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martes, 11 de septiembre de 2018

SOBRE LA HIDROVÍA AMAZÓNICA: más allá del solipsismo…


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


Una vez que hemos colocado a la purahua como la realidad, es conveniente que sigamos avanzando en la propuesta. Esta nota, por tanto, es un complemento de la anterior[1]. Digamos que es la secuencia lógica en lo que estamos pensando sobre la purahua. Hablar de la purahua puede acarrear pensarla como una “alteridad radical”. Y ciertamente, es una alteridad. Pero si deslizamos el plano hacia la absoluta radicalidad nos encontramos con el solipsismo, no hay conversación posible, y la inconmensurabilidad, no hay posibilidad de medida, ni de comparación. Teniendo en mente estas dos objeciones es que avanzamos en nuestra propuesta para continuar pensando.

© Miguel Angel Cadenas 2012, el arco iris-purahua sobre el río Marañón

Dado que hemos identificado la “realidad” como un asunto de extrema importancia, conviene que precisemos algunos matices que nos parecen necesarios. Descartar la purahua como una creencia, y colocarla en el plano de la realidad, nos lleva a situarnos en lo que ha venido en llamarse el “giro ontológico”, un desplazamiento que se ha realizado en los últimos años y que se pregunta sobre la “realidad”. Este asunto nos parece de gran envergadura y, sobre todo, de gran actualidad.

En el tema de la hidrovía amazónica que nos ocupa, definir la “realidad” es un asunto de suma complejidad. Sin embargo, nos parece necesario realizar el esfuerzo si es que, en verdad, deseamos llegar a comprendernos. Afirmar que la “purahua” es real no significa todavía gran cosa. Hay que precisar lo que entendemos por realidad.

En primer lugar, que la purahua sea real no significa que sea una esencia. Dado su carácter transformativo, las cosmologías indígenas son todo menos esencialistas. En kukama, por ejemplo, no existe un término para “ser” ni “estar”, sino que hay múltiples palabras: ser largo, ipuku; ser bravo, uyaru; ser bajo, turu…; estar cerca, amutsewe; estar encendido, tsene; estar nublado, tsawe… Tomar la purahua como una esencia, además de no corresponder al pensamiento indígena, implica situarse fuera del tiempo y de la historia. Pero, sobre todo, nos sitúa en el laberinto de la inconmensurabilidad. De ahí que hoy en día se prefiera abordar la realidad no tanto desde la esencia sino metodológicamente: a qué nos referimos cuando utilizamos la palabra “realidad”. De hecho, tanto occidentales como indígenas, apelamos a la “realidad”. Sólo que “realidad” es un concepto equívoco y sólo podemos llegar a “controlar esa equivocidad”. Para los occidentales la realidad está conformada por protones…; y para los indígenas, la realidad es la purahua. Por tanto, es necesario que digamos qué comprendemos por “realidad”.

La conversación, en nuestra opinión, no es tanto si la realidad está constituida por protones… o por la purahua. Llevado el diálogo en estos términos se vuelve inconmensurable. Pero no todas las puertas permanecen cerradas. Podemos encontrar una salida preguntando por posibles puntos de contacto entre una realidad compuesta de protones… y/o sostenida por la purahua. A nosotros nos parece que, en tiempos de cambio climático, una posible salida, pudiera consistir en mantener el planeta en las mejores circunstancias posibles para las siguientes generaciones. La percepción del planeta como un “ser vivo” sería un posible contacto con otro “ser vivo” como la purahua. Acá hay toda una línea de conversación interesante, que merece la pena explorarse. No se trata únicamente de comparar ontologías, sino que la comparación ya es una ontología. En este sentido conjuramos la apoliticidad que algunos le atribuyen al “giro ontológico”, y convertimos la política en “cosmopolítica”: una política donde intervienen todos los seres del cosmos. Por ejemplo, la purahua hizo que los jueces sentenciaran la obligación de la consulta previa al Estado peruano.

© Manolo Berjón 2014, el arco iris-purahua sobre el río Marañón


Si la purahua no es una esencia, entonces, ¿qué es? Una pregunta como la anterior todavía depende de una ontología occidental. Ya hemos dicho que en kukama no existen los términos “ser” y “estar”. Más conveniente que preguntar por el “ser” nos parece rastrear el “llegar a ser con”. Va más allá de la pura relación. En la relación se produce un devenir, un “llegar a ser con”. Esta tendencia es la que nos parece sugerente. Pues bien, para el caso de la purahua el “llegar a ser con” implica que la purahua es el fundamento de la realidad del pueblo kukama. Pero, si las personas nos comportamos mal, por exceso de ruido, por cavar el río (dragado)…, la purahua se retira y el río se seca. Cuando el mal se hace insoportable el mundo se voltea: los seres que hay debajo del agua pasan a este mundo y nosotros nos introducimos dentro del agua. Y comienza una nueva era, hasta que el mundo se va maleando y de nuevo surge otra volteada del mundo. Este “llegar a ser con” no significa que la purahua depende de la creencia de la gente. Ya hemos dejado en claro en la nota anterior que la purahua no es una creencia, sino que es la misma realidad.

