martes, 31 de mayo de 2016

¿ADUEÑARSE?



Iquitos, 31 de mayo de 2016

Vivimos en sociedades plurales. Sin embargo, estas mismas sociedades se rigen desde un único pensamiento: el occidental. Una ciudad como Iquitos está llena de indígenas. Gestionar la ciudad, y sus instituciones, desde lo occidental no hace justicia a la complejidad y genera situaciones de fuerte discriminación. Es una de esas violencias invisibles que moldean los cuerpos de los indígenas. Un par de ejemplos, en esta oportunidad desde el punto de vista de las instituciones sanitarias.


I.-
La muerte es una realidad con la que tenemos que vérnoslas las personas, sobre todo a raíz del fallecimiento de nuestros seres queridos. Sin embargo, la muerte es cincelada por las diversas culturas. El pueblo indígena kukama, y no es el único, considera la muerte como un espacio donde familiares, conocidos y vecinos se reúnen con el moribundo y se piden perdón antes de “viajar”. Es frecuente escuchar que una persona no puede morir hasta que llega un familiar al que está esperando para despedirse. Una vez concluye la despedida la persona se entrega a la muerte. Con la llegada de la muerte los familiares lloran y realizan los preparativos necesarios para el velorio.

Cuando una familia ha llevado al hospital a su paciente, queda en manos del personal sanitario, que en pocas ocasiones les concede permiso para que se puedan despedir y realizar el rito del perdón. Se afrenta la muerte uno solo. Pero si permanecen cercanos los familiares y amigos el trance es más llevadero. Sin embargo, en los hospitales difícilmente pueden entrar los familiares a despedirse. Esto es incomprensible para pueblos indígenas. En el pensamiento kukama el moribundo y el muerto tienen “dueño”: sus familiares. En la práctica hospitalaria, desde el punto de vista indígena, el dueño es el hospital, que a través de su personal sanitario deciden cuándo, quién, cuántos (familiares) pueden visitarle. Esta apropiación del moribundo y del muerto por parte del hospital es incomprensible para pueblos indígenas.


II.-
Una familia amiga acaba de tener una bebita. El embarazo ha sido complicado, con riesgo de pérdida del bebé. Los controles sanitarios del hospital han hecho que nazca sin mayores complicaciones. La bebé ha nacido poco antes de los 7 meses, con menos de dos kilos. Evidentemente ha pasado a la incubadora. Cuando ha salido de peligro, y puede respirar por su propia cuenta, continúa en el hospital con un régimen de visitas espartano. Su madre la visita cada 3 horas, pero un ratito.

En Colombia, en los años 80 del siglo pasado, nació una experiencia que se ha denominado el Método Madre Canguro. Fue fruto de la necesidad. La falta de presupuesto sanitario obligó a las madres a tratar a sus bebés nacidos antes de tiempo a mantenerlos piel con piel y darles el calor humano y el afecto. Esta experiencia está pasando ahora a Europa, donde ya existen muchos defensores. Sin embargo, el crecimiento económico peruano, aunado con el saber de la medicina occidental, hace que los bebés prematuros pasen más tiempo en la incubadora que con su mamá. Detrás de la experiencia colombiana está el fortalecimiento del sistema inmunitario y la confianza humana básica, entre otros.

De nuevo, el sistema sanitario, con los aportes positivos que tiene, “secuestra a los bebés de sus familias”. A la hija de nuestra familia amiga sólo la han visitado sus padres, y por poco tiempo, no sus hermanos, ni abuelos. El contacto piel con piel está siendo muy limitado.
 
Si vivimos en sociedades plurales debemos aprender a gestionar la diversidad. El pensamiento único no favorece una mejor integración en estas sociedades plurales. Los occidentales tenemos mucho que aprender de otras culturas, también de las culturas indígenas.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

martes, 17 de mayo de 2016

HOMOGENEIZAR. “Otorgar” el DNI a los Urarina



Iquitos, 17 de mayo de 2016


[Este artículo fue escrito en noviembre 2014 para conmemorar el centenario de la presencia de los agustinos en Nauta, provincia de Loreto. No ha podido ser publicado por razones que no vienen al caso. Ahora lo hemos colgado en nuestro blog tal como fue redactado en aquella ocasión].




 © Barbara Fraser 2014. Niña urarina.






