Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada
- Iquitos
Esta pandemia saca a relucir
todas las taras que tenemos. En Loreto la descomposición social es terrible. El
desgobierno y la corrupción trabajan para la muerte. Y cada día nos proporciona
nuevas dosis grotescas: medicinas estatales en casas particulares, el oxígeno
con precios astronómicos, el hambre… La propagación de la pandemia por los ríos
y pueblos indígenas corre pareja al Estado. Pero no les vamos a contar los
sinsabores y desgracias que nos aquejan.
© Manolo Berjón, 2013, Sra. Magna Manihuari, comunidad kukama de Triunfo, río Urituyacu
Que Loreto carece de liderazgo lo
ve hasta un ciego. Pero tampoco es tan simple como esto. La amazonía es uno de
los espacios donde tradicionalmente no surgieron fuertes liderazgos ni imperios
centralizados, aquello de “la sociedad contra el Estado”. Desde otro ángulo: la
autonomía personal es fundamental. Los kukama, por ejemplo, dirán que cuando
una mujer embarazada tiene un antojo debe cumplir el deseo del feto. Si la
madre no cumple con este deseo, el feto cae (aborto espontáneo). Los kukama
dirán que es el feto quien lo ha provocado. Esta autonomía personal, desde el
feto, desemboca en dosis enormes de libertad. Esto tiene consecuencias para la
organización social.
Un líder es una persona generosa
en tiempos de normalidad, extremamente generosa, que es capaz de agrupar a su
gente en tiempos de necesidad: cuando hay que enfrentar un enemigo común. El
problema con el covid-19 es que el enemigo es invisible y, aunque esto no
debiera ser un problema en Loreto y menos en pueblos indígenas, no ha habido
forma de explicar convenientemente a qué nos estamos enfrentando. En gran
parte, por la desidia del Estado que solo emite en frecuencia occidental,
cuando su propia población sintoniza otras frecuencias. En breve, que a estas
alturas sigue fallando la comunicación y continúan las acusaciones de
corrupción.
Perversamente, desde el Estado se
ha estado inoculando que los responsables del desastre somos los propios
ciudadanos indisciplinados. Incluso, no faltan personas que han introyectado
semejante engendro de discurso. Este autoflagelamiento deja las manos libres al
Estado para que haga lo que mejor sabe: propagar la pandemia y alentar la
corrupción. Todo esto se desmorona si estudiamos la formación del sujeto y la
acefalía en pueblos indígenas, de donde provenimos.
MORIR
Pero, pidamos ayuda al pueblo
kukama, a ver si nos ayuda a orientarnos en medio de esta zozobra. Para los
kukama ‘umanu’ significa ‘fiebre’, ‘morir’, ‘perder la vida’. Esta asociación
entre fiebre y muerte nos parece muy oportuna. Cuando una persona se enferma,
habitualmente, se restringen sus relaciones sociales, le dejan de frecuentar
sus familiares y amigos. La fiebre vendría a ser el primer peldaño de la
muerte. Es como un plano inclinado que desemboca en la muerte. La fiebre, tal
como la conciben los kukama, genera aislamiento, vendría a ser similar a lo que
podemos denominar como “muerte social”. Esto podría explicar por qué la gente
no quiere ir a los hospitales: un espacio que rompe con los familiares y las
relaciones sociales. Si te aísla de otros seres humanos, te visitarán seres no
humanos.
Si la persona amazónica es
construida a través de la relación con otras personas y seres, entonces, romper
con la familia supone una transformación: dejas de relacionarte con personas
para establecer relaciones con espíritus y convertirte en espíritu. En otras
categorías, se produce una “desfamiliarización” con los parientes de la tierra,
para “refamiliarizarte” con otros seres y con parientes que ya atravesaron la
muerte, para irte convirtiendo en uno de ellos.
Esto tal vez nos pueda ayudar a buscar soluciones. Centralizar todo sobre uno o varios hospitales, además de colapsarlos, deja a la población de la periferia al margen. Bien porque no alcanzan para ser atendidos, y regresan a sus casas sin tratamiento, bien porque no desean acudir a un “lugar de muerte”. Pero muchas familias tampoco pueden quedarse en su casa, no tienen un espacio personal donde poder aislarse. Espacios intermedios como Kanatari, Sombrero de Paja o el MORB son de gran utilidad. Pero siguen siendo pocos espacios y lejanos para muchas familias. Tal vez sea la hora de buscar más espacios más pequeños por la ciudad para que puedan estar más cerca de sus familias. Y mantener algún contacto con la familia para que no se produzca esa muerte social. En comunidades indígenas es urgente construir casas donde puedan permanecer aislados los enfermos, antes que contagien a toda la parentela.
Si ‘umanu’ significa fiebre,
morir, ‘umanu ayuka’ significa ‘tener fiebre’. ‘Ayuka’ significa quebrar,
chancar o golpear, ladrar. Y ‘ayuka purara’ se traduce por asesinar, producto
de un enfrentamiento hasta llegar a matar a alguien. Este término antiguo se
está reemplazando por ‘umanuta’, término que significa matar personas y
animales. A lo que íbamos, la fiebre golpea, golpea hasta matar, una muerte
dolorosa. ‘Umanuta’ es ‘umanu’ ‘-ta’; -ta es el causativo. Por tanto, umanuta
es morir causado por alguien, matar.
En términos kukama la muerte no
es únicamente el final de la vida. La muerte es provocada por otro ser más
fuerte, habitualmente un brujo. En Loreto estamos asistiendo no al final de la
vida, sino a un verdadero asesinato. Es como si el Estado, que tiene el deber
de protegernos, nos golpeara hasta matarnos, especialmente a los más
vulnerables.
NÚMEROS
Tradicionalmente los kukama
contaban hasta 4, a partir de ahí utilizaban el término ‘muchos’.
Posteriormente, adoptaron los números a partir del 5 de la lengua quechua. Los pueblos
indígenas no tienen ningún problema en apropiarse de lo que consideran
necesario para los tiempos que corren.
Hemos visto una publicación de la
DIRESA donde se comienza a contabilizar los enfermos de COVID-19 entre pueblos
indígenas. Pudiera ser algo loable, pero nos parece que hay que tener en cuenta
varias cosas. Nos vamos a fijar exclusivamente en el pueblo kukama.
1.
‘Cocama’ es el término tradicional. Actualmente
prefieren denominarse ‘kukama’, por cuestiones lingüísticas.
2.
Sólo aparecen tres casos en Lagunas (río
Huallaga). Nos sorprende que no se cuenten enfermos por COVID-19 en Nauta y
Requena, ambas ciudades de gran raigambre kukama y con gran impacto del
COVID-19. Las tres ciudades (Lagunas, Nauta y Requena) son los centros más
importantes en la Reserva Nacional Pacaya Samiria y mantienen una fuerte
presencia del pueblo kukama. Este ocultamiento nos parece muy preocupante, es
una forma de minimizar el impacto en pueblos indígenas. El apu de Santa Rita de
Castilla (distrito de Parinari), junto con otras personas, perteneciente a una
organización indígena integrada en ORPIO y AIDESEP no aparece en las
estadísticas y la DIRESA conoce el caso de Santa Rita de Castilla. Podríamos
poner más ejemplos, pero es suficiente para indicar que las estadísticas
ocultan la realidad. Tal vez el afán occidental por los números esté ‘velando
la realidad’. Tal vez las organizaciones indígenas regional y nacional puedan
preguntar a sus filiales cuál es el impacto real en pueblos indígenas. Lleva
más trabajo, pero sería una forma de ‘revelar la realidad’.
3.
Los datos no dejan de ser números. Como mínimo
habría que contextualizarlos. No es lo mismo un enfermo entre un millón, por
ejemplo en Lima, que un enfermo entre 100.000 indígenas (kukama), 5.000
(urarina) o una docena (omurano). ‘Muchos’ es un término genérico, pero cuando
lo comparamos, adquiere mayor sentido y profundidad. Los kukama aprendieron y
prestaron del quechua los números a partir del 5 cuando comenzaron a
necesitarlos.
4.
Ya se ha señalado el real glotocidio: muerte de
hablantes de lenguas indígenas, que tendrá un fuerte impacto en la
revitalización de algunas de ellas, entre otras, la lengua kukama.
5.
Resumo acá un comentario acertado de Barbara
Fraser: si mueren muchos indígenas, como parece que ocurrirá, no faltará quien
enfatice la despoblación. Lo cual se puede traducir en los próximos años de
mayor presión sobre territorios indígenas con la excusa que apenas hay
población. Hay que estar atentos no siendo que el impacto de la pandemia sobre
pueblos indígenas sea utilizado para expropiar territorios indígenas. En breve:
el Estado no hace todo lo posible para atender a su población indígena y mueren
muchos. El territorio se ‘despuebla’ y el Estado, en años posteriores, comienza
a entregar territorios indígenas a empresas extractivas. O en una versión más
moderada: deja de titular territorios indígenas.
Cfr. VALLEJOS YOPÁN, Rosa & AMÍAS MURAYARI,
Rosa (2015), Diccionario kukama-kukamiria * castellano, FORMABIAP, Iquitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario