de “descolonizar las mentes” va más allá del “rostro amazónico”. [Señalo una trampa, para que se perciban las contradicciones: la división entre mente y cuerpo es occidental. Los achuar dicen que el alma (esas que vagan por el aire) también tiene cuerpo, que es diferente del cuerpo con hueso y carne de la tierra. Los occidentales hace tiempo que dejaron de utilizar la palabra ‘alma’, prefieren un ‘mente’ que es más neutra]. Descolonizar, siendo una tarea ineludible, será la tarea de las próximas décadas. Aprende idiomas indígenas, no siendo suficiente, es una buena base para descolonizar nuestras vidas.
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