miércoles, 23 de marzo de 2022

REZAR Y ORAR: una perspectiva amazónica

 

Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas

Iquitos

  

Hace años que nos vienen preguntando si rezar y orar significan lo mismo. La respuesta ha sido siempre idéntica: son sinónimos. Es decir, significan lo mismo. Sin embargo, desde hace un tiempo, recurrentemente, venimos dándole más vueltas. Manolo siempre insiste, y creo que lleva razón, que en Loreto estos dos términos tienen connotaciones diferentes. Pero vayamos por partes.



© Manolo Berjón, 2022.

Rezar proviene del latín ‘recitare’, leer en voz alta. Donde tenemos el reiterativo ‘re-‘, y ‘citare’ (citar, poner en movimiento nombrando a alguien), frecuentativo de ‘ciere’: poner en movimiento, hacer venir con una llamada. Es, por tanto, un verbo de movimiento. Orar se deriva del latín ‘orare’ para expresar hablar, hablar en público o voz alta. Etimológicamente, por tanto, ambas significan hablar en voz alta. Sin embargo, en el lenguaje cotidiano orar suele referirse a una oración en silencio y rezar a una oración en voz alta.

En cambio, y esto es lo interesante, en Loreto posee otra connotación. En este caso traemos a la palestra lo que en tantas ocasiones hemos escuchado por el bajo río Marañón, extensible a todo Loreto. Rezar es utilizar oraciones ya fijadas, fórmulas que se repiten una y otra vez. Por ejemplo, el Padre Nuestro, Ave María... Mientras que orar brota del corazón.

De esta manera, en el bajo Marañón no hay distinción si el rezo/oración es en voz alta o baja. La cuestión deviene en si se utilizan fórmulas ya consagradas o desde el corazón. Y esto merece una breve consideración.

El corazón, para el pueblo kukama del bajo Marañón y otros pueblos indígenas, es la sede del pensamiento-sentimiento. El corazón bombea la sangre y disemina los conocimientos y los aprendizajes por todo el cuerpo. Lo que sale por nuestra boca, y nos referimos al habla, está controlado. No se dice todo lo que se piensa ni se siente. La persona reserva en su corazón lo que le pertenece únicamente a él/ella, y no se pronuncia con la boca. En el habla filtramos lo que queremos decir. En cambio, del corazón sale el canto sin ninguna restricción. De ahí que sea tan importante cantar.

Si la oración brota del corazón, entonces, nos dirigimos a Dios sin ninguna barrera, sin restricciones. Es una oración cordial. El inconveniente: podemos estar tan ocupados en decirle a Dios lo que queremos que no le escuchemos a Él. Pero, sin duda, la oración cordial ha sido y sigue siendo muy apreciada en la Iglesia.

El rezo de fórmulas ya establecidas como el Padre Nuestro, el Ave María… también tiene su importancia. Lejos de ser algo que se repite sin pensar lo que decimos, encontramos varias ventajas: 1.- Nos permite crear una costumbre, un hábito, porque podemos repetir continuamente. 2.- En el caso del Padre Nuestro corresponde al deseo y las palabras del mismo Jesús. El Ave María está inspirado en palabras sobre la Virgen María en el evangelio de Lucas. En este sentido nos da la oportunidad de situarnos en la perspectiva de Dios. Este cambio de perspectiva (ponernos en el lugar de Dios) es sumamente interesante en la amazonía. Nos permite valorar más y mejor nuestra propia tradición eclesial.

 

Dedicado a las Carmelitas del Monasterio de la Inmaculada y San José de Iquitos que el día 23 de marzo de 2022 cumplen 10 años en el Vicariato Apostólico de Iquitos. Con todo el afecto para personas que rezan/oran continuamente por la Iglesia.

El Monasterio de Carmelitas está situado en la Av. Abelardo Quiñones N° 1903, distrito de Belén, Iquitos.

 

martes, 1 de marzo de 2022

COMIENZO DEL AÑO FORMATIVO EN EL SEMINARIO AMAZÓNICO INTERVICARIAL DEL PERÚ: sede Iquitos (filosofía y teología).

 Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas

 

El Seminario Amazónico Intervicarial del Perú tiene dos sedes: una en Pucallpa (propedéutico) y otra en Iquitos (filosofía y teología). La inauguración en Pucallpa se llevó a cabo el día 20 de febrero. En Iquitos, el día de ayer.




Para la inauguración, además de los seminaristas estuvieron presentes el Rector (P. Estanislao Rembala), formador y viviendo en el seminario (P. Rafael Kipigroch), los formadores externos (PP. Andinger Macahuachi, Jorge Luis Cachique y Adler Díaz) y confesor (P. Marcos Brulinski), el P. Manolo Berjón y el obispo de Iquitos.

Comenzamos con una reunión de los formadores, la celebración de la eucaristía y el compartir de la mesa. El inicio de un año formativo siempre es una gracia y una oportunidad. Una gracia de Dios para escuchar su Palabra y una oportunidad para discernir lo que Dios quiere para cada uno de nosotros.

Este año, en la sede de Iquitos, participan 5 seminaristas: 3 de Iquitos, 1 de San José del Amazonas y 1 de Puerto Maldonado. Respecto a los niveles de estudio: 2 en primero en filosofía, 2 en segundo de filosofía y 1 en segundo de teología. Agradecemos a Dios que sigue suscitando vocaciones amazónicas al servicio de la Iglesia. Algunos Vicariatos amazónicos tienen actualmente seminaristas en otros seminarios del Perú. La idea es que a partir del próximo año, quienes concluyan el periodo propedéutico en Pucallpa pasen al seminario de Iquitos.




Anotamos de pasada algunas ideas. Merecerían un análisis más detallado, pero no puede ser objeto de este escrito ocasional. Quisiéramos señalar cuatro ideas: simposio sobre el sacerdocio en Roma, descenso de las vocaciones en América Latina, inculturación y en el corazón de Dios.

1.       Recientemente se llevó a cabo un Simposio internacional en Roma sobre el sacerdocio. Entre otros temas de estudio se conversó sobre la relación entre el sacerdocio ministerial (los sacerdotes que conocemos) y el sacerdocio de los fieles (por medio del bautismo todo cristiano es sacerdote, profeta y rey). Hay que esperar a la publicación de las actas de dicho Simposio. Como no podía ser de otro modo, el escándalo por los abusos sexuales en la Iglesia tuvo eco en dicho Simposio. El más claro y directo fue el Cardenal Ouellet, organizador de dicho Simposio. En la inauguración pidió perdón a las víctimas cuyas vidas han sido destruidas por un comportamiento abusivo y criminal.

 

2.       Llevamos al menos una década de descenso de las vocaciones en América Latina. Esto también sucede en la selva peruana. Por tanto, debemos preguntarnos qué nos dice Dios. Cómo vamos a hacer las comunidades cristianas para tener acceso a la Palabra de Dios, la vida cristiana y los sacramentos. Algunos Vicariatos tienen una bonita experiencia con los diáconos permanentes (diáconos casados y con hijos). El Papa Francisco ha instituido el ministerio del catequista. Toda la Iglesia es ministerial y desde esta ministerialidad algunas personas tienen responsabilidades concretas al servicio de la Iglesia, nunca al margen ni por encima de la Iglesia. Necesitamos sacerdotes en clave sinodal, caminando juntos.

 

Pensamos en Iquitos. La ciudad va a continuar creciendo. Los sacerdotes no vamos a ser suficientes. ¿Cómo atender esta ciudad? Esta pregunta debe ser objeto de discernimiento por parte de todo el Vicariato. ¿Significa esto que nos olvidamos de las comunidades cristianas de los ríos? De ninguna manera, también debe ser objeto de discernimiento. ¿Qué papel juegan las mujeres en este discernimiento?

