miércoles, 30 de marzo de 2016

TRAGAMONEDAS (PARA NIÑOS): cuatro actos y coda



Iquitos, 30 marzo 2016

I.-
Queremos tu dinero, aunque tengas poco. Deseamos acostumbrarte a visitarnos, que pases tiempo entre nosotros. Para eso fabricamos máquinas con sonidos y colores atrayentes. Necesitamos que nos elijas, que tu ansia se quede con nosotros. No te queremos a ti, pero sí tu dinero.
Nosotros somos los verdaderos “educadores” de los niños, el “maestro que deja huella”.

II.-
No quiero que pases a mi local. No molestes a mis clientes. Para eso te coloco la máquina en la puerta, o en la vereda. Eso sí, amarrada con una cadena, no siendo que se la lleven. No pases indiferente, quédate un ratito, saca tu moneda y prueba tu suerte.

III.-
Un perspicaz fiscal ha cerrado algún local por exhibir tragamonedas para niños. ¿Ya estará solucionado? No ha querido, o no ha sabido, llegar hasta los fabricantes. A ellos les da risa la actuación de este fiscal. No faltará otro “empresario” sin escrúpulos que lo coloque en su local.

IV.-
Habrá quien pregunte por los padres de este niño. No les vamos a justificar. Nosotros preguntamos por el fiscal, por los fabricantes y por los “empresarios de éxito”.

Coda.-
Se trata de generar gratificaciones inmediatas, no se puede esperar. Queremos éxito y lo queremos ahora. En este sentido, el juego se parece a la caza. En cambio, la agricultura precisa de tiempo de maduración, de crecimiento silencioso. Pero la vida humana no se puede reducir a pura caza, le escapa (Byung-Chul Han).

Es muy sugerente esta asociación entre caza y juego (en nuestro caso, tragamonedas). Esta inmediatez, sin demora ni dilación. Sin embargo, la caza tampoco es pura inmediatez, precisa preparación y un plan minucioso que llevar a cabo.


 © María Mercedes Ortiz Ramímez, marzo 2016. Masusa, puerto fluvial de Iquitos.

Agradecemos, sinceramente, a María Mercedes Ortiz Ramírez por la foto y por las conversaciones sobre el tema.
 

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

1 comentario:

  1. Y máquinas pequeñas, para que los niños puedan acceder a ellas. Para algunos no hay escrúpulos a la hora de sacar dinero. Qué pena y qué asco.

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