lunes, 7 de agosto de 2023

EL PELACARAS: UN NOMBRE LOCAL DEL EXTRACTIVISMO EN LORETO

 

Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas

 

Un acontecimiento importante tendrá lugar los días 8 y 9 de agosto en Belem do Pará: Cumbre Amazónica. Sin embargo, nos vamos a circunscribir a temas más regionales. Titulares de un diario local, sábado 5 de agosto de 2023: “[s]obre el tema que comentan de “Pelacaras” he enviado un documento al general de la policía para que investiguen” y “[n]o podemos hablar de “pelacaras” porque no tenemos ninguna denuncia de esa índole”. También se han hecho eco televisiones, radio, prensa nacional y, por supuesto, las redes sociales.

Intentaremos arrojar un poco de luz[1]. Más allá de posibles instrumentalizaciones en beneficio de unos pocos, que es probable, nuestra interpretación apunta al malestar que está viviendo la población “periférica”. Un malestar manifestado a través de los pelacaras que contrasta con los discursos hegemónicos de “isla bonita”, festivales varios, y éxito de las fiestas. No hace tanto que celebramos San Juan y, al decir de las crónicas, ha sido todo un éxito de participación, fiesta y algarabía. Fiestas Patrias está aún más cercana.



Foto tomada de internet.


LOS NOMBRES DEL MALESTAR EN LORETO

Lo primero que se constata es la diversidad de nombres para el mismo malestar. Aunque predomina la denominación pelacara, también se ha hablado de extraterrestres e, incluso, del hombre verde y del hombre araña.

Si bien el malestar está muy extendido, para este escrito nos circunscribimos a tres escenarios: el alto Nanay[2], el bajo Marañón y algunas comunidades aledañas a Iquitos. Aunque el fenómeno posee muchas caras, cual poliedro, vamos a fijarnos únicamente una mayoritaria en cada espacio. Se apunta que la presencia de drones en el Nanay está relacionada con la minería ilegal. En las comunidades aledañas a Iquitos se señala hacia traficantes de órganos. En el caso del Marañón se hace referencia a deslizadores (gente de paso). Trazaremos unas primeras pinceladas.

En el Nanay son descritos de la siguiente manera: “encapuchados, visten de color negro, de dos metros de altura”. “Han atacado a una joven de 15 años con cortes en el cuello”. Se hace referencia a “drones”. Las armas de los moradores, escopetas de caza, no les hacen nada. “Están blindados”. “Se elevan”. En el Marañón indican que “han hecho rondas para defenderse, no permiten que nadie atraque en sus puertos a partir de las 5.00 p.m. y se juntan en tambos para dormir”. En otro grupo sobre comunidades aledañas a Iquitos indican: “dos hombres altos con cara horrible”, y circulan videos con un grupo de personas jugando y burlándose de víctimas con la piel de la cara cortada. Algunos sugieren que se ha desatado la “histeria colectiva”.


AGRESIÓN

A poco más de un mes de la fiesta de San Juan, y teniendo reciente aún fiestas patrias, aparece el desasosiego, el miedo, la agresión. Aunque el malestar se extiende por Loreto utilizamos datos, como dijimos más arriba, de comunidades de los ríos Nanay, Marañón y comunidades aledañas a Iquitos. ¿No son los espacios “periféricos” más vulnerables? ¿No hace esta vulnerabilidad la que sea más dolorosa la agresión?

El discurso señala una joven de 15 años con cortes en el cuello (Nanay). En otro video, que circula en redes, se observa un joven, sin identificar el lugar, con cortes en el cuello. Dos datos muy importantes: juventud y cuello. Cortar el cuello, degollar, es una forma de asegurar la muerte. Poco importa ahora que los videos sean de otros lugares y tiempos. El caso es que en Loreto se han apropiado de ellos para manifestar el malestar reinante.

Digresión: nótese que los pelacaras tienen como misión extraer la piel de la cara, no matar directamente, aunque la muerte termine siendo la consecuencia. La cara es el lugar del reconocimiento. Fijémonos en la cara de agresores y agredidos. Respecto a los agresores: en el Nanay están despersonalizados, “encapuchados”, y en las comunidades aledañas a Iquitos su cara es “horrible”. Respecto a los agredidos: no se refieren a la cara, el reconocimiento, sino a la muerte directamente. En el primer caso, la muerte es consecuencia de cortar la cara. En el segundo caso, el objetivo de cortar el cuello es la muerte: se trata directamente de asesinato.