 


3.       Inculturación no es una palabra que nos guste, tenemos serias objeciones al término. Señalamos de pasada que depende del término cultura. Nos movemos en otros parámetros: la ontología. Utilizamos el término inculturación únicamente para entendernos, porque es un término muy frecuente en la Iglesia. Llegamos al Seminario con tiempo suficiente y tuvimos una bonita conversación antes de comenzar las actividades programadas. Algunos sacerdotes loretanos abordaron el tema de “los endemoniados”. Es otro tema delicado, pero de gran aliento pastoral. Solo unas breves indicaciones:

a.       En la Biblia aparece continuamente que Jesús expulsa los demonios (exorcismos). Esta tarea está vinculada al Reino de Dios. A partir de la Ilustración los teólogos no han sabido qué hacer con este tema y prácticamente han dejado de reflexionar sobre él. Esto se refleja en la teología que estudiamos y en la predicación que realizamos. Digamos que hay un “sesgo ilustrado” en la lectura de la Biblia. Y que conste que la Ilustración es un gran aporte a la humanidad. En la actividad pastoral también aparecen “poseídos”, “endemoniados”.

b.      Mc 5, 1-20 narra la vida del “endemoniado de Gerasa”. Cuatro brevísimas indicaciones: 1) Pasaron al otro lado del lago (v. 1). Jesús se mueve en la frontera. 2) Habita en los sepulcros (v. 3). Es decir, se comporta como un muerto. Camina y grita, pero vive como un muerto en vida. 3) Me llamo Legión porque somos muchos (v. 9). La región de Gadara estaba fuertemente romanizada, con presencia de la Legión romana (ejército romano). Es decir, los lugares donde hay opresión militar (pero también económica, lingüística, política, de género…) son espacios donde el demonio actúa con mayor libertad. Por tanto, expulsar al demonio implica trabajar contra las opresiones de todo tipo. 4) La actuación de Jesús implica “integrar” a los excluidos. Después de algunos milagros, los liberados caminan con Jesús. En este caso, fruto de la misión cristiana, Jesús le indica que vaya a predicar entre los suyos (v. 19-20). Por tanto, la misión cristiana está muy pegada a la actividad de Jesús de expulsar los demonios.

c.       Cuando se dice que tal persona está endemoniada debemos tener en cuenta dos aspectos: 1) qué le está oprimiendo. Habitualmente son personas con fuertes carencias: adolescentes (carecen de autonomía), económicas (habitualmente sucede en familias muy humildes), lingüísticas (estamos convencidos que muchas de estas personas pertenecen a familias con tradición indígena que son fuertemente discriminadas), de género (muchas señoritas), políticas (Loreto es el departamento con menor acceso al agua potable, podríamos señalar otros indicadores)… Por tanto, es fundamental que actuemos también en este campo. De lo contrario nuestra actuación pastoral será, cuando menos, ingenua; si es que no llega a ser cínica. 2) Una comunidad cristiana que reza. No podemos solucionar todos los problemas. Pero sí podemos “integrar” a la familia donde algún miembro sufre. Este soporte es fundamental. La fuerza de Dios es más poderosa que el demonio. Por tanto, rezar, leer la Biblia, acudir a la Iglesia, formar parte de un grupo, utilizar el agua bendita para rociar toda la casa… son parte de una actuación consciente de la Iglesia. No se trata de una visita esporádica, sino de una verdadera integración. Notemos que ‘diablo’ significa ‘el que divide’. Por eso ataca a quien está dividido, escindido, separado. De ahí la importancia de ‘integrar’. Una integración respetando a cada persona, sin anular su personalidad.

 

4.       En el corazón de Dios. El evangelio de ayer (Mc 10, 17-27) nos invitaba a poner nuestro “tesoro en el cielo”. El joven rico estaba encadenado a la riqueza y no pudo caminar con Jesús, se fue triste. Los cristianos estamos invitados a poner nuestro tesoro en el cielo. De esta manera no nos lamentamos por lo que dejamos, sino que estamos alegres porque Dios nos acompaña. Ese tesoro en el cielo nos lleva a vivir las dificultades propias de la vida con alegría, porque somos peregrinos en este mundo, somos ciudadanos del cielo (carta a Diogneto).

Que el comienzo de este año formativo sea fructuoso para la Iglesia. Que Dios bendiga a nuestros seminaristas y a nuestros vicariatos. Y que tengamos la valentía de descubrir la voluntad de Dios para nosotros, como rezamos en el Padre Nuestro.