Mons. Miguel Ángel Cadenas Cardo
Iquitos, 18 de julio de 2021
Estamos celebrando un acto de fe, un
acto de confianza en Dios. La escucha de su Palabra y la eucaristía que nos
estimulan a continuar con nuestra vida cristiana.
En primer lugar, en mi nombre y en
nombre del Vicariato Apostólico de Iquitos, agradecemos de corazón a Mons.
Julián García Centeno, nuestro obispo emérito, que ha venido expresamente desde
España para esta ceremonia. Pido para él un aplauso y que Dios bendiga su vida
y le acompañe. De igual manera a todos los obispos que nos están acompañando,
signo de comunión entre las diócesis y vicariatos.
De igual manera, un recuerdo especial
para Mons. Miguel Olaortúa Laspra, que se ha quedado para siempre entre
nosotros. Que Dios le haya recibido en sus benditas manos. Muchas gracias a su
familia. Han sido muy generosos con este Vicariato. Paso a leer un WhatsApp de
Javier Olaortúa, hermano de Mons. Miguel:
Hola Miguel Angel:
Quedan pocos días para la
Consagración Episcopal y la Toma de Posesión del nuevo Obispo de Iquitos, para
tu Consagración y Toma de Posesión.
Como hermano de Mons.
Miguel, de Michel, mi corazón me pide estar presente en tal honorable
acontecimiento; a él le hubiera encantado que, ya que él no puede físicamente
darte el relevo como hizo Mons. Julián con él, alguien de su familia, de la
familia del anterior obispo, asistiera en su representación.
Desgraciadamente, la
pandemia del Covid que estamos padeciendo nos limita todos nuestros movimientos
y nos impide hacer realidad nuestros deseos.
Aún así, aunque no podamos
físicamente acudir, queremos que sepáis, que todo el Vicariato Apostólico de
Iquitos sepa, que toda la familia de Mons. Miguel Olaortua Laspra, a pesar de
la distancia geográfica que nos separa, estará espiritualmente con vosotros el
domingo 18 de julio próximo, en ese momento y en ese estadio Max Augustín y que
nos sentimos muy orgullosos y contentos por el hecho de que el Santo Padre haya
nombrado un nuevo Obispo para el pueblo iquiteño.
Sin duda, el Vicariato
Apostólico de Iquitos está de enhorabuena.
Desde Bilbao, un abrazo
fraternal para todo el pueblo loretano.
Javier Olaortua Laspra (en nombre de toda la familia de Mons Miguel Olaortua Laspra).
Me han preguntado en varias
oportunidades cómo se recibe la noticia del nombramiento de obispo. La
respuesta siempre es la misma: con asombro y, en mi caso, en fuera de juego.
Poco a poco se va uno reponiendo del susto. Ayuda tener un amigo que fuma
mapacho y te va icarando de vez en cuando, el P. Manolo Berjón.
Y del cigarro al tejido. Las personas
no somos aisladas, sino que estamos interconectadas unas con otras. O, si me
permiten, utilizaré una preciosa imagen: estamos llamados a ser “tejedores de
comunión”. Leonardo Tello, director de radio Ucamara de Nauta, me comentaba
hace unos días diferentes contextos del tejer. Leonardo escuchaba a su mamá cómo
los bebés se tejían en la barriguita de la mamá. El pupo de la mamá era el
punto final de ese tejido que estaba conectado con el pupo del bebé. De igual
manera, sucede cuando nos caemos y nos hacemos una herida. El proceso de
curación de la herida es precisamente que el mismo cuerpo se va tejiendo de
nuevo. Otro contexto en que se hablaba de tejer era en la fabricación de tinajas:
las tiras de barro que unían eran consideradas un tejido. Además de los cestos
y canastos tejidos de tamshi y otras sogas. Esto nos permite vislumbrar la
riqueza del tejido. Tejer, entrelazar.
Y hablando de tejidos no podemos
olvidarnos de las redes. Las redes de los pescadores y las redes sociales. Que
no se conviertan en un espacio entre iguales. Que sepamos tejer hilos con los
que piensan diferente. Hilos que mantengan la comunión, hilos que generen
esperanza. Hilos que tejan una sociedad que luche contra las crueles
desigualdades sociales.
Ya en Hch 18,3 se nos dice que Pablo
fabricaba tiendas, tejía tiendas, como Prisca y Aquila. Sin duda, podemos
comprender el ministerio de Pablo como un gran “tejedor de comunión”: formando
comunidades cristianas y llevando la colecta para los pobres de Jerusalén.
Tejiendo hilos de unas comunidades con otras, incluso cuando no estaban de
acuerdo: como Pablo y la comunidad de Jerusalén. La comunión no es estar todos
de acuerdo, sino entrelazar y fortalecer los lazos por encima de las
diferencias: no sólo evitar romper los hilos, sino tejerlos para hacerlos más
fuertes. Como cuando pensamos diferente pero conseguimos respetarnos y
colaborar unos con otros. En el caso cristiano quien nos ayuda a generar
comunión es el Espíritu de Jesús, de ahí que sea tan importante rezar. Cuando aparecen
diferencias que parecen insuperables es necesario intensificar la oración para
que sea Dios quien nos mantenga en la comunión. “Concédele la paz y la unidad”
rezamos en el rito de la paz de la misa. No es fruto humano, aunque también
exige nuestro esfuerzo, sino que es don de Dios. De ahí la necesidad de rezar.