La conversación también es otro término cargado occidentalmente. Con el método de “equivocación controlada” nos conviene tener en cuenta a qué nos referimos tanto los occidentales como los indígenas cuando hablamos de dialogar, conversar… Sólo controlando la equivocidad podemos encontrar un camino de comprensión mutua (si es que se tratara de comprendernos). Las ideologías del lenguaje de los idiomas occidentales e indígenas son muy diferentes[2]. Reflexiones similares se pueden realizar en torno al lote 116 o cualquier tema donde estén involucrados pueblos indígenas, teniendo en cuenta la especificidad de cada pueblo indígena y huyendo de la homogeneización. Comprender estas situaciones desde la interculturalidad implica aceptar este tipo de realidades como creencias, algo que hemos desechado en estas notas. No se trata de interculturalidad, sino de un giro ontológico. Estas batallas ontológicas han sido caracterizadas como una guerra de guerrillas. Es suficiente por hoy.

martes, 21 de agosto de 2018

SOBRE LA HIDROVÍA AMAZÓNICA: OTRA MIRADA




Seguimos los acontecimientos entre pueblos indígenas, Estado y ONGs en torno a la hidrovía amazónica con expectación. Hemos preferido permanecer en segundo plano[1]. El hecho de situarnos en la retaguardia no significa que nos hayamos desinteresado del tema. Al contrario. Esta etapa pareciera que está en manos de técnicos, algo que nosotros no somos. Pero nos parece el momento oportuno para intervenir con dos argumentos: uno primero más común, sobre el momento neoliberal actual; y otro que no hemos visto expuesto, sobre la controversia entre creencia y realidad.

© Manolo Berjón, 2010


El más común es que el neoliberalismo imperante acepta y promueve de buen grado el multiculturalismo: hay muchas culturas, todas respetables, y debemos comprendernos entre todos. El neoliberalismo es la progresión geométrica del liberalismo. El liberalismo promovía la igualdad, de ahí la necesidad de la incorporación de los indígenas a la nación: enseñanza de las lenguas nacionales en detrimento de las autóctonas, salud occidental, mestizaje… En esta etapa neoliberal ya no se promueve la igualdad, sino que se potencia la diversidad. Lo único que pide el liberalismo es libertad para el capital, individuos y territorios libres para poder actuar. Ahora el Estado promueve la educación intercultural e incluso la salud intercultural, pero los territorios tienen que estar accesibles a las inversiones. El Estado, en esta tesitura neoliberal, promueve la titulación de comunidades, siempre y cuando sea comunidad por comunidad, fragmentando los territorios. El desafío lo están planteando los pueblos jíbaro (wampis, awajun, candoshi) que exigen “territorio integral”. Son la punta de lanza del movimiento indígena, el resto de pueblos están rezagados.

El Estado, en esta etapa neoliberal, convoca a las organizaciones indígenas para “consulta previa”. Ya se ha escrito mucho sobre este tema. Nuestro aporte será pequeño, esperemos que sea significativo. Y este es nuestro segundo punto. Nos parece que la consulta está viciada de raíz. El problema, tal como nosotros lo percibimos, no es la consulta en sí misma, que deja muchísimo que desear, sino sobre “la realidad”. Este es el verdadero problema. ¿Qué es “la realidad”?

Para los occidentales, tanto Estado como miembros de ONGs, la realidad es lo que puede ser explicado científicamente. Nos movemos en el terreno del naturalismo. Este “modo de identificación” no es cuestionable para los occidentales, aunque puede ser matizado: hay quienes consideran la ciencia como la única explicación sobre la realidad y otros consideramos que hay situaciones que la ciencia no puede explicar, como el amor… Más allá de las disputas dentro de este modo de identificación, nadie en su sano juicio occidental lo cuestiona. Nosotros también lo aceptamos. Aunque en nuestro caso abogamos por un naturalismo abierto a la trascendencia. Como este no es el caso ahora, avanzamos. Los indígenas se mueven en otro “modo de identificación”. Para los indígenas la ciencia no explica la realidad o, al menos, no toda la realidad. En el mundo hay espíritus (algo que la ciencia no puede comprobar ni desmentir).

En nuestra opinión, lo que sucede con la hidrovía es precisamente este choque de “modos de identificación”: naturalista para el Estado y las ONG, animista para los indígenas. Veamos. La purahua es un ser que habita los ríos. Para los kukama la purahua es una gran boa que mantiene el río. Cuando la purahua está presente hay abundante agua. Si la purahua se retira, porque hay mucho ruido, porque cavan (dragan) el río…, el caudal del mismo disminuye, con el consiguiente peligro de que se seque.

El asunto, en nuestra opinión, se encuentra aquí. ¿Cómo pensar la purahua? Para el “modo de identificación naturalista” la purahua es un espíritu. Por tanto, una creencia. No es necesario que yo lo crea, es una creencia que poseen los indígenas. Puede ser una creencia verdadera o errónea. En todo caso, es merecedora de respeto, siempre y cuando se mantenga al interior del pueblo indígena. En la esfera pública multicultural no se habla de creencias, eso pertenece a la esfera privada del grupo. En la esfera pública tenemos que ponernos de acuerdo entre todos. Puedo respetar tu creencia, pero necesitamos “argumentos racionales” para poder conversar y llegar a acuerdos. Mientras los indígenas unen razón y emoción, ambas asentadas en el corazón, para los occidentales se produce una escisión entre razón y emoción.