El pueblo Urarina habita en la cuenca del río Chambira y el Urituyacu, ambos tributarios por la izquierda del río Marañón, en el distrito de Urarinas, provincia y departamento de Loreto. Es un pueblo indígena encontrado ya en la época de los jesuitas de Maynas en esta misma localización. Es una migración proveniente de la sierra, actualmente, ecuatoriana, antes de la llegada de los europeos. Poseen una lengua aislada. Las estimaciones son subjetivas y van desde los 3.500 a las 5.000 personas, solo en el río Chambira. En el Urituyacu nosotros hemos contado 800 personas, mezclados con el pueblo Omurano.

Esta breve nota será un apunte sobre el nombre, curaa (Walker 2008: 194-202). Los urarina no poseen un único nombre propio, sino tres. Todos ellos suelen ser otorgados en los dos primeros años de vida. Uno de los nombres es impuesto por la madre[1] y hace referencia a las características personales del bebé, es como un apodo cariñoso. En determinadas circunstancias también puede sugerirlo el padrastro, pero nunca el padre del bebé. Las mujeres suelen perder este nombre a partir de la pubertad, en cambio los varones pueden conservarlo durante toda la vida. Este nombre está relacionado con la unicidad corporal.

Habitualmente, cuando el niño está aprendiendo a caminar, un chamán, su pariente masculino, generalmente el abuelo o tío, suele ponerle el nombre que se van a utilizar en las ceremonias chamánicas. El nombre es recibido por el chamán de la madre de la ayahuasca cuando está bajo sus efectos[2]. Después de haber fumado bastante tabaco escupe una flema en su mano, como un dardo místico, y le frota la fontanela del infante, donde se aposenta hasta la muerte. Por eso no se debe golpear la cabeza puesto que se genera un dolor a este dardo que está circulando adentro. Este hecho provoca una relación especial entre el dador de nombre y el receptor del mismo. Y por otro lado, entre Nuestro Creador y el receptor del nombre. En la muerte, Nuestro Creador, preguntará por cómo le fue conferido su nombre para que pueda descansar, es un prerrequisito para entrar en el cielo. Quien carece de nombre es incapaz de responder. El nombre dardo regresa al chamán que lo confirió, o a un poderoso árbol, como la lupuna, donde descansa. Sin ser ocultados, estos nombres tampoco se revelan. Estos nombres fijan la dimensión “espiritual”, e instituyen una forma inmutable de identidad personal fundada en el reconocimiento y sometido a la autoridad divina.

Al día de hoy todos los Urarina tienen un nombre en castellano para interactuar con la sociedad blanca. Se suele poner este nombre en una de las fiestas de masato vertiendo agua en el pecho del niño y sal en su boca. Mientras los nombres impuestos por los chamanes son inmutables, estos, en cambio, se cambian cuantas veces deseen en la vida, para mayor dolor de cabeza de doctores, maestros y párrocos. Son importantes, entre otras razones, por el poder atribuido a la letra escrita. Las mujeres tienen mayor dificultad para recordar su nombre en castellano: por su menor relación con la sociedad blanca. Es habitual que niños pequeños y mujeres pregunten a sus familiares su nombre en castellano. El DNI es visto como una parte integral del cuerpo personal que denota relaciones asimétricas con las iglesias y el Estado. Este nombre en castellano se está imponiendo por el DNI, la escuela, centros de salud…

Los nombres impuestos por las madres y los chamanes suelen ser en urarina, el relacionado con la sociedad blanca es impuesto por el padre y el dador del nombre y lo hacen en castellano. En cambio, tanto los nombres impuestos por el chamán como aquellos en español están relacionados por la manera de ser conferidos: en estado de borrachera. El primero, en una tomadera de ayahuasca; el segundo, en una fiesta de masato.


DELINCUENTES Y NATIVOS DE LAS COLONIAS[3]: la conformación del DNI

La burguesía decimonónica temía a los delincuentes. ¿Qué hacer con ellos? Tanto en Francia como en Inglaterra se votaron leyes que distinguían claramente entre el primer crimen y la reincidencia. Los primeros iban a la cárcel, a los segundos les esperaba la deportación a las colonias. En este contexto, en la prefectura de París se concibió la “tarjeta Bertillon”, haciéndose eco del apellido de su inventor. Se trataba de consignar las medidas antropométricas del delincuente y su fotografía de frente y de perfil, en lo que se denominó como “retrato hablado”.