A continuación nombraré unas pocas
personas con las que he estado entrelazado. Han sido ellos quienes me han
integrado a su tejido y me han pedido, en muchas ocasiones sin pronunciar
palabra, que sea un “tejedor de comunión”. En un Perú y un Loreto tan
fragmentado y polarizado es necesario que en la iglesia nos apliquemos la
imagen de “tejedores de comunión”. No todos pensamos igual, pero fortalecemos
los hilos que nos unen unos a otros. No hilos de explotación, sino de comunión.
En primer lugar al P. Miguel Fuertes,
y con él a los sacerdotes, religiosos y religiosas de este Vicariato. A él le
tocó pilotar esta iglesia en medio de la tempestad provocada por el covid. En
el imaginario popular el P. Miguel Fuertes y el P. Raymundo Portelli son los
hombres que manifestaron el rostro más compasivo y misericordioso de Dios en medio
de la oscuridad. Cuando imperaba el “sálvese quien pueda”, ellos iniciaron una
colecta para comprar una planta de oxígeno, que se convirtieron en cinco, y cosieron
literalmente el tejido social de Loreto. Un fuerte aplauso para ellos.
Quiero agradecer el trabajo
silencioso de los Animadores Cristianos, que presiden la comunidad cristiana y
todos los domingos y fiestas realizan la Celebración de la Palabra de Dios. Ellos
son claves en la vida de la Iglesia y en mi ejercicio ministerial. No puedo
citar a todos, pero quiero señalar la vida entregada del señor Pedro Díaz, que
murió ahogado en el río Marañón, a la altura de Maypuco, que Dios le haya
recibido en sus benditas manos. [Y todos los Animadores difuntos]. A Antonio
Vela, primer Animador Cristiano del pueblo indígena Urarina en el río
Urituyacu. A Ligia Saboya y Sonia Caritimari, también del río Urituyacu. A
Ribelino Ricopa y Pepe Alvez, de la comunidad de Santa Clara en el Marañón, de
quien tanto hemos aprendido. Agradecer a Agucho Vela y Leonidas Pinche. Todos
ellos de la querida Parroquia Santa Rita de Castilla. En Nauta, a Vidal
Reátegui, de la comunidad de Nuevo Mundo, en el río Amazonas. A Francisco Tello
(Pancho), Animador de Santa Fe, en el río Chiriyacu. Al Animador Alejandro
Uraco, uno de los primeros Animadores en la Parroquia de Nauta, todavía vivo. En
Iquitos a Karina Guerrero, de la capilla de la Visitación, y a los responsables
de las capillas de Masusa: Juan Manihuari, Héctor Moncada y Nancy Macahuachi.
Al EPAP de las Parroquias de Nauta y de la Inmaculada. Todos ellos, y muchos
más que no puedo nombrar, me han tendido sus hilos y me han incorporado a sus
tejidos. En todos ellos veo el rostro de la Iglesia, un rostro amazónico. Me
van a disculpar a los que no puedo nombrar, y a las demás parroquias que todavía
no conozco. Ahora tendré que aplicarme a la tarea.
El tejido cristiano está hecho con de
hilos y hojas de esperanza. “Den razón de su esperanza a todo el que les pida
explicación, pero háganlo con dulzura y respeto” (1Pe 3,15-16). La evangelización
está en el corazón de la Iglesia. Pero evangelizar no es adoctrinar. Debemos
renunciar al proselitismo, nos recuerda el Papa Francisco, para poder ofrecer
la Buena Nueva de Jesús. Esperanza, no sólo futuro o utopía, esperanza
cristiana: compañía de Dios en esta vida y recibimiento por Dios en el cielo
para los difuntos. No debemos tener miedo, evangelizar es nuestra principal
tarea.
Gracias al Monasterio de Hnas.
Carmelitas. Ellas tejen para ganarse la vida. Han cosido la ropa litúrgica que
estoy utilizando. Pero, sobre todo, sus hilos son tejidos por Dios. Ellas nos
recuerdan que en la vida cristiana lo más importante es Jesús. Él es nuestra
razón de ser como cristianos.
Gracias al coro. Los cantos son una
preciosa forma de evangelización. Recuerden que en las reducciones de Maynas de
los padres jesuitas la música jugó un papel fundamental en la evangelización.
Han cantado muy bonito, los cantos han sido perfectamente ejecutados: el salmo
y el sólo de violín me han emocionado profundamente.
Gracias a los medios de comunicación
que hacen posible esta transmisión y que permiten que nos sigan en otras partes
del mundo. Quiero recordar de modo especial a radio LVS y a Oraldo Reátegui,
quien fuera su director, que Dios le haya recibido en sus benditas manos.