Al respecto es interesante la incorporación de cuatro sabios indígenas en la etapa actual de conversación entre el Estado y los pueblos indígenas sobre la hidrovía. Se les permite hablar, faltaba más, para eso somos un Estado neoliberal multicultural. Pero sus aportes entran dentro de las opiniones, de las creencias. Muy respetables, pero creencias particulares. El Estado multicultural velará para que todos tengan igualdad de oportunidades y no se imponga una creencia a toda la población. En cuestión de creencias, el mercado está abierto, y el “individuo” elige las más convenientes para sí.

Ahora bien, los indígenas consideran que la purahua no es una creencia, es parte de la realidad, “es la realidad”. La purahua, para los indígenas, no depende de que yo crea en ella. La purahua existe porque es el fundamento de la realidad. De igual manera que los protones, neutrones… existen, con independencia de que yo los acepte o no.

Si nuestro argumento es correcto, entonces percibimos dos estrategias diferentes. Para los occidentales, la purahua es una creencia particular de los indígenas, muy respetable, pero creencia. Por tanto, queda dentro del ámbito privado. Para los indígenas, la purahua es la realidad misma. Y sobre la realidad no se negocia. Este asunto nos parece el verdadero nudo gordiano.

Tenemos la sensación que las ONGs, que han avanzado muchos y preciosos conocimientos técnicos, no están aportando nada al debate de fondo. Continúa siendo un diálogo entre occidentales, donde los indígenas quedan “aparcados en sus creencias”. Mientras que, a nuestro parecer, lo que se dilucida no son creencias, sino cómo está configurada la realidad. Para los indígenas la purahua forma parte de la realidad. Para los occidentales la realidad es explicada únicamente por la ciencia. Y la ciencia no puede decir nada sobre la purahua.

Mucho nos tememos que se está produciendo una “colonialidad del saber”. El Estado neoliberal multicultural impone un modo de ver la realidad a sus ciudadanos indígenas. El Estado no puede estar cooptado por una única manera de ver la realidad: el naturalismo. Imponer el naturalismo es un modo de “colonialidad del saber”. El debate, a nuestro parecer, no es únicamente sobre los argumentos científicos de la hidrovía, como se está llevando a cabo en estos momentos. Por supuesto, los debates científicos nos parecen muy interesantes y oportunos. El debate real, el que no se está escuchando, es sobre la configuración de la realidad. Y en esto, podemos aprender mucho de los indígenas.

Para concluir, en tiempos de cambio climático es necesario debatir con argumentos científicos. El principio precautorio nos indica que ahora no tenemos los conocimientos técnicos suficientes para saber los verdaderos impactos de la hidrovía. Por tanto, es preferible esperar, por precaución. Pero iremos más allá, no es suficiente. ¿No son estos tiempos de cambio climático propicios para explorar otros modos de identificación más allá del naturalismo? ¿Pueden los sistemas animistas aportar elementos que ayuden a la preservación del planeta? En nuestra opinión: sí. Esto es lo que nos parece estar planeando sobre la hidrovía, una conversación que no se está permitiendo producir, un debate sobre modos de identificación, sobre ontologías.



[1] Quien desee puede ver alguno de nuestros post desde abril 2014, aunque nuestro acompañamiento a las organizaciones indígenas sobre este punto data de varios años antes: https://revistaideele.com/ideele/content/hidrov%C3%ADa-amaz%C3%B3nica-aproximaci%C3%B3n-desde-un-mito-kukama; y, entre otros, los post incluidos en https://lacanoavarada.lamula.pe/

jueves, 22 de febrero de 2018

EN LA TRASTIENDA. Nuevas conversaciones del “grupo de Saramurillo” con el gobierno peruano.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

Los días 19 y 20 de febrero de 2018 se desarrolló una reunión de representantes de las 5 cuencas, los mismos que firmaron los “acuerdos de Saramurillo” en diciembre de 2016, con el gobierno peruano en Nauta, provincia de Loreto. Bajaron un buen grupo de indígenas de la provincia de Loreto para tal reunión. Finalizaron firmando un documento donde básicamente se pusieron plazos y presupuesto y se delimitó quién es responsable de ejecutarlo por parte del estado. Vendría a ser como una acotación al acta firmada en Saramurillo el 2016. Un éxito para los pueblos indígenas, pero ha pasado un año en vano. Un triunfo para el gobierno que puede presentar un “conflicto resuelto” (por esta vez, hasta la próxima), estampado con la firma de Mercedes Araoz, primera ministra. Pero, ¿qué hay en la trastienda? Esta nota tratará de arrojar un poco de luz sobre esa zona oscura.

Foto: Juan Carlos Ruiz

En 1921 la Compañía Standard Oil obtuvo una concesión de 25.000 Km2 en la Amazonía ecuatoriana. Para 1937 la Shell se hace con 10 millones de hectáreas, más de la mitad de la región amazónica de aquella época, desplazando a Standard Oil. Esta última se alía con el gobierno peruano y las tensiones terminan por desencadenar la guerra de 1941 por los límites entre ambos países.

En 1941 el P. Avencio Villarejo hace un viaje misional por el Alto Corrientes. Le llaman la atención unos “estratos raros”. Relató esta experiencia en su libro “Así es la selva”. En 1956 un ingeniero norteamericano vino a comprobar esos “estratos raros” narrados por el P. Avencio. En 1971 empezó a brotar petróleo en el pozo Corrientes X1.

El petróleo se convierte en una estrategia de “ocupación del espacio” a ambos lados de la frontera. Esto tiene su importancia, porque implica que la protección de la frontera es prioritaria para el estado-nación. Eso vendría a demostrar el poco interés en temas medioambientales y de protección de pueblos indígenas. Estos, más bien, son un estorbo. Sólo cuando los indígenas protestan se conversa con ellos. Pero sin ningún plan de por medio. El único objetivo es calmarles para que todo siga igual. De hecho, propuestas como la creación de una Comisión de la Verdad o el cambio de modelo energético pasan desapercibidas, a pesar de estar en el acta de Saramurillo de 2016.

Si nuestra hipótesis es cierta, nos atrevemos a señalar que es lo que está detrás de las leyes ambientales débiles que, para mayor desgracia, no se cumplen. Añadiríamos un par de notas más. La primera es que no importa el precio del petróleo, hay que dar garantías a las compañías para que exploten el petróleo porque es una forma de ocupación del espacio y de cuidado de la frontera. Segundo, no importa el verdadero estado del oleoducto, se necesita para poner el petróleo de la selva en la costa peruana. Modernizar el oleoducto implicará un aumento del gasto de producción del barril. Eso hay que compensarlo con exoneraciones y otros implementos legales que permitan a las compañías ocupar el territorio.

Es decir, un Estado penetrado por compañías petroleras que hacen lobby para que las leyes sean débiles. Leyes que, además, no se cumplen porque existe un objetivo oculto: ocupación territorial cercano a la frontera. De ahí que los volúmenes ridículos de hidrocarburos no impidan su extracción. Esto obliga al estado-nación a ofrecer todo tipo de facilidades a las compañías petroleras. Hablar de frontera es nombrar los intereses de otro grupo prioritario en el estado-nación: el ejército.

El siguiente paso en la ocupación del territorio es obvio: una carretera. La proyectada carretera de Iquitos a Saramiriza es un parte. De un lado, conecta a Iquitos con la costa, algo que es querido por la población loretana, pero que causará impactos impredecibles y desastrosos en cuanto extracción de recursos naturales y penetración del narcotráfico. Por otra parte, esta carretera es tan solo la mitad de la misma. De Iquitos se va a la comunidad nativa de 12 de octubre, en el alto Tigre y de ahí ya hay una carretera construida por los petroleros hasta Andoas, en el alto Pastaza.

Esta carretera Andoas (alto Pastaza) – 12 de octubre (alto Tigre) se proyecta hasta Güeppí (alto Putumayo), atravesando el alto Napo. Es decir, tenemos una carretera que circula paralela a la frontera ecuatoriana. De esta manera se vuelve a ocupar el espacio. Ahora con una carretera. De nuevo: extracción de recursos naturales y ocupación de territorios indígenas con todo lo que esto conlleva. Una de sus consecuencias, no la menor, será la lenta extinción de las lenguas indígenas.

Para concluir, el estado-nación (blanco, por supuesto) impone sus criterios, intereses y negocios sobre los pueblos indígenas. Estos últimos son un estorbo para los verdaderos intereses del estado-nación, que acepta conversar con ellos siempre y cuando no hagan problemas y permitan continuar al estado-nación con su proyecto. Es preciso recordar que el estado-nación está penetrado por el capitalismo: símbolos como el dinero y las imágenes no necesitan pasaporte.

Post Data: el día 19 hubo una reunión en Iquitos sobre la hidrovía amazónica y el 20 esta misma reunión se desarrolló en Nauta. Es interesante cómo el estado hace coincidir estas dos reuniones (hidrovía y 5 cuencas). No hay interés en los pueblos indígenas, tan solo que no den problemas para que el estado-nación pueda seguir con sus políticas de ocupación del espacio. La hidrovía supone dragar varios puntos en grandes ríos amazónicos que modificarán la pesca, la sociedad y hasta las cosmologías indígenas. Tenemos un sándwich: por un lado, la hidrovía; por otro, el eje petrolero y las carreteras. Habría que añadir la línea de transmisión Moyobamba-Iquitos y las represas proyectadas en el Marañón. En el medio, multitud de pueblos indígenas que están siendo agredidos en su territorio. La acumulación de los impactos es superior a la suma de cada uno de los mismos.

Post Data 2: habría que complementar esta nota con la visión de los pueblos indígenas, ellos no son una tabula rasa. Pero será en otro momento.

viernes, 12 de agosto de 2016

Presentación del libro "Karuara, la gente del río"



Iquitos, 12 de agosto de 2016

Texto preparado para la presentación del libro Karuara. La gente del río, Radio Ucamara-Quisca Producciones, Huaynakana Kamatahuarakana, Iquitos, 2016; Karuara. People of River, Radio Ucamara-Quisca Producciones, Huaynakana Kamatahuarakana, Iquitos, 2016; Karuara. Le gens du fleuve, Radio Ucamara-Quisca Producciones, Huaynakana Kamatahuarakana, Iquitos, 2016]. Hay edición kukama-castellano, kukama-inglés y kukama-francés. La presentación tuvo lugar el 9 de agosto de 2016 a las 8.00 p.m. en el auditorio del antiguo colegio San Agustín, de la calle Nauta cuadra 1, junto al malecón, en la ciudad de Iquitos].


