lunes, 20 de abril de 2020

DESCONFINAMIENTO, PUEBLOS INDÍGENAS Y COVID-19

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada-Iquitos

El reciente contagio de dos indígenas shipibo en el Ucayali enciende las alarmas sobre la expansión del COVID-19 en comunidades nativas. Según la información de Ojo Público, los indígenas habían acudido a la ciudad de Pucallpa para abastecerse de comida: [https://ojo-publico.com/1767/detectan-dos-casos-covid-19-en-comunidad-shipibo-conibo-de-ucayali]. Lo cierto es que la relación campo-ciudad, cada vez más intensa, pasa por momentos delicados. Nos encontramos con Postas Médicas desabastecidas, sin material de bioseguridad, con escaso personal sanitario, sin la capacitación adecuada al respecto, con mucha distancia de las comunidades a las que sirven, sin el combustible necesario y con culturas biomédica y chamánica que se entremezclan en diferentes puntos pero con diferente nivel de status. No siempre en proceso de comprensión y buen entendimiento, con relaciones de poder excesivamente verticales, y poca escucha de los indígenas en sus propias categorías, nos encontramos con un panorama de una gran complejidad.
© Manolo Berjón 2012, comunidad de Monterrico, distrito de Urarinas, provincia de Loreto.

Descargar toda la responsabilidad sobre las comunidades nos parece poco adecuado. Por supuesto que cerrarán las comunidades, por supuesto que algunos se internarán en la selva. Pero solo algunos. Cuando se levante el confinamiento, los medios de comunicación comenzarán a relajar sus medidas y lanzarán mensajes más tranquilizadores. Medios de comunicación que afectarán las opiniones en las comunidades, que ayudarán a rebajar el hermetismo. Es así que llegará realmente el peligro. El asunto no consiste en descargar toda la responsabilidad en las comunidades, el tema pasa porque el Estado controle a los que salgan de las ciudades.

Cuando llegue el momento de salir de nuestras casas, aunque no sea una estampida como habíamos pensado, saldrán personas para recorrer los diferentes ríos. No descarguemos toda la responsabilidad en ellos. Seamos conscientes que los necesitamos: muchos de ellos llevan pilas para las linternas, cartuchos para la caza, fósforos…, imprescindibles a estas alturas en las comunidades nativas y retornan a la ciudad con productos de primera necesidad: plátano, yuca, pescado, carne de monte… No defenderemos a los comerciantes, muchos de ellos usureros, pero tampoco es el momento de demonizarlos y descargar toda la responsabilidad sobre ellos.

Por supuesto, que saldrán empresarios inescrupulosos a talar madera, a esquilmar territorios indígenas. Sin embargo, los peones que los acompañarán serán la gente de la periferia de las ciudades, muchos de ellos indígenas urbanos. Aquellos a quienes hemos insultado por no respetar el confinamiento porque viven al día y en espacios hacinados. Aquellos que se han aglomerado en los mercados más populares y a los que no les ha llegado un mensaje adecuado de cómo protegerse porque solo emitimos en onda occidental. Aquellos que buscarán cualquier oportunidad para encontrar comida después de este tiempo extraño. Aquellos que siguen teniendo familia en las comunidades. Porque se pueden cerrar los ríos y las comunidades. Pero qué haces cuando el que llega es tu hermano, tu primo, o tu padre. Sin apenas pruebas, es muy probable que algunos de los que viajan a las comunidades sean asintomáticos: no muestren ningún síntoma y, sin embargo, puedan contagiar a sus parientes.

Es bueno cerrar las fronteras, como se ha hecho. Un solo ejemplo es suficiente. En el bajo amazonas, en la zona de triple frontera (Brasil-Perú-Colombia) es difícil que los tikuna no se muevan transfronterizamente para visitar a sus familiares. Si algo nos ha demostrado este coronavirus es que no conoce fronteras. Y el trato que se le da desde el Estado-nación es obsoleto para estos tiempos de pandemia global. Además de injusto, porque es evidente que Alemania no tiene los mismos recursos que Perú, y sin embargo, todos nos tenemos que enfrentar al COVID-19, pero inequitativamente.

