Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Iquitos
Hace años que nos vienen preguntando
si rezar y orar significan lo mismo. La respuesta ha sido siempre idéntica: son
sinónimos. Es decir, significan lo mismo. Sin embargo, desde hace un tiempo,
recurrentemente, venimos dándole más vueltas. Manolo siempre insiste, y creo
que lleva razón, que en Loreto estos dos términos tienen connotaciones
diferentes. Pero vayamos por partes.
Rezar proviene del latín ‘recitare’,
leer en voz alta. Donde tenemos el reiterativo ‘re-‘, y ‘citare’ (citar, poner
en movimiento nombrando a alguien), frecuentativo de ‘ciere’: poner en
movimiento, hacer venir con una llamada. Es, por tanto, un verbo de movimiento.
Orar se deriva del latín ‘orare’ para expresar hablar, hablar en público o voz
alta. Etimológicamente, por tanto, ambas significan hablar en voz alta. Sin
embargo, en el lenguaje cotidiano orar suele referirse a una oración en
silencio y rezar a una oración en voz alta.
En cambio, y esto es lo
interesante, en Loreto posee otra connotación. En este caso traemos a la
palestra lo que en tantas ocasiones hemos escuchado por el bajo río Marañón,
extensible a todo Loreto. Rezar es utilizar oraciones ya fijadas, fórmulas que
se repiten una y otra vez. Por ejemplo, el Padre Nuestro, Ave María... Mientras
que orar brota del corazón.
De esta manera, en el bajo
Marañón no hay distinción si el rezo/oración es en voz alta o baja. La cuestión
deviene en si se utilizan fórmulas ya consagradas o desde el corazón. Y esto
merece una breve consideración.
El corazón, para el pueblo kukama
del bajo Marañón y otros pueblos indígenas, es la sede del
pensamiento-sentimiento. El corazón bombea la sangre y disemina los
conocimientos y los aprendizajes por todo el cuerpo. Lo que sale por nuestra
boca, y nos referimos al habla, está controlado. No se dice todo lo que se
piensa ni se siente. La persona reserva en su corazón lo que le pertenece
únicamente a él/ella, y no se pronuncia con la boca. En el habla filtramos lo
que queremos decir. En cambio, del corazón sale el canto sin ninguna
restricción. De ahí que sea tan importante cantar.
Si la oración brota del corazón,
entonces, nos dirigimos a Dios sin ninguna barrera, sin restricciones. Es una
oración cordial. El inconveniente: podemos estar tan ocupados en decirle a Dios
lo que queremos que no le escuchemos a Él. Pero, sin duda, la oración cordial
ha sido y sigue siendo muy apreciada en la Iglesia.
El rezo de fórmulas ya
establecidas como el Padre Nuestro, el Ave María… también tiene su importancia.
Lejos de ser algo que se repite sin pensar lo que decimos, encontramos varias
ventajas: 1.- Nos permite crear una costumbre, un hábito, porque podemos
repetir continuamente. 2.- En el caso del Padre Nuestro corresponde al deseo y
las palabras del mismo Jesús. El Ave María está inspirado en palabras sobre la
Virgen María en el evangelio de Lucas. En este sentido nos da la oportunidad de
situarnos en la perspectiva de Dios. Este cambio de perspectiva (ponernos en el
lugar de Dios) es sumamente interesante en la amazonía. Nos permite valorar más
y mejor nuestra propia tradición eclesial.
Dedicado a las
Carmelitas del Monasterio de la Inmaculada y San José de Iquitos que el día 23
de marzo de 2022 cumplen 10 años en el Vicariato Apostólico de Iquitos. Con
todo el afecto para personas que rezan/oran continuamente por la Iglesia.
El Monasterio de Carmelitas
está situado en la Av. Abelardo Quiñones N° 1903, distrito de Belén, Iquitos.
Hermoso! Me evoca la tradición de las mujeres místicas y escritoras que hallaron en la vida recogida la respuesta vital a un mundo de exclusión, dominio y desigualdad. Pero también nuestra insaciable necesidad de transcendencia :rezar, orar, meditar, contemplar, mantriar, retirarse...
ResponderEliminarY purgar, purificarse, limpiarse por dentro para que renazca alguien nuevo dejando atras la piel del pasado. nuevo con amplio espacio
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