martes, 6 de septiembre de 2016

CUANDO LA HISTORIA RESITUA LA HIPOTESIS DE LOS “INCENTIVOS”. San José de Saramuro y Saramurillo en su reciente prehistoria



Iquitos, 6 de septiembre de 2016


© Miguel Angel Cadenas, cementerio de Saramuro-Saramurillo con tanque petrolero al fondo


I.-
El poder omnímodo de las petroleras se percibe por todas partes: la economía, los temas medioambientales, incluso la cultura, en sentido tradicional (ahí están los premios Copé de Petroperú). Sin embargo, en pocas ocasiones, se describe desde los territorios indígenas. Largo, prolijo y denso sería una descripción de los hechos. Hoy nos fijaremos en Saramuro y Saramurillo. No es únicamente un lugar de conflicto actual, es preciso recordar sus inicios para percibir la gravedad de las injusticias cometidas

Nos situamos en el distrito de Urarinas, provincia y región Loreto, en Perú, en el área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Pacaya Samiria. A mitad del siglo XX aparecen apellidos jebero (shiwilu) en Elmira, un fundo-trapiche; Elvira, un lugar donde los vapores acostumbraban a abastecerse de leña capirona y Nueva Vida, donde sabemos de la existencia de un colegio. Los dos primeros se ubican aguas abajo del actual emplazamiento de las comunidades de San José de Saramuro y Saramurillo y Nueva Vida se localizaba aguas arriba de dichas comunidades.

A finales de la década de los 50 del siglo pasado, José Mozombite pasa de Jeberos al bajo Marañón en el fundo-trapiche Elmira, con población kukama a su alrededor. Para 1962 está ubicado en un lugar que denomina Saramuro, donde entre otras cosas siembra maíz. En una apresurada etimología, que habría que certificar, podríamos indicar que Saramuro provendría del quechua: sara, maíz; muru, pelado, sin pelo. Donde la palabra Saramuro indicaría “maíz pelado”. Si traemos a colación la etimología, es para indicar el gran aprecio del quechua en los topónimos. Es importante, dado que estamos señalando familias provenientes de varios pueblos indígenas, con el quechua como denominador común.

En un principio se instalan en Saramuro familiares de José Mozombite, como su hermano Benjamín. Al comienzo los muchachos de estas familias van al colegio a Nueva Vida. Hasta que consiguen hacer de Saramuro un anexo del colegio de Nueva Vida. Pero pronto desaparece la comunidad de Nueva Vida por el barranco. Los grandes ríos amazónicos no tienen un curso fijo sino que se mueven en un perímetro de dos a cinco kilómetros a ambos lados de su curso. Los viejos brazos del río forman cochas y tipishcas, importantes para la pesca. Esto es lo que se denomina “barranco”: el río se lleva la ribera y sus pobladores tienen que buscar una nueva ubicación. De esta forma desaparece la comunidad de Nueva Vida y el número de su colegio pasa a Cafetal, en el río Urituyacu. En ese entonces, un lugar importante para la caza, las pieles y la madera, territorio ancestral del pueblo omurano y ocupado también, para esas fechas, por el pueblo urarina. Pero eso nos llevaría a otra nota diferente.

Para 1972-73 comienza la actividad petrolera a tener interés en Saramuro. Llama la atención la fijación en la memoria de la compañía petrolera Williams, sale en todos los relatos, hacia 1974. Los petroleros se fijan en Saramuro, es el lugar más alto de la zona. En tiempo de creciente también se inunda, pero es una loma un poquito más elevada que el resto de los lugares. Lo curioso del caso es que al interesarle a la industria petrolera eligen la ubicación de Saramuro para ellos. La consecuencia es obvia: desplazan a la gente. Compran algunos terrenos, pero a precios irrisorios. Y presionan fuertemente a las familias que se resisten a salir. El grupo mayoritario se instala en el actual emplazamiento de San José de Saramuro, más arriba de la base. El nombre de San José es en honor de su primer habitante: José Mozombite, una característica habitual en selva baja.  Con la base llegan personas de todos los lugares: Yurimaguas, Tarapoto, Iquitos… Unas cuantas familias deciden desplazarse aguas abajo. En otras palabras: al situar la base desplazan a la gente hacia arriba y hacia abajo. La conformación actual es como un sándwich: San José de Saramuro, base petrolera, Saramurillo.

Cuando la actividad petrolera desplazó a la gente, los que se fueron más abajo denominaron a su comunidad Nueva Lima. Cuando esta comunidad gestiona su colegio, allá por 1985, los funcionarios del Ministerio de Educación lo hacen consignando el nombre de Saramurillo. De esa forma la comunidad queda con este nombre.

 © Miguel Angel Cadenas, cementerio de Saramuro-Saramurillo con tanques petrolero al fondo


II.-
La base petrolera siempre ha mantenido cierta “conversación” con la comunidad de San José de Saramuro. La comunidad mantiene limpia la base y a cambio reciben luz y agua. 24 horas de luz no existe en ninguna comunidad del Marañón, excepto en San José de Saramuro. Respecto al agua, bueno, el agua. Para colmo de maldades, el agua que recibe Saramuro de la base petrolera está exactamente igual de contaminada que la del río Marañón, que ya es decir. La comunidad recibe el agua como si fuera potable de parte de la base y cuando se hacen análisis la sorpresa es que no, que no es potable. Las “conversaciones”, a medida que van pasando los años, se han ido complejizando. En cambio, en Saramurillo nunca han recibido nada a cambio. Pese a que las chatas que acoderan en la base lo hacen a escasos metros de la comunidad de Saramurillo.

En el año 2013, cansados de peticiones a la base, deciden tomar acciones más contundentes. En ese momento paralizan una chata, sin utilizar la violencia. Se forma un revuelo importante. A la hora de la negociación, consiguen que la base les proporcione un cilindro de combustible mensual para que puedan dar luz a la comunidad y que los técnicos de la base den mantenimiento al motor de la comunidad. Todos tranquilos, pero no tanto. Un tiempo más adelante, un grupo grande de moradores de la comunidad es llamado por el juez, tienen una denuncia. Les acusan de paralizar una chata. Los abogados de la iglesia tienen que intervenir y se consigue archivar la denuncia. Pero se vivieron meses de tensión en la comunidad.

III.-
La actividad más importante en la zona es la pesca, con la agricultura y la recolección. Pero en los últimos 50 años conseguir dinero se ha convertido en una preocupación importante. La forma más habitual de conseguir dinero era trabajar para la base petrolera. De esa manera, poco a poco gran parte de los varones de San José de Saramuro  y Saramurillo han ido encontrando trabajo en alguna de las service que operan en la base. Esto implica cierto silencio. No decir nada de lo que pasa: derrames, tuberías en mal estado… Esta complicidad no beneficia a nadie. Se deteriora el medio ambiente y pagamos todos.

Esta necesidad de dinero y la mayor facilidad de encontrarlo en Saramuro ha hecho crecer esta población. Por cierto, el distrito de Urarinas presenta algunas comunidades con un crecimiento poblacional importante: Nueva Alianza, en la boca del Urituyacu, donde se paga el programa Juntos; Maypuco, sede de las oficinas estatales a nivel distrital; San José de Saramuro y Saramurillo en torno a la base petrolera; y Concordia, cercana a la boca del Chambira, otrora capital del distrito.


CODA
1.-
La primera oportunidad que visitamos Saramuro teníamos interés por saber cómo era la relación con la base petrolera. Era un día sábado. Llegamos, nos instalamos, damos un paseo por la comunidad y en la noche nos reunimos con la comunidad cristiana. Sorprende tener luz 24 horas diarias. Muchas casas tenían televisión y los bares funcionaron toda la noche. A las 6.00 a.m., salimos a la calle. Hacía rato que ya estaban prendidas algunas radios. Al salir a la calle nos encontramos una escena impactante: una mujer de unos 40 años, totalmente borracha y completamente desnuda, gritando. No se trata de juzgar a la mujer, lejos de nosotros. Es simplemente un reflejo de lo que sucedía. De entonces para acá ha cambiado mucho Saramuro, pero la anécdota refleja muchas de las cosas que se han vivido en Saramuro.

2.-
El discurso de los “incentivos perversos” que escuchamos, con ser una hipótesis que hay que tener en cuenta, no hace justicia a la historia. La memoria de los ciudadanos de estas comunidades tejen relatos, con total falta de acaloramiento, sobre cómo han sido las relaciones con la base petrolera. Y a nosotros nos hiela la sangre, pese al calor amazónico, la falta de tacto para con la población indígena. Lo cual no evita reconocer que puede haber personas ajenas que tengan intereses particulares. De igual manera que las petroleras tienen los suyos. Esta falta de perspectiva histórica nos parece “un olvido del pecado original” o si prefieren un “pecado estructural” que pervierte lo bueno, un irenismo bienintencionado donde los malos son los indígenas. En definitiva: una simpleza, y como tal, un error, un pecado, una desconsideración, un despropósito.

3.-
San José de Saramuro y Saramurillo comparten cementerio. Su ubicación se sitúa justo detrás de la base petrolera. Cuando llega el momento de enterrar al difunto los familiares y amigos cargan el cadáver para sembrarlo en el campo santo. Atraviesan la base petrolera. Justo detrás de la misma, tras sortear las tuberías, pueden “sembrar a su difunto”. No es difícil imaginar la escena: los dolientes acompañando el cadáver, algunos hombres cargando el féretro, con diversos grados de alcohol en sangre, sorteando las tuberías. Todo muy surrealista.




 © Miguel Angel Cadenas, cementerio de Saramuro-Saramurillo con tanque petrolero al fondo



Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

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