 

¿QUIÉNES SON?

Atacan “encapuchados, visten de color negro, de dos metros de altura”, “extraterrestres” (Nanay), “pelacaras”, llegan en deslizador y las comunidades se defienden no permitiendo atracar en sus puertos a partir de las 5.00 p.m. (Marañón), “dos hombres altos con cara horrible” (comunidades aledañas a Iquitos). Los agresores son ajenos a las comunidades. Primera indicación: la agresión es externa, nada de histeria colectiva.

Las comunidades no permanecen impasibles, se defienden. Pero su defensa no es efectiva. En el Nanay indican que las escopetas de los moradores no les hacen nada, “están blindados” y “vuelan alto”. Se perciben las grandes diferencias. Por eso, solicitan el apoyo de la PNP y del Ejército. En el Marañón utilizan tres medidas: 1) rondas; 2) no permiten entrar en sus comunidades a partir de las 5.00 p.m.; 3) se juntan en tambos para dormir. En el caso de las comunidades aledañas a Iquitos desconocemos cómo se están defendiendo.

 

A VUELTAS CON LA COMPRENSIÓN

Para la interpretación más común son “creencias”. Ideas arraigadas en la gente, pero no son verdad. Carecen de importancia en el sentir de muchos. Nuestra propuesta es diferente: no son creencias, son realidades. Nos habla de una potente agresión: fundamentalmente a jóvenes de las comunidades. Esos jóvenes, de los que decimos en los discursos patrióticos que son el futuro, nos indican que su presente está más que comprometido y son escenario de muerte.

Nos enfrentamos al mundo con las categorías que tenemos, no puede ser de otra manera. Pero si nos conformamos con nuestras categorías nos privamos de comprender acontecimientos que carecen de explicación. Insistir en la histeria colectiva, una manera occidental de percibir el malestar, es una forma de violencia epistémica y ontológica porque obliga a los otros a ser leídos en categorías ajenas (occidentales).

Sin embargo, si escuchamos detenidamente los relatos nos encontraremos con preciosas indicaciones que nos llevarán a develar la realidad (ontología). Ya hemos apuntado la agresividad con la que son percibidos: cortar el cuello, la cara. Estos relatos circulan en un contexto donde el universo está poblado de espíritus.

En breve, nos situamos en dos planos diferentes: la visión occidental (entre otras instituciones avalada por la escuela) donde el naturalismo (ciencia) es la única explicación plausible y la de las comunidades (animismo) donde habitan otros seres (que vuelan, están blindados…). Esta realidad diferente, en nuestra opinión, está en la base de los desencuentros y la falta de entendimiento. Más adelante haremos referencia a los estudiantes de la UNAP que cabalgan entre el naturalismo y el animismo.

Segunda indicación: la “histeria colectiva” no explica el desencadenante que la produce. Ciertamente, una vez desatado el miedo, las redes sociales lo amplifican. Pero es necesario percibir la génesis de la violencia. Esta explicación queda presa de una mirada occidental sobre el otro exotizado. De nuevo la violencia epistémica y ontológica. Tampoco nos convence la solución que plantean: el autocontrol como base fundamental para permanecer tranquilo y deshacer la histeria colectiva. La psicología es una disciplina occidental que piensa a partir del sujeto occidental. Sin rechazar a la psicología, es necesario percibir sus límites.

Los pobladores del Nanay solicitan la intervención de la PNP y el Ejército. Al margen de lo que hagan estas instituciones, para los pobladores son las instituciones que encarnan la guerra. Están en guerra. Apaciguar sujetos, como sugieren algunos, es incomprensible en una guerra. Sólo en este contexto de conflicto tiene sentido hacer rondas, no dejar atracar a partir de las 5.00 p.m. en sus puertos y dormir juntos en un tambo (Marañón). En fin, en lugar de individualizar la solución, como hace la psicología, los moradores buscan procedimientos colectivos: apoyo de PNP y Ejército, no permitir la presencia de extraños en la noche y permanecer juntos.

 

¿QUÉ GENERA TANTO MIEDO?

Sin pretender ser exhaustivos, apuntamos dos situaciones, aunque hay más: la presencia continua y constante de extraños en las comunidades y la monetarización de las mismas, fruto del momento extractivista que vivimos. Extraños que son percibidos como poderosos, con dinero, agresivos y amenazantes hacia sus modos de vida. En algunos comentarios se desliza el tema de la minería ilegal en el Nanay. Es un reconocimiento del fracaso del Estado que no lo puede ni quiere controlar. Mientras las comunidades vivan en la “pobreza monetaria”, que perciben como injusta, cualquier actividad ilegal que suponga el ingreso de dinero tendrá las puertas abiertas de las comunidades. Pero esa misma actividad es percibida como una agresión continua, constante y lacerante a sus vidas.

En el caso de las comunidades aledañas a Iquitos se apunta al tráfico de órganos. La vida de los jóvenes de las comunidades está en función de satisfacer los deseos de otros poderosos con dinero que compran sus órganos. No nos interesa en este momento si es verdad científica, que tampoco se puede descartar, sino la potente metáfora que explica este malestar.

En el caso del Marañón se apunta hacia extraños que navegan por el río. Los programas sociales (Juntos, Pensión 65…) distribuyen dinero que es gastado habitualmente en los puestos que comerciantes golondrinos traen al calor de los programas sociales. Los precios son habitualmente más abultados. Un mismo producto en Lima es más barato que en Iquitos y éste mucho más barato que en las comunidades. Las distancias juegan en contra de las comunidades y a favor del aumento de precios. Total, quienes menos dinero tienen más gastan para adquirir el mismo producto que en la ciudad. Pero no son los únicos extraños, también ha habido últimamente brigadas de salud por los ríos para vacunar, otros programas estatales…

Minería ilegal y extracción de órganos son prácticas extractivistas. De igual manera el comercio que llega desde diferentes lugares del país al olor de los programas sociales y se retiran con ellos. Estas prácticas, lejos de generar riqueza local, ahondan el extractivismo, que también es representado por la tala ilegal, la extracción irracional de hidrocarburos...

Un llamado a las autoridades. Los “jóvenes periféricos” (llamémosle así a falta de categorías más finas) están buscando ayuda. Sus comunidades de origen perciben las dificultades y solicitan apoyo entre la PNP y el Ejército. Nosotros apuntamos hacia los extraños y la monetarización como dos elementos clave, aunque no sean los únicos, siempre en un marco extractivista.

La relación con los extraños, en nuestra opinión, va más allá del multiculturalismo y la interculturalidad. Nosotros apuntamos sobre la realidad (ontología). Una élite que parece no comprender el malestar, muchas veces generada por ellos, y una población que manifiesta su malestar en sus propias categorías. Es interesante cómo algunos videos sobre pelacaras circulan entre estudiantes de la UNAP en las facultades del extrarradio de Iquitos. Saltan de una ontología naturalista a una animista con total libertad, estaríamos hablando de poli-ontología. De igual manera sucede con los moradores de las comunidades.

Esta violencia visible oculta otra invisible, pero igual de efectiva: el alcoholismo, el fracaso escolar, la falta de perspectivas, el suicidio. La tranquilidad de los medios de comunicación, que propagan noticias descontextualizadas y se viralizan generando histeria colectiva, contrasta con esta realidad nada exótica y muy lacerante. Es evidente el fracaso del “desarrollo” con esta población que pide a gritos poder vivir y lo manifiesta en sus propios cuerpos y con sus propias categorías. El pelacaras: un nombre local del extractivismo en Loreto.

 

Para una visión, complementaria y más sosegada del tema, en otro contexto (el bajo Marañón de comienzos de milenio): BERJON MARTÍNEZ, Manuel M. y CADENAS CARDO, Miguel A. (2009), La inquietud se hizo carne… y vino a morar entre los kukama, en https://www.agustinosvalladolid.es/estudio/investigacion/estudioagustiniano/estudiofondos/estudio2009/estudio_2009_3_03.pdf



[1] En este texto no se tendrán en cuenta las dificultades por las que atraviesan las Municipalidades enclavadas en los espacios analizados (alto Nanay, bajo Marañón y comunidades aledañas a Iquitos). Ni el paro indígena en la boca del río Tigre. Según la Agencia de Noticias Andina el Ministerio de Salud ha desplazado brigadas de vacunación en las 5 cuencas (Corrientes, Tigre, Pastaza, Marañón y Chambira) entre los días 10 al 25 de julio de 2023. Sería necesario contar con datos sobre tráfico de deslizadores, comerciantes…, que sobrepasan con mucho este artículo. Todo ello es necesario para una mejor contextualización.

[2] En este escrito cuando utilicemos el término Nanay nos referimos al alto Nanay. Para el Marañón, nos referiremos al bajo Marañón.

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