jueves, 13 de julio de 2017

NUEVO DERRAME DE PETRÓLEO PARA CELEBRAR LA ENTREGA POR CAPITULOS DE DERRAMES 2016 EN EL OLEODUCTO NOR-PERUANO

Iquitos, 14 julio 2017

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


Se ha producido otro derrame de petróleo en la comunidad kukama de Nueva Alianza, distrito de Urarinas, provincia y departamento de Loreto. El “11 de julio a las 15: 53” Petroperú recibió información de su personal de seguridad de un nuevo derrame. Son sintomáticas las palabras que emplea Petroperú, calificándolo como “atentado”: https://www.petroperu.com.pe/Main.asp?Seccion=3&IdItem=891. Por su parte, la OEFA, mucho más comedida, lo conceptúa como derrame: https://www.oefa.gob.pe/?s=derrame. Las palabras tienen su importancia. No queremos ponernos exquisitos, pero vale la pena señalar alguna otra diferencia. Para Petroperú la contingencia se produjo en el Km. 58+070, Tramo I del Oleoducto Nor Peruano (ONP), distrito de Urarinas, región Loreto. Mientras que OEFA señala la altura del Km. 59 del Oleoducto Norperuano, en el distrito de Urarinas, provincia y departamento de Loreto, cerca de la comunidad nativa de Nueva Alianza.

Cabe recordar que la comunidad de Nueva Alianza ya sufrió el año 2016 varios derrames de crudo por rotura del Oleoducto Nor-peruano: agosto 2016, octubre 2016. Si añadimos el resto de derrames que se han producido en la zona tenemos un panorama desolador: Cuninico 2014, San Pedro 2014... El año 2016 se lleva las palmas (por el momento): 13 derrames de petróleo en el Oleoducto Nor-peruano, la mayoría en Loreto.


Nueva Alianza, 2016.

La temporada de vaciante (junio-noviembre) es "propicia para los derrames". Estamos, por tanto, en el primer aniversario de aquellos derrames en cadena de 2016. A un año de distancia, cómo está la situación, cuál es el balance. Pero formulemos algunas preguntas retóricas: ¿Cómo va todo? ¿Qué se ha hecho y qué se está haciendo? ¿Qué medidas se han tomado? ¿Será el inicio de la "segunda" temporada de derrames en cadena en este 2017? ¿Existe algún tipo de vigilancia en el Oleoducto Nor-peruano? Las preguntas se acumulan y mucho nos tememos que no hay respuestas. Qué es lo que está fallando. Hagamos un somero listado. 

1.      No hay agua potable en las comunidades, la pesca está muy afectada (y es una de las actividades que más proteínas proporciona). No existen Centros de Salud adecuados y abastecidos con personal sanitario necesario y medicinas para la ocasión. Si a esto añadimos niveles de angustia altos, el panorama es desolador. El Centro de Salud de Maypuco está a 3 horas en peque peque de bajada, algo más de 4 horas y media de surcada.

2.      Desde el derrame de Cuninico en 2014 hasta la fecha ha habido varios cambios de directorios en Petroperú. Sin embargo, estos cambios no han supuesto una mejora para las comunidades del bajo Marañón, a tenor de los continuos derrames producidos. Por tanto, no se trata de hacer operaciones de cara a la galería, sino de realizar una revisión en profundidad de lo que está sucediendo.

3.      En nuestra opinión, es hora de tomar en cuenta lo que ya ha reconocido, en alguna ocasión, algún organismo estatal: la corrosión del Oleoducto Nor-peruano. Está obsoleto y continuar con esta política del avestruz no mejorará la situación. Somos conscientes que la apuesta del Estado por la petroquímica en Talara y el convenio con Ecuador para que su petróleo utilice el Oleoducto Nor-peruano son hándicaps difíciles de abordar. Pero consideramos que las personas que tomaron estas decisiones no eran conscientes de la gravedad y deterioro del Oleoducto. O, al menos, eso es lo que deseamos pensar. De lo contrario, cabría calificar a estas personas como cínicas, algo a lo que nos resistimos. [Una enjundiosa entrevista al presidente del directorio de Petroperú, el 03 de mayo de 2017, la pueden encontrar en: http://elcomercio.pe/economia/luis-garcia-rosell-inversion-talara-justifica-422899. No tiene pérdida y ustedes mismos pueden sacar las conclusiones].

4.      De ser el caso, como es nuestra opinión, que el Oleoducto está obsoleto, es hora de plantear un cambio de matriz energética[1]. Nos parece que ya ha pasado un año de la primera entrega por capítulos de derrames del 2016 y continúa sin plantearse con seriedad este tema. Mientras esto no ocurra todo seguirá igual. Es evidente que una decisión de este tipo lleva mucho tiempo, pero en algún momento hay que comenzar. Es hora de establecer un calendario que prevea, entre otras cosas, una transición energética. Pero no abordar el problema, darle largas y dejarlo en el aire es lo más seguro para que continúen sucediendo todo este tipo de situaciones.

5.      Es evidente que no hay supervisión del Oleoducto, pese al pedido de las 5 cuencas en Saramurillo. La vigilancia del Oleoducto es otra quimera.

Nueva Alianza, 2016

En breve, ha pasado un año cronológico desde los derrames en cadena de 2016 y nos estamos enfrentando a un nuevo derrame. ¿Será el comienzo de una nueva etapa de derrames en este 2017? Una secuencia por capítulos exige conocer lo previo para saber en qué lugar situarnos. Pues bien, este efecto acumulativo es lo que queremos tener en cuenta a la hora de hablar de derrames y contaminación. Es este pernicioso valor acumulativo el que nos hace temblar. 

Otra de las conclusiones que se pueden extraer de este “primer aniversario” es que carecemos de una opinión pública que presione para reclamar un medio ambiente sano, pese a ser un derecho humano básico. A esto cabe añadir cierta discriminación: si el derrame se produjera en una ciudad y en un lugar acomodado ya se habría dado respuesta, pero lo que sucede con poblaciones indígenas carece del mismo interés.




[1]Sabemos que la tecnología basada en com­bustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor me­dida, el gas– necesita ser reemplazada progresiva­mente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo optar por lo me­nos malo o acudir a soluciones transitorias. Sin embargo, en la comunidad internacional no se logran acuerdos suficientes sobre la responsabi­lidad de quienes deben soportar los costos de la transición energética. En las últimas décadas, las cuestiones ambientales han generado un gran de­bate público que ha hecho crecer en la sociedad civil espacios de mucho compromiso y de entrega generosa. La política y la empresa reaccionan con lentitud, lejos de estar a la altura de los desafíos mundiales. En este sentido se puede decir que, mientras la humanidad del período post-indus­trial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosi­dad sus graves responsabilidades” (Papa Francisco, Laudato si, n° 165).