Quiénes saldrán a las comunidades: fundamentalmente madereros, es la época de creciente de los ríos. Aunque a muchos de ellos la pandemia ya les pilló en territorios indígenas, donde se quedaron. Esta es la temporada que aprovechan para esquilmar de madera los bosques. Tengamos en cuenta que cada vez los madereros se adentran más en territorios indígenas, incluso en lugares extremadamente apartados de las ciudades, los únicos lugares donde quedan todavía algunas maderas de valor. Con ellos van algunos peones de la ciudad, fundamentalmente indígenas urbanos que habitan las periferias de las ciudades. También se adentrarán por los ríos los comerciantes, tan imprescindibles para proporcionar algunos bienes a los comuneros y alimento a las ciudades. Y, los maestros, que algún día tendrán que comenzar con las clases presenciales, porque las clases virtuales están vetadas para la mayoría de las comunidades nativas, con una brecha digital que no hace sino profundizar las desigualdades. Habrá otros colectivos como viajeros y turistas, que ahora acudirán en menor medida, pero no dejarán de viajar. Funcionarios estatales varios para el pago de Pensión 65, el Programa Juntos…

En fin, que se necesita un plan para la atención de las comunidades nativas. Sugerimos que se hagan controles con pruebas rápidas en los principales ríos para que si alguna persona da positivo no se le permita seguir viajando. Ya sabemos que las pruebas rápidas no son totalmente fiables. Hay que subsanar la partida de las que no están certificadas. Estas pruebas rápidas se pueden exigir como una condición imprescindible para dar el zarpe. Se necesitan mascarillas y protocolos de actuación en las Postas Médicas: cómo actuar en caso de presentar síntomas, si hay posibilidad de evacuación…

Todo control que se pueda realizar ahora será poco. Tengamos en cuenta, que los pueblos indígenas soportan niveles más altos de desnutrición y anemia, de enfermedades respiratorias y diabetes, de contaminación con metales pesados e hipertensión, entre otras. Enfermedades que les hacen más vulnerables ante la pandemia. Y como hemos señalado en el primer párrafo, que si se enferman será difícil poder atenderlos. Las distancias a las Postas Médicas, tanto geográfica como culturalmente, el desabastecimiento de las mismas, el poco personal… hacen más difícil el control del COVID-19 en comunidades nativas.

Unido a ello es fundamental seguir haciendo un ejercicio de comunicación donde el emisor no sea tan vertical que no escuche los mensajes que salen del receptor. Se necesitan relaciones más igualitarias, no tan verticales. Es preciso buscar cómo los pueblos indígenas han afrontado otras epidemias para buscar la resiliencia necesaria y las fuerzas para afrontar esta pandemia. Algunas familias se irán al monte por un tiempo, puede que sea la mejor medida, pero no está al alcance de todos, ahora que cada vez más dependen del mercado y su economía cada día se monetiza más. Es responsabilidad del Estado, no es ético descargar todo el peso sobre las comunidades nativas.

sábado, 4 de abril de 2020

COMUNIDAD NATIVA DE NUEVA ALIANZA CIERRA LA BOCA DEL RÍO URITUYACU en tiempos de coronavirus


Para Gilter Yuyarima y Sonia Caritimari, Animadores Cristianos.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

El dispositivo que se ha montado en los principales puertos de Iquitos para que no naveguen botes, que nos creímos los primeros días, ha terminado por ser permeable. Reconocemos que es difícil cerrar los ríos. Un compañero de Indiana nos dice que hace cuatro días atrás llegó un bote desde Iquitos. Antes de ayer Leonardo Tello señala en su fb que la carretera con Nauta es un coladero porque llegan hasta gaseosas. [¿Son necesarias las gaseosas en este tiempo?]. De igual manera con el puerto. Unos Animadores Cristianos de la Comunidad Nativa de Nueva Alianza, en la boca del río Urituyacu, nos envían una foto cerrando el paso de entrada en dicho río, situado en el distrito de Urarinas, provincia y región Loreto.

© Manolo Berjón 2013, Comunidad de Nueva Alianza

Gilter y Sonia han venido insistiendo, desde el comienzo de la cuarentena, a la comunidad y a sus autoridades, que tenían que cerrar el río. El jueves pasado han llevado a cabo el cierre. Han demorado todo este tiempo en convencer a la comunidad. Entre otras cosas, por falta de comunicación pertinente por parte del Estado, uno de los talones de Aquiles de esta pandemia en la panamazonía y más allá. En este tiempo han entrado, al menos, 5 botes al río Urituyacu. ¿Habrán llevado el coronavirus? No lo sabemos, habrá que esperar. Aunque bien haría el Ministerio de Salud de estar alerta.