“Voy a juntar unas cuantas palabras”, decía don Jerónimo, un viejito del Marañón, cuando comenzaba un discurso. Pues eso, vamos a juntar unas cuantas palabras. Para nosotros es un honor que nos hayan invitado a esta presentación. Cuando un amigo, Leonardo Tello, nos propuso la presentación, aceptamos rápidamente. Lo primero que se nos vino a la cabeza fue la importancia de ser gente. Es lo que intentamos aprender en el Marañón. Digámoslo con otras palabras: poco a poco nos fueron domesticando.

Dividiremos la presentación en tres partes. Comenzaremos con un preámbulo sobre el lugar donde estamos en estos momentos: las instalaciones del antiguo colegio San Agustín. La primera parte estará más ligada a nuestra biografía y, por tanto, será más personal. Una segunda parte que nos parece la más central y que versará propiamente sobre el karuara-yacuruna. Y una tercera parte con una breve nota sobre los hablantes del idioma kukama. Comencemos.

0.       Preámbulo: el espacio en el que estamos
Nos encontramos en un ambiente sugerente: el antiguo colegio San Agustín. Este colegio cumplía dos funciones. Una primera y fundamental, dedicada a la a la educación occidental. Acá se prepararon las élites de Iquitos. Hasta que comenzó a dar el barranco. Para los kukama el barranco se produce cuando los karuara-yacuruna comen la ribera del río. Suelen hacerlo por mal comportamiento de las personas: les molesta una vida poco ética y el exceso de ruido. En síntesis: el nuevo emplazamiento del colegio San Agustín en la plaza 28 de julio se debe a que los karuara-yacuruna comieron la ribera por mal comportamiento de los ciudadanos de Iquitos. 

Una segunda función del colegio consistía en dar alojamiento a los misioneros. De acá partieron los agustinos para visitar los ríos amazónicos. Acá llegaban también después de sus giras. Han sido cientos de misioneros los que han accedido a este espacio. Uno de ellos, tal vez el más insigne, haya sido el P. Lucas Espinosa, gran estudioso del pueblo kukama. Recordemos una anécdota que narra con Ambrosio, un chamán kukama:
“Un tal Ambrosio, curandero de profesión, aparece por mi casa medio beodo, alegre, en el mejor estado para satisfacer la curiosidad. ‘A ver, cómo haces para curar’, le digo y pongo en su mano un lápiz en sustitución de la gran pipa. No se hizo rogar. Comenzó a canturrear, soplar, llamar a no se qué espíritus del cielo y de la tierra, de los montes y de los ríos, de los animales y de las plantas; a silbar y extender el brazo, diciendo al mismo tiempo: ‘uchima’, ‘uchima’, que en lengua Kichua quiere decir: ‘sal’, ‘sal’, ‘retírate’. Esto y demás como se ha dicho. ‘¿Y para qué eso?’, le pregunto. A lo que contesta: ‘Pues, ustedes, los curas, cuando bautizan, ¿no soplan, echan saliva, sal, manteca, y no hacen otras boberías?’ (Digo boberías por no usar su expresión, un tanto fea). Pues asimismo nosotros’. Entonces comprendí de una vez la significación de la brujería y de los ritos que la acompañan” (ESPINOSA 1935: 150-151).

Con este párrafo el P. Lucas concluye su estudio sobre los kukama. Es sintomático el grado de aceptación y conocimiento que posee de este pueblo indígena.


I.- PERSONAL
I.1.- Conocimos a Mariluz Canaquiri en Shapajilla, distrito de Parinari. Ella era “movilizadora”. Nos explicamos: la Parroquia Santa Rita de Castilla, a fines de los 80 comenzó a preparar mujeres para la atención en salud materno infantil. Era la época del cólera y la iglesia se esforzó en poner remedio a esta situación. Su trabajo consistía sobre todo en evitar la temible desnutrición. Mariluz era una de esas mujeres. Durante muchos años participó en los cursos. Emilsen Flores es otra mujer de la comunidad de Parinari. Su trayectoria de vida no fue tan cercana a nosotros. Sin embargo su trayectoria vital es también impresionante. Dirigente de Wainakana por muchos años. Es una mujer sensible y con una fuerte convicción por defender los derechos de los pueblos indígenas. Es un  honor para nosotros haberlas conocido. Son de esas mujeres que han cambiado la historia del Marañón. Pero vayamos por partes.

En la década del 90 del siglo pasado el Programa Pacaya Samiria organizó a 12 comunidades en el Marañón, en torno al río Samiria, en AIDECOS. Poco a poco fueron convocando a las mujeres para algunos talleres. Esas reuniones de mujeres indígenas fueron el germen den WAINAKANA KAMATAWARAKANA, mujeres trabajadoras. Ahora Mariluz y Emilsen son parte de su directiva.
Los procesos que se han llevado a cabo en el Marañón han sido intensos: educación bilingüe, contaminación, oleoducto nor-peruano, hidrovía… Todos estos procesos no serían igual sin la presencia de WAINAKANA. No siempre ha sido fácil. La organización de varones no les aprecia mucho. No es posible que una mujer tenga niveles de representación superiores a los hombres. Pero ahí están.

I.2.-
Cuando llegamos a Nauta había un pequeño grupo de Animadores cristianos que llevaban años escribiendo un vocabulario kukama – castellano. Habían sido preparados por los encuentros de kukama hablantes en el Cencca (Centro Campesino de Capacitación Amazónica). Se reunían periódicamente y discutían sobre palabras y cómo se escribían. Durante un tiempo quisimos volver a reunir a kukama hablantes simplemente para conversar. No fue posible, nunca tuvimos un poco de dinero para poder hacerlo.

Para el año 2007 los Animadores hablantes del kukama formalizaron sus reuniones en un grupo que denominaron: “kukamakana katupe”, los kukama aparecen. Se reunían los viernes en la tarde en la casa del señor Manuel Murayari, recientemente fallecido, ellos fueron el origen del grupo que posteriormente pasó a reunirse en radio Ucamara. Todos los viernes, religiosamente, el P. Manolo Berjón, aquí presente, les acompañaba. Se reunía con ellos. Les escuchaba sus discusiones sobre determinada palabra. Se reía con ellos. Les estimulaba a continuar adelante. Ellos fueron el germen de los programas en kukama en radio Ucamara.

Sin embargo, no todas las personas, hablaban kukama en público. Otros animadores cristianos escuchaban en silencio. Cuando se les preguntaba si sabían hablar en idioma siempre se apresuraban a responder: “no”. Pasados unos años alguno de aquellos Animadores que negaban hablar en kukama se convirtió en el corazón del grupo de kukama hablantes que se reúnen en torno a Radio Ucamara para impulsar la lengua.

De aquí podemos sacar la primera conclusión: es necesario generar las condiciones para que la gente pueda hablar en kukama. Eso pasa por tres requisitos: el primero es el tiempo. Dedicar tiempo. La iglesia no debe apurarse, es una institución con 2000 años de existencia y no debemos correr detrás del tiempo. Nuestra fe en la parusía nos debe vacunar contra la prisa. Sólo dedicando tiempo y energías podemos crear estas condiciones necesarias para permitir la expresión en idioma kukama. Una segunda condición matiza la primera. No es únicamente dejar pasar el tiempo, tener paciencia. Es preciso generar confianza. Esto conlleva un componente de ser proactivo, de salir al encuentro del otro como otro. De interesarse en las personas por ser personas. En disfrutar de las cosas pequeñas, de las historias mínimas, de lo que puede parecer irrelevante. Para que las personas puedan sentirse seguras y expresar sus visiones de la vida. Es necesario contrarrestar la vergüenza y afianzar la identidad. Ayuda un poco de dinero como incentivo para estas historias de recuperación del idioma, unido a una política lingüística estatal proactiva. Serían el tercer componente. Todo este trabajo ha alimentado los programas en kukama de radio Ucamara, convirtiéndose en un soporte público de la defensa del idioma kukama en la sociedad.

Con estas condiciones puede surgir la chispa, la sorpresa. Lo que parece dormido salta a la luz.




II.- KARUARA, LA GENTE DEL RIO
Acotemos un poco más el tema. Llevamos un rato hablando del karuara, ¿quién conoce al karuara? Levanten su mano. ¿Quién conoce al yacuruna? Alcen su mano, sin miedo.
Señalamos, brevemente, cuatro campos, entre otros posibles, donde tiene importancia pensar el karuara: la cosmología, la historia, el olor y el comportamiento ético.

II.1.- Hace unos años un antropólogo amigo estaba grabando narraciones tradicionales del pueblo kukama en las comunidades aledañas a Nauta: en San Antonio. La Sra. Feliciana Yumbato le narró varias tradiciones. En medio de ellas le contó Caperucita roja. El antropólogo la grabó con toda normalidad, aunque no hemos visto que haya teorizado sobre esta situación.

Qué diferencia la versión de la Sra. Feliciana de la que se cuenta en Europa. Posiblemente nada, y todo. Nada porque la versión era similar a la que pueda narrar cualquier persona a sus hijos en Europa. Sin embargo, el marco en el que estaba inserta es diferente. La versión de la Sra. Feliciana  estaba dentro de un relato indígena. Y aquí percibimos otra característica importante kukama: la apropiación. Lo que hace diferente esta versión es este marco indígena. El contexto y la cosmología en la que se inserta.

El gran peligro a la hora de leer estas narraciones es precisamente descontextualizarlas y enmarcarlas en una cosmología occidental. De esta manera se convierten en un cuento que apela a la multiculturalidad, pero que permanece ajeno a la multinaturalidad indígena. Así se convierte en un asunto estético. Nuestra apuesta es enmarcarla dentro de una cosmología indígena. Sólo de esta manera se pueden comprender estos relatos en su plena dimensión. Estas narraciones no son ningún cuento. Para que podamos comprenderlas necesitamos integrarlas en su propia cosmología. Leídos como cuentos no percibimos la grandeza de las mismas. Cuando está integrada en su cosmología entonces percibimos que es otro mundo.

En definitiva, hablar del karuara implica recordar el diluvio. A diferencia del mito cristiano, la narración kukama habla del mundo que se voltea. Cuando hay demasiada maldad en el mundo se produce la inundación y se voltea la tierra. Por eso, las personas que viven en la tierra pasan a vivir debajo del agua y los que viven dentro del agua se transforman en personas. Sólo que el pretendido diluvio no sucede una única vez, como en el relato del génesis. Sino que, en el pueblo kukama, cada nuevo diluvio configura un mundo debajo del agua. Lo que conlleva que hay tantos mundos debajo del agua cuantas veces se haya volteado la tierra. Y los seres que viven debajo del agua son más poderosos y agresivos cuantos más mundos debajo vivan.

II.2.- Karuara, yacuruna. Veamos la descripción que hace el P. Manuel Uriarte en 1764 del yacuruna para los indígenas Iquito.
1764: Yacuruna. «Un buen indio […], fué señalado semanero, y vino el sábado, como era costumbre, trayéndome algunas charapillas; pero azorado y pidiéndome, que no traía más que dos o tres; porque lo habían espantado y hecho volver a prisa los chauras del agua. –“¿Qué eso?”, le pregunté, y llevé al aposento para examinarlo despacio, dándole un traguito de aguardiente para sosegarlo. Aquí me dijo en sustancia que estando el tal parte, cerca del río, asando sus yucas y peces para comer con otro mocetón […], vinieron salir del río dos indios desnudos, les pidieron de comer, hablaron y dijeron: “Vosotros tenéis lanzas; nosotros no tenemos; no nos matéis; seamos amigos”. Y él, asombrado, les dio de lo que tenía; comieron y se volvieron a sumergir dentro del agua; por lo que él y su compañero, espantados, tomaron su canoílla y vinieron a toda boga a avisármelo, añadiendo que nunca tal jamás habían visto; mas que oía a sus viejos habían ellos visto algunas veces a estos chauras o diablos del agua. Díjele: –“¿No te acordaste de hacer la cruz?”, y él respondió que con la turbación no se acordó primero; mas luego sí, aunque con disimulo; y entonces se volvieron. Luego llamé aparte el compañero, y me contestó lo mismo, protestando no ir más a aquel paraje, porque no lo cogieran los chauras del agua. Los indios portugueses contaban lo mismo de abajo.

Discurra cada uno, como le parece, sobre esto; estos indios me parece no tenían motivo para fingirme esta patraña, porque allá ninguna premura había para que trajeran los semaneros; antes se les agradecía y pagaba si algo especial traían. Y aunque ellos acá decían chauras o diablos del agua, no hallo por qué el diablo se fingiese salir en forma de indio y volver al río; fuera que hablar pocas palabras, les diesen de comer y no los dañasen con las lanzas, no parece cosa del diablo; ni quedaron con el espanto que otros, que en otras partes he tocado, trataron con el común enemigo, y los más han muerto presto. Yo, acordándome lo de Fray Feijó, que puede un hombre acostumbrarse a vivir dentro del agua, confirmándolo con aquel caso del Vizcaíno, que se cogió en redes y hechas las cuentas había desaparecido en el puerto de su tierra siete años había, no se me hace imposible que estos Iquitos, hechos a andar en el agua, por alguna melancolía y temor de sus enemigos, probasen a vivir en el río y se saliesen con ello. He visto diversas veces cómo son muy juguetones; mientras uno está en la orilla con su anzuelo pescando, ir ocultamente otro de lejos, zambullendo dentro del agua y agarrar el anzuelo; parecerle al pescador era un pez grande, y después de tenerlo buen rato sujetando el fingido pez el resuello, sacar la mano asiendo de dos dedos el anzuelo, y celebrando el chasco, huirse por debajo del agua y salir bien lejos a la orilla. Y así, como refiere la Historia de China, algunos malhechores que allá condenaban a muerte, que era ponerlos con una cadena fijos dentro del río hasta el cuello sumergidos, y así vivían como quince y veinte días como algunos pasajeros les diesen algo de comer, y si morían presto no era tanto por el agua en que estaban cuanto porque por donde rodeaba la cadena se iba podreciendo la carne y encancerando; éstos, si por voluntad y en agua tibia, me parece que sin atribuirlo a maldición o cosa para temerla, vivían, y más saliendo fuera a comer. Y quizás son de los que se oyen cortar leña de noche en el monte, cerca del agua; aunque arriba dije lo contario, en lo del Joanico. En lo animal conviene el hombre con las bestias; de éstas hay allá tan diversas anfibias, que viven en tierra y agua, como el capiguagra, que son como puercos grandes, el lobillo, como perros; la danta como mula. Y los he visto en tierra, donde duermen y crían, y por lo común habitan en el río. Pues, ¿qué mucho que en aquella gentilidad en que viven como bestias, sin más pensamiento que comer y beber, y algunos instigados del enemigo, hayan tomado de vivir entre los peces? Pero, en fin, unusquisque suo sensu abundet.» (“cada uno en su propia mente”) (Uriarte 1986: 384-386).

II.2. Su manera de pensar la historia. Veamos el tema de la ropa es la propia persona. Un kukama no pondrá la ropa de otra persona, se enajena, se enferma. Por eso, cuando muere una persona y no encuentran su cadáver, velan su ropa.

Es curiosa la ropa con la que visten al yacuruna.
-          Ropa: tiene sombrero (la raya), zapatos (la carachama), cinturón (la boa), reloj (el cangrejo), plato de yacuruna (victoria regia), el remo (), la canoa (el caimán),
-          Instrumentos musicales (influencia andina y europea): el pífano (el shitari), acordeón (pez torres), bombo (cunchi mama), la quena (jergón),
-          Otros: machete (bufeo macana, ipirawira tsarapu; macana: arma ofensiva), tabaco (bijao)…
Lo primero que llama la atención es que los peces de los que está compuesto el karuara no se comen. El yacuruna es una forma de pensar la alteridad. La ropa que describen corresponde a un patrón de la época del caucho. Los yacuruna son agresivos, como los caucheros: roban, comen, matan, transforman…

Los instrumentos musicales también son apropiaciones realizadas al contacto con otros pueblos. Bien de influencia andina (quena, pífano…), bien europea (acordeón).

Yacuruna como figura de la alteridad. Bien sean apropiaciones de los blancos (ropa, instrumentos musicales…), andinos (instrumentos musicales…), bien de los otros que fuimos, nosotros mismos en otros tiempos (macana-machete, tabaco…)

II.3. Esta figura de la alteridad que es el karuara sirve también para autoidentificarse. Los niños cuando nacen huelen a karuara, a pez. Sus padres al recibir al recién nacido realizan una serie de cuidados que lleva a transformar al bebé en una persona verdadera. El olor cumple aquí un rol preponderante. La primera transformación será el olor a leche materna. Los bebitos huelen a leche materna al lactar de su madre. Poco a poco los padres le irán dando un olor característico, propio: baños, comidas, el mismo contacto físico (humor)…

Otro momento donde aparece el yacuruna en relación a la vida de las personas es con el cambio de voz en los varones. Hacia los 13 años, cuando los adolescentes cambian la voz, se parecen al karuara, tienen voz gangosa. Esta transformación convertirá al adolescente en un adulto, con un tono de voz humano, dejando atrás al karuara.

II. 4. El karuara se convierte también en una instancia ética. Si una persona tiene un mal comportamiento es probable que los yacuruna le corrijan cuando camina en canoa por el río. Si no obedece, los karuara terminarán llevándole con ellos, para transformarlo en un nuevo yacuruna. Por eso, pegar a la mujer, vivir borracho, mezquinar… son comportamientos reprobables que los karuara pueden corregir, que de hecho corrigen.

En lugar de conclusión, formulemos una pregunta: ¿qué es un río? No es el momento de responder a esta pregunta, pero sí de dejar constancia que un río no es únicamente “una corriente de agua más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar” (Diccionario rae). Estamos viendo que el río, y los karurara que en él habitan, forman una rica cosmología con gran incidencia en la vida práctica. Las visiones desarrollistas del río que desconocen esta sabiduría indígena no pueden comprender la resistencia de la gente a ciertos proyectos, ni el daño que causan a los pueblos indígenas.

III.- HABLANTES DEL IDIOMA KUKAMA
Durante años no se nos permitió escuchar hablar en kukama en las comunidades. La gente lo negaba. La primera persona a la que escuchamos hablar en kukama fue un Animador Cristiano: (+) Mamerto Ahuanari, gran amigo, “que Dios le haya recogido en sus benditas manos”, como se dice en el Marañón. En Nauta era más fácil escuchar hablar en kukama.

Nuestra impresión es que se trata a las personas que hablan kukama como algo del pasado, un vestigio sin importancia, un “grupo residual”. El diccionario Rae define residuo como una “parte o porción que queda del todo”. Y nos viene a la mente la expresión “aguas residuales” con la connotación fétida que conlleva. Si se nos permite, vamos a utilizar un término propio de los estudios bíblicos: “el resto de Yahvé”. La Biblia utiliza la expresión “resto de Yahvé”  para referirse a un grupo pequeño de judíos que mantienen la fe en Yahvé en medio de las dificultades y el destierro. Los profetas ven en este “resto de Yahvé” no un residuo, sino un germen. La semilla del pueblo judío. Nos gustaría aplicar este concepto de “resto” a los kukama hablantes. No son ningún residuo, tal como les tratan las diversas administraciones y la sociedad envolvente, son un resto del cual florece la cultura kukama. De ahí la importancia. Con palabras del profeta Isaías: no romper la caña quebrada, ni apagar el pábulo vacilante.  

Los kukama hablantes no son un residuo, son un resto. Y acá podemos ver cómo en los últimos años se los trata como residuo y se los folkloriza. No hay fiesta, recibimiento de autoridades, acontecimiento importante… donde no se dance o hable en kukama. Esta visión estética es un barniz que sirve para que todo siga igual. Nosotros apostamos por lo contrario. Un resto que mantiene la esperanza. Por eso preferimos apostar por el tipo de actividades que realiza Radio Ucamara.

LO QUE QUEDA POR DELANTE
Otros proyectos: videos, libros, todo soporte es adecuado para plasmar la cultura kukama. Y sobre todo, la radio.

Bueno, ya hemos juntado unas cuantas palabras. Esperemos que haya sido de su agrado. Muchas gracias.

Nota: Pueden adquirir el libro poniéndose en contacto con Radio Ucamara.

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BIBLIOGRAFIA
-   ESPINOSA, Lucas (1935), Los tupí del Oriente peruano. Estudio lingüístico y etnográfico, Publicaciones de la expedición iglesias al Amazonas, Madrid.
-        URIARTE, Manuel (1986 [1771]), Diario de un misionero de Maynas, CETA, Iquitos.
-        Diccionario Rae
-        Biblia de Jerusalén


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas