martes, 13 de diciembre de 2016

SIN AGUA POTABLE EN LA AMAZONIA INDIGENA: notas sobre el diálogo intercultural en Saramurillo

Iquitos, 13 de diciembre 2016

En la agenda que plantean los pueblos indígenas reunidos en Saramurillo no se encuentra explícitamente nada sobre agua. Aunque el agua es un tema transversal que tiene mucho que ver con las reivindicaciones de este colectivo. En este sentido nos parece oportuno hacer algunas precisiones que tal vez puedan ser tenidas en cuenta. En nuestra opinión este es un tema central. Detrás está el derecho al agua.


© Juanjo Fernández, diciembre 2016

El agua se convierte en un elemento fundamental en este siglo XXI. Hay lugares en el planeta donde se producen guerras por el control del agua. Al margen de la guerra es evidente que el agua es una cuestión de poder. La amazonía es uno de los lugares donde el control del agua es más interesante y refleja los distintos grupos de poder que presionan sobre ella. En el fondo una de las preguntas del millón reza así: ¿qué es un río? Puede verse: http://revistaideele.com/ideele/content/hidrov%C3%ADa-amaz%C3%B3nica-aproximaci%C3%B3n-desde-un-mito-kukama

En la visión occidental un río es “una corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar”. En esta definición, que se puede mejorar conforme a gustos personales, el énfasis recae sobre “corriente de agua”, donde el agua no tiene vida. Sin embargo, en las posibles definiciones indígenas, el río es un ser vivo. Los kukama, cuando entran por primera vez en un río o quebrada, suelen tomar su agua con el remo: una forma de pedirle permiso y que les trate bien. Un río es un espacio donde habita gente. Los yacuruna [gente de río], la lancha fantasma [un espíritu, a imagen de los vapores de los caucheros], la purahua [madre del agua]… son seres que  habitan o dentro del agua o debajo del río. Por tanto, el río no es únicamente una corriente de agua, ni una línea que une varios puntos. Un río es un ser donde habitan otros seres vivos. Los kukama se relacionan con todos estos seres a diario y son una suerte de “alteridad”. De ahí que dentro del río haya ciudades donde existen municipios, PNP, iglesias, motocarros…, como en la sociedad occidental. El río es, por tanto, “un lugar de memoria”. Para más detalles, se puede acudir a la siguiente nota: https://lacanoavarada.lamula.pe/2015/09/25/a-proposito-de-la-consulta-sobre-la-hidrovia-amazonica/karwara/. También puede consultarse:   https://lacanoavarada.lamula.pe/2016/01/04/la-hidrovia-amazonica-en-el-capitalismo-emocional/karwara/.

La batalla por el agua es central en lo que sucede en Saramurillo. Uno de los criterios para salir de la pobreza es el acceso al agua potable. Este gobierno ha dicho por activa y por pasiva que invertirá en agua potable, desagüe… La inmensa mayoría de las comunidades de los lotes 8 y 192 que están en el paro en Saramurillo no tienen acceso al agua potable. Se puede buscar la solución en pozos artesianos o en plantas de agua potabilizadora. Más adelante veremos que esto enmascara el verdadero problema. Por de pronto nos damos de frente con uno de los graves inconvenientes: las aguas de los ríos amazónicos están catalogadas como de “uso industrial”, pese  a que las poblaciones indígenas utilizan el agua de estos ríos para tomar, bañarse, lavar ropa y utensilios…

La clasificación de las aguas no es ingenua. Si se catalogan como “uso industrial” es para permitir niveles más altos de metales pesados (cadmio, plomo…) que si fueran catalogadas como de “uso potable”. De esta forma se privilegia a las industrias extractivas frente a las necesidades básicas de los pueblos indígenas. En tal sentido, una ley de “monitoreo ambiental” con participación de los pueblos indígenas sería insuficiente. Mucho más necesario es categorizar las aguas de los ríos amazónicos como de “uso potable”, toda vez que los pueblos indígenas utilizan el agua de sus ríos para tomar, bañarse… Añadimos que es urgente que se promulgue una ley de “niveles máximos permitidos” de metales pesados (arsénico, tugsteno, niquel, berilio, antimonio, platino, cadmio, celsium, aluminio, plomo, bario, estaño, cobre, uranio, torio, mercurio y talio, entre otros). Y de igual manera los fenoles. Esta ley sirve para proteger a los pueblos indígenas de los diversos ríos de actividades extractivas. En el caso del Marañón además de las petroleras, también de las mineras del departamento de Cajamarca, por poner un ejemplo.

Los pozos artesianos y las plantas potabilizadoras no solucionan el problema, más bien lo enmascaran. Lo esconden porque hacen pensar que el problema está solucionado cuando en realidad se hace invisible. La gravedad de la contaminación no está en el agua, sino en el pescado. Los seres que están en un nivel más alto dentro de la cadena trófica acumulan mayores cantidades de metales pesados: por ejemplo, los zúngaros. Sin catalogar el agua de estos ríos como de “uso potable” nos encontraremos con pescados contaminados en nuestros platos. De eso estamos hablando. Por eso es conveniente proteger el agua. De no hacerlo, escondemos el problema y tendremos enfermedades raras que no sabemos de donde provienen.

Es injusto soslayar este debate. Si no abordamos la calidad de agua como “uso potable”, una “ley de niveles máximos permitidos de metales pesados”, una “pesca segura exenta de contaminación”, dejaremos pasar una oportunidad de oro y el diálogo versará sobre el sexo de los ángeles. Una conversación muy interesante, por cierto, pero para otra oportunidad.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

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