© Gilter Yuyarima abril 2020, boca del río Urituyacu cortado con soga de red, comunidad de Nueva Alianza



© Manolo Berjón 2013, comunidad de Nueva Alianza


Cortar la entrada del Urituyacu no es una decisión fácil. Significa que las comunidades de dentro se quedan sin ningún tipo de suministro. Cosas tan triviales como adquirir fósforo, pilas, cartuchos…, o vender algo de caza o incluso gallina… se ven truncadas. Sin embargo, en ocasiones excepcionales como esta lo amerita.

Nueva Alianza es una comunidad muy compleja, con familias que se han asentado provenientes de muchos lugares, incluidos comerciantes. Se dedican tradicionalmente a la pesca y a la chacra. Pero, al estar situada en la boca del Urituyacu, ha crecido mucho en los últimos 20 años. Es uno de los puntos donde se reparte el Programa Juntos y Pensión 65. También es un lugar de abastecimiento de las familias que viven en el interior del Urituyacu: unas 15 comunidades [porque hay mucho movimiento y no es tan fácil precisar cuántas comunidades hay en este momento]. Un lugar donde se han asentado muchos comerciantes.

En el Urituyacu habitan los pueblos indígenas kukama, urarina y omurano. Estos últimos son muy pocos, y están mezclados con los urarina, pero fueron los habitantes ancestrales de este río. Cortar la entrada significa protegerles. La decisión que ha tomado la comunidad de Nueva Alianza, si es que no está ya el coronavirus dentro, les protegerá. Al menos, durante un tiempo. Nuestra mayor preocupación vendrá cuando se levante el confinamiento y comiencen los movimientos por todos los ríos de la Amazonía. Nos parece que puede ser el momento de mayor peligro para los pueblos indígenas. Además, Ecuador no puede contener la pandemia, especialmente en Guayaquil. Y Brasil no está haciendo lo suficiente. Bolsonaro, que es un peligro público, haría un bien a la humanidad si se retirase.

© Manolo Berjón 2013, Sonia Caritimari

Esta apresurada nota quiere agradecer el esfuerzo incansable de Gilter Yuyarima y Sonia Caritimari, con quienes hemos aprendido muchas cosas del pueblo kukama. Con ellos hemos compartido viajes, comidas, conversaciones, risas y dificultades. En muchas oportunidades nos han preguntado qué sentido tiene visitar una comunidad pequeña. Nuestra terca respuesta: la iglesia no se puede medir por el impacto que se ve. La iglesia tiene que acompañar, cuidar, aprender, señalar caminos, caminar con la gente, escuchar, volver a escuchar y perder el tiempo porque sólo perdiendo el tiempo podemos encontrarnos con el Misterio.

© Manolo Berjón 2013, Gilter Yuyarima

Hemos visitado “comunidades” con solo tres casas. Hemos visitado comunidades más grandes donde solo nos reuníamos con 5 personas. Algunos nos decían: pierden el tiempo. Tal vez. Pero la pareja de Animadores Cristianos Gilter y Sonia, Sonia y Gilter, han sido el impulso para cerrar la boca del Urituyacu. Perú no se lo agradecerá, pero los pueblos indígenas del interior del Urituyacu, y las personas conscientes saben que han realizado un hecho histórico. Ojalá no haya entrado el coronavirus todavía y se pueda frenar.

Aquellos que dicen que la Iglesia no hace nada, harían bien en conocer personas como Gilter y Sonia, Sonia y Gilter. ¿Qué hacen los Animadores Cristianos? Rezar… y practicar lo que rezan. O al revés: practicar y rezar lo que practican. Bueno, ya nos entienden. Esta es la iglesia de la selva, la iglesia que salió del Sínodo Panamazónico. Una iglesia que es Cuerpo de Cristo. Una iglesia que se preocupa de los cuerpos más vulnerables e indefensos. Sonia y Gilter, Gilter y Sonia…