El segundo paso fue dado en la administración colonial inglesa. Se trataba de identificar a los criminales reincidentes sin posibilidad de error, para ello se basaron en la toma de huellas digitales. Mientras en Inglaterra se continuaba con el sistema francés, el problema aparecía en las colonias, donde todos los nativos eran iguales, a ojos de los ingleses. Otro ámbito donde se aplicó fue la prostitución. Se creía que los rasgos antropométricos implicaban una promiscuidad embarazosa y cuyas largas cabelleras eran difíciles de medir. A partir de 1920 este método tiende a sustituir o acompañar la “tarjeta Bertillon”.


DERIVA HOMOGENEIZADORA

Cada cultura codifica el reconocimiento de una manera propia. No es el momento de abordar un tema complejo, tan solo señalar que el Estado no debería únicamente homogeneizar, sino aprender de los sistemas indígenas de reconocimiento y repensar su propia estrategia. Pero parece que estamos todavía demasiado lejos.

Un breve apunte que pretende más sugerir que afirmar. Los tres nombres, curaa, están relacionados con tres sujetos diferentes: el nombre impuesto por la madre tiene relación con las características físicas del niño y las relaciones con los demás en el grupo urarina, relaciones ad intra; el nombre impuesto por el chamán está reservado para los contactos con los espíritus, y el tema de la salud, relaciones cosmológicas; y el nombre en castellano se lo atribuyen su padre y el dador del nombre, relaciones ad extra, con la sociedad blanca y el Estado. De esta manera tenemos tres ámbitos diferentes con tres sujetos diferentes que acompañan al niño/a.

Regresando al DNI. Esta sociedad disciplinaria no responde a los retos actuales. Ya no se trata de distinguir a los reincidentes para confinarlos en las colonias, ni de diferenciarlos entre quienes parecen iguales (a los ojos del colonialismo), sino de controlar a la población. El DNI, surgido en condiciones de disciplina, se va a convertir en un instrumento, entre otros, de las sociedades de control.

Sin embargo, hasta ahora los urarina desafían este control, dado que cambian continuamente de nombre blanco e incluso de apellidos, para dar trabajo a doctores, maestros, funcionarios estatales, ONGs y misioneros, entre otros. No sabemos cómo va a ser en el futuro. A modo de ejemplo podemos afirmar que en ocasiones nos solicitan alguna partida de bautismo que, pese a estar bautizado, no encontramos. La razón es muy sencilla: ha cambiado de nombre, de apellidos o de ambos. Esta situación causa frustración dado que están bautizados pero no pueden disponer de un documento que los acredite. La partida de bautismo funge, en muchas oportunidades, como una tarjeta de identidad de quien no posee ninguna otra.

Walker (2008: 202) considera que pudiera darse un trasvase del nombre otorgado por Nuestro Creador al nombre conferido por el Estado. Vendría a ser un camino primario de autoridad en relación con la formación del sujeto. Si bien es cierto que la autoridad externa es importante no nos parece suficientemente justificado el comparar a Nuestro Creador con el Estado. Vendría a ser conferir un poder absoluto al Estado que no tiene, una manera de sacralizarlo. Esta forma de organización estatal no es la única posible.

El crecimiento económico peruano está propiciando una “inclusión”, para utilizar el lenguaje de moda del poder, de todos los habitantes del territorio peruano. Esta inclusión está asentada en una equiparación de todos los sujetos mutilando las marcas indígenas. Es esta aparente igualdad la que no permite ver las asimetrías de poder, las invisibiliza más bien, dejando a los pueblos indígenas a merced de la discriminación rampante, denotando un fuerte temor a la diversidad. Es esta estrechez la que está en la base de la homogeneización actual. En nuestra opinión se trataría de lo contrario: pensar asumiendo la pluralidad como tal.


 © Barbara Fraser, 2014. Niñas urarina-omurano de camino al colegio. Río Urituyacu.





NOTAS

[1] También puede ser impuesto el nombre por la abuela.

[2] Este nombre suele coincidir con la arcana: el nombre del animal protector que le impone el chamán.
[3] Agamben 2011: 63-73.




BIBLIOGRAFIA

- AGAMBEN, Giorgio (2011), La desnudez, Anagrama, Barcelona.

- WALKER, Harry (2008), Under a Watchful Eye: Urarina Perspectives on Society and Self, Thesis submitted in candidacy for the degree of Doctor of Philosophy in Social and Cultural Anthropology, Institute of Social and Cultural Anthropology, University of Oxford, Michaelmas Term, 194-202. [Existe una edición en libro que no hemos podido consultar: WALKER, Harry (2012), Under a Watchful Eye: Self, power and intimacy in Amazonia, University of California Press, Berkeley].


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas