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jueves, 22 de febrero de 2018

EN LA TRASTIENDA. Nuevas conversaciones del “grupo de Saramurillo” con el gobierno peruano.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

Los días 19 y 20 de febrero de 2018 se desarrolló una reunión de representantes de las 5 cuencas, los mismos que firmaron los “acuerdos de Saramurillo” en diciembre de 2016, con el gobierno peruano en Nauta, provincia de Loreto. Bajaron un buen grupo de indígenas de la provincia de Loreto para tal reunión. Finalizaron firmando un documento donde básicamente se pusieron plazos y presupuesto y se delimitó quién es responsable de ejecutarlo por parte del estado. Vendría a ser como una acotación al acta firmada en Saramurillo el 2016. Un éxito para los pueblos indígenas, pero ha pasado un año en vano. Un triunfo para el gobierno que puede presentar un “conflicto resuelto” (por esta vez, hasta la próxima), estampado con la firma de Mercedes Araoz, primera ministra. Pero, ¿qué hay en la trastienda? Esta nota tratará de arrojar un poco de luz sobre esa zona oscura.

Foto: Juan Carlos Ruiz

En 1921 la Compañía Standard Oil obtuvo una concesión de 25.000 Km2 en la Amazonía ecuatoriana. Para 1937 la Shell se hace con 10 millones de hectáreas, más de la mitad de la región amazónica de aquella época, desplazando a Standard Oil. Esta última se alía con el gobierno peruano y las tensiones terminan por desencadenar la guerra de 1941 por los límites entre ambos países.

En 1941 el P. Avencio Villarejo hace un viaje misional por el Alto Corrientes. Le llaman la atención unos “estratos raros”. Relató esta experiencia en su libro “Así es la selva”. En 1956 un ingeniero norteamericano vino a comprobar esos “estratos raros” narrados por el P. Avencio. En 1971 empezó a brotar petróleo en el pozo Corrientes X1.

El petróleo se convierte en una estrategia de “ocupación del espacio” a ambos lados de la frontera. Esto tiene su importancia, porque implica que la protección de la frontera es prioritaria para el estado-nación. Eso vendría a demostrar el poco interés en temas medioambientales y de protección de pueblos indígenas. Estos, más bien, son un estorbo. Sólo cuando los indígenas protestan se conversa con ellos. Pero sin ningún plan de por medio. El único objetivo es calmarles para que todo siga igual. De hecho, propuestas como la creación de una Comisión de la Verdad o el cambio de modelo energético pasan desapercibidas, a pesar de estar en el acta de Saramurillo de 2016.

Si nuestra hipótesis es cierta, nos atrevemos a señalar que es lo que está detrás de las leyes ambientales débiles que, para mayor desgracia, no se cumplen. Añadiríamos un par de notas más. La primera es que no importa el precio del petróleo, hay que dar garantías a las compañías para que exploten el petróleo porque es una forma de ocupación del espacio y de cuidado de la frontera. Segundo, no importa el verdadero estado del oleoducto, se necesita para poner el petróleo de la selva en la costa peruana. Modernizar el oleoducto implicará un aumento del gasto de producción del barril. Eso hay que compensarlo con exoneraciones y otros implementos legales que permitan a las compañías ocupar el territorio.

Es decir, un Estado penetrado por compañías petroleras que hacen lobby para que las leyes sean débiles. Leyes que, además, no se cumplen porque existe un objetivo oculto: ocupación territorial cercano a la frontera. De ahí que los volúmenes ridículos de hidrocarburos no impidan su extracción. Esto obliga al estado-nación a ofrecer todo tipo de facilidades a las compañías petroleras. Hablar de frontera es nombrar los intereses de otro grupo prioritario en el estado-nación: el ejército.

El siguiente paso en la ocupación del territorio es obvio: una carretera. La proyectada carretera de Iquitos a Saramiriza es un parte. De un lado, conecta a Iquitos con la costa, algo que es querido por la población loretana, pero que causará impactos impredecibles y desastrosos en cuanto extracción de recursos naturales y penetración del narcotráfico. Por otra parte, esta carretera es tan solo la mitad de la misma. De Iquitos se va a la comunidad nativa de 12 de octubre, en el alto Tigre y de ahí ya hay una carretera construida por los petroleros hasta Andoas, en el alto Pastaza.

Esta carretera Andoas (alto Pastaza) – 12 de octubre (alto Tigre) se proyecta hasta Güeppí (alto Putumayo), atravesando el alto Napo. Es decir, tenemos una carretera que circula paralela a la frontera ecuatoriana. De esta manera se vuelve a ocupar el espacio. Ahora con una carretera. De nuevo: extracción de recursos naturales y ocupación de territorios indígenas con todo lo que esto conlleva. Una de sus consecuencias, no la menor, será la lenta extinción de las lenguas indígenas.

Para concluir, el estado-nación (blanco, por supuesto) impone sus criterios, intereses y negocios sobre los pueblos indígenas. Estos últimos son un estorbo para los verdaderos intereses del estado-nación, que acepta conversar con ellos siempre y cuando no hagan problemas y permitan continuar al estado-nación con su proyecto. Es preciso recordar que el estado-nación está penetrado por el capitalismo: símbolos como el dinero y las imágenes no necesitan pasaporte.

Post Data: el día 19 hubo una reunión en Iquitos sobre la hidrovía amazónica y el 20 esta misma reunión se desarrolló en Nauta. Es interesante cómo el estado hace coincidir estas dos reuniones (hidrovía y 5 cuencas). No hay interés en los pueblos indígenas, tan solo que no den problemas para que el estado-nación pueda seguir con sus políticas de ocupación del espacio. La hidrovía supone dragar varios puntos en grandes ríos amazónicos que modificarán la pesca, la sociedad y hasta las cosmologías indígenas. Tenemos un sándwich: por un lado, la hidrovía; por otro, el eje petrolero y las carreteras. Habría que añadir la línea de transmisión Moyobamba-Iquitos y las represas proyectadas en el Marañón. En el medio, multitud de pueblos indígenas que están siendo agredidos en su territorio. La acumulación de los impactos es superior a la suma de cada uno de los mismos.

Post Data 2: habría que complementar esta nota con la visión de los pueblos indígenas, ellos no son una tabula rasa. Pero será en otro momento.

jueves, 7 de septiembre de 2017

TEMPORALIDADES Y COLONIALIDAD: sobre la actividad petrolera en la selva peruana

Iquitos, 7 de setiembre de 2017

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


En estos momentos se está debatiendo sobre la consulta en el lote 192: “sin consulta no hay petróleo”, dicen las federaciones de las 4 cuencas. Y tienen toda la razón. Perú suscribe las leyes indígenas internacionales pero no se cumplen. El 11 de setiembre vence el plazo dado por estas federaciones al Estado para garantizar que les consulten. A esto sumamos que el 1 de setiembre se cumplió un año de la toma de Saramurillo. La siguiente nota trata de situarse en este contexto.





TEMPORALIDADES

El Estado acostumbra a regirse por unas temporalidades lineales, con programaciones más o menos calendarizadas, al margen de que se cumplan o no. Los pueblos indígenas utilizan otros parámetros temporales que ahora no vamos a entrar aquí. Lo cierto es que el Estado “planifica”. Otra cosa es que el aparato del Estado esté manejado por una élite blanca que sirva a los intereses de los de siempre.

-          A corto plazo:
o   el Estado va tanteando a los pueblos indígenas y negocia con ellos puntos concretos. La estrategia es muy sencilla. Se negocian pequeños proyectos y se hace continuamente. A medida que hay presión se va negociando. Cuanta más presión más intensa la negociación. La tensión depende de cada momento. Pero siempre, demorando, ganando tiempo, postergando, buscando retrasar.

o   Pese a estar firmado, no se está haciendo ninguna evaluación internacional sobre el Oleoducto Nor-peruano. Es decir, sino hay presión, al Estado no parece importarle lo que sucede con pueblos indígenas.

-          A medio plazo:
o   Se pretende licitar el lote 192 por 30 años, sin consulta a los pueblos indígenas. Aunque ya sabemos que esto de la consulta tampoco es una panacea. Al Estado se le obligó a consultar la “hidrovía amazónica” y encontraron estrategias para que los pueblos indígenas firmaran su conformidad, entre otras cosas, porque no se sabe los impactos que va a tener dicho proyecto (falta de información). Y en tiempos de cambio climático, cuando no están claros los impactos, es preferible la prudencia.

-          A largo plazo:
o   Se decide invertir en la refinería de Talara. Se presupuesta un monto y ahora ya superamos los US $ 5000 millones. No faltan voces que cuestionan este proyecto desde el punto de vista económico. Vamos, un desastre. Traemos este tema a colación porque eso exige la continuidad de la extracción petrolera en el lote 192: según datos gubernamentales, una estimación sobre el 17% del petróleo peruano. Por tanto, la consulta sobre el lote 192 se queda corta. Otros espacios lejanos, como Talara, presionan sobre los pueblos indígenas. Es decir, la “visión de país” (inversión en Talara) afecta poderosamente a los pueblos indígenas.

o   No existe ninguna intención de plantear el cambio de “matriz energética”. Este nos parece el gran tema de fondo. Hoy en día hay consenso respecto al cambio climático y la necesidad de este cambio de matriz energética. Pero los políticos están en otra. Cuanto más demoremos en plantearlo, más retrasados iremos. No se trata de hacer un cambio brusco. Hay que planificar y realizar una transición poco a poco. Pero hay que comenzar. Es tiempo de comenzar.


COLONIALIDAD

Vamos a citar dos párrafos de un Convenio entre el INSTITUTO TECNOLOGICO DE LA PRODUCCION y una comunidad indígena del distrito de Parinari. Un Convenio firmado con mala fe: cuando su presidente comunal llegaba de viaje le hicieron firmar sin saber lo que firmaba y sin consultar a su comunidad. Una práctica muy habitual. Citemos los dos párrafos y después lo analizaremos brevísimamente.

“Las personas jurídicas y naturales del presente Convenio de Asociación en Participación, se comprometen a respetar el carácter de bien público de la información y técnica generada, y establecen respetar los derechos de autoría de los investigadores debiendo tratarse los créditos de colaboración de los investigadores involucrados y el reconocimiento de las entidades confortantes de la alianza estratégica”

“La propiedad intelectual que eventualmente generen los resultados de la investigación, deberá ser registrada a nombre de INSTITUTO TECNOLOGICO DE LA PRODUCCION – ITP según acuerdo mutuo entre los miembros de la Alianza Estratégica”.

Señalemos varios puntos:

1.       El ITP es un organismo dependiente del Ministerio de la Producción.

2.       Son los técnicos de ITP quienes elaboran el Convenio y el presidente comunal lo firma. La escritura al servicio del poder.

3.       No se reconocen los saberes previos de la comunidad. Tan sólo se pide “respetar los derechos de autoría de los investigadores”. Ha sido la comunidad la que ha llevado a cabo el proyecto por más de 10 años. ITP invierte un poco de dinero y exige “la propiedad intelectual”. El proyecto es sobre aceite de aguaje. Se ha descubierto que tiene Omega 9, muy beneficioso para la salud. ITP quiere apropiarse del trabajo y de los saberes de la comunidad.

4.       Probablemente ITP lo hace “en beneficio de la comunidad”. Pero a estas alturas del partido eso es impresentable.

Estamos ante un caso claro de colonialidad del poder-saber. Así actúa el Estado. Y no se puede decir que en el Estado desconozca estos temas de colonialidad. Sus funcionarios han pasado por la universidad (¿o es precisamente por eso?).


martes, 25 de abril de 2017

SUBVIRTIENDO EL RELATO OFICIAL: VOCES KICHWA DEL ALTO TIGRE

Iquitos, 25 abril 2017

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


El lunes 24 de abril de 2017 se presentó en Iquitos el libro “Ñukanchi Ñawpa Timputa Yarisha Tandarishun. Surcando nuestra memoria”, de la Dra. María Antonieta Guzmán Gallegos, antropóloga de la universidad de Oslo. A continuación unas breves notas que habíamos preparado para dicha presentación. La presente redacción para este blog es posterior al evento reseñado.


“Los objetivos de "Ñukanchi Ñawpa Timputa Yarisha Tandarishun" son, en primer lugar, reforzar la memoria colectiva de las comunidades kichwas del alto Tigre y fortalecer el desarrollo de las capacidades comunicativas en lengua kichwa especialmente de la población joven. El segundo objetivo es generar mayor conocimiento de las dinámicas sociales y de las profundas transformaciones socio-naturales que la extracción petrolera ha causado en esta zona. Creemos que sólo una buena comprensión, que tome en cuenta la historia y las diferentes perspectivas de los pobladores de las comunidades puede generar respuestas adecuadas”: GUZMÁN GALLEGOS, María Antonieta (2017), Ñukanchi Ñawpa Timputa Yarisha Tandarishun. Surcando nuestra memoria.



© Manolo Berjón, abril 2017

Es un honor poder participar en la presentación de este libro de la profesora María Antonieta. Un trabajo realizado con las comunidades kichwa del alto Tigre. Una escucha paciente, un marco temporal amplio, una visión que integra la semimovilidad y pinceladas de interpretación muy adecuadas para situar el trastorno ocasionado por la irresponsable actividad petrolera. Un libro que recoge las voces subalternas para cuestionar el relato oficial que deja fuera las narraciones de los indígenas. Un libro dirigido principalmente a los comuneros jóvenes y adultos de las comunidades afectadas, con una gran proyección a nivel nacional, dado que afecta a pueblos indígenas con una actividad, la petrolera, que lejos de haber conseguido mayores cotas de bienestar las ha empobrecido y empeorado a niveles desastrosos. Hacemos nuestras las palabras del antropólogo Alberto Chirif en la presentación del libro al señalar que Loreto es la región del país con peores niveles de educación y salud. Terrible.

Pero, ¿qué podemos aportar nosotros a este evento? Sólo hemos visitado en una oportunidad Intuto, capital del distrito del Tigre, hace más de 20 años y nunca más nos hemos adentrado en dicho río. Nuestro espacio de movimiento ha sido el río Marañón por espacio de 20 años. ¿Qué aportar, entonces? Intentaremos unas pinceladas desde el pueblo kukama del bajo Marañón con quien hemos compartido la vida. No quisiéramos que nuestras notas desenfoquen el excelente trabajo de María Antonieta y las comunidades kichwa afectadas por la actividad petrolera.

La historia de San José de Saramuro y de Saramurillo es una historia de despojo [http://lacandeladelojo.blogspot.pe/2016/09/cuando-la-historia-resitua-la-hipotesis.html], una intervención estatal mirando únicamente el interés económico y obviando el tremendo impacto sobre pueblos indígenas y medio ambiente. Menos conocido es que en 2011 se desató el pánico en ambas comunidades, afectando más potentemente a Saramurillo. Según los pobladores kukama, el tigre negro, un espíritu que habita en el fondo del río, salió y recorrió ambas comunidades, atravesando la base petrolera. En San José de Saramuro afectó a varios pobladores, en Saramurillo muchas familias se reunían en las noches para dormir en la misma casa y protegerse. Un predador como el tigre negro sale a visitar las comunidades atormentando a algunos comuneros kukama. La ansiedad, la agresión… fruto de la actividad petrolera. En junio 2010 hubo otro derrame de petróleo en San José de Saramuro. Ese año se produjo una de las vaciantes más intensas en el bajo Marañón. En octubre 2010 visitamos la comunidad de Alianza, distrito de Nauta, cercana a San Pablo de Tipishca, y nos topamos con una viejita que subía de bañarse del puerto. Ella nos decía que la madre del río se estaba retirando debido a la contaminación y, por eso, se produjo la intensidad de la merma. Ambos acontecimientos, el tigre negro y la merma, no se pueden comprender sin la cosmología indígena. En este sentido, la actividad petrolera también ha causado un daño considerable a la cosmología de los pueblos indígenas. En la presentación del libro, Fernando Chuje, presidente de FECONAT, indicaba las muertes de muchos pobladores, incluidos algunos de sus familiares. La población indígena las interpretaba como fruto de la brujería, cuando en realidad era producto de la actividad petrolera, según señalaba el propio Fernando.

Otro aspecto que nos gustaría anotar es la importancia del olor. Para el pueblo kukama un niño recién nacido huele a pescado y son sus padres los que van dándole un olor propio, humano. Lo hacen a través de la leche materna, el cuidado, el contacto físico, las plantas, icaros… Cuando una persona ha estado comiendo o pishtando pescado (extraer las vísceras del pescado) se lava concienzudamente para eliminar todo su olor. El yacuruna, ser mitológico que habita en el fondo de los ríos y cochas, es una de las figuras más importantes de la alteridad y tiene un olor característico a pescado. Evitar el olor a pescado es la oportunidad de marcar la posición de humano, de distinguirse de los yacuruna. Pues bien, ¿qué supone para un indígena kukama que el pescado huela a petróleo? Sin duda, se afecta mucho más que la alimentación, siendo este un asunto de extrema gravedad. Es afectado el mismo concepto de persona.

Es momento de realizar una pregunta oportuna: ¿qué es un río? Definirlo como “una corriente de agua…”, como hacemos los occidentales, no da cuenta de lo que es un río para los pueblos indígenas. Ya hemos señalado la importancia del yacuruna y otros seres mitológicos que habitan sus aguas. No es suficiente con las plantas potabilizadoras en las comunidades, como pretende el Estado. “Somos nutrias” sentenció Fernando Chuje. No nos contenta una ducha, necesitamos el río para nadar y disfrutar de la vida. Y cuando nos bañamos tomamos agua del río, agua que exigimos limpia, sin contaminación. Es preciso recordar que las aguas de los ríos amazónicos son catalogadas de “uso industrial”. Todo lo que vamos diciendo necesitaría un desarrollo más elaborado, pero esto nos desvía de la presentación de este hermoso libro de María Antonieta. Pues bien, el río se convierte en un espacio donde fluyen diversos tipos de naves: las chatas petroleras, los rápidos y deslizadores… Todos ellos levantan grandes olas que afectan a las comunidades en época de creciente y a los barrancos en época de vaciante, reconfigurando el trazado del río. Cuántas canoas y botes pequeños han naufragado durante estos más de 45 años. Cuántas pertenencias y cuántas personas se han ahogado durante todo este periodo. No existen estadísticas, tal vez porque los estadísticos están más preocupados por el crecimiento del producto interior bruto, ese que oculta el sufrimiento de los indígenas y la afectación del medio ambiente, entre otros.


© Manolo Berjón, abril 2017




Un penúltimo punto que nos gustaría señalar sería la importancia del lenguaje. Los comunicados de Petroperú, seguramente de todas las petroleras, son perfectamente neutros, asépticos. Hablan de “contingencias”, en lugar de “derrames”. Es pertinente señalar con María Antonieta que los impactos de la actividad petrolera van mucho más allá de espacios y tiempos excesivamente delimitados. Los metales pesados y la contaminación fluye por los ríos y quebradas, viaja con los peces, aves… y con las personas que se desplazan continuamente. De igual manera sucede con el tiempo. Cuando cese la actividad petrolera, que debe cesar ya, continuarán las perniciosas consecuencias de la misma, por décadas. Es hora de plantear el cambio de matriz energética. El grito, el clamor… antecede al lenguaje. Este libro recoge el grito de los comuneros del alto Tigre. Ese sufrimiento que hurtan en el ‘correcto’ lenguaje de las petroleras.

La ‘contaminación’ es una palabra que se ha ido introduciendo en las cuencas petroleras. Es una palabra difícil. Tal vez no todos los comuneros puedan explicar lo que significa, pero sí tienen claro que es dañina. Es un término que les sirve para conversar con el Estado. Hace falta todavía realizar más trabajo. Pero, sin duda, el libro de María Antonieta es una excelente oportunidad para ahondar en el tema.

Y para ir concluyendo esta nota, se ha producido un cambio lingüístico de envergadura que hay que anotar en el debe de la actividad petrolera. Es importante esta conclusión, toda vez que se tiene poco en cuenta. El lenguaje configura el mundo.


Felicitamos a la doctora María Antonieta por su trabajo y deseamos que disfruten también de los dibujos realizados por los niños de las comunidades kichwa después de haber escuchado los relatos de los mayores. Un libro que contribuye a subvertir el relato oficial y pone sobre la mesa las voces kichwa del alto Tigre.

lunes, 30 de enero de 2017

APOYOS QUE GENERAN CONFLICTO

Iquitos, 30 de enero de 2017

La base petrolera se asentó en el territorio de la comunidad de Saramuro y los desplazaron. Los que se fueron hacia arriba se denominaron San José de Saramuro y los que se retiraron más abajo terminaron por aceptar Saramurillo, nombre que les impuso el Ministerio de Educación en la creación de su escuela: http://lacandeladelojo.blogspot.pe/2016/09/cuando-la-historia-resitua-la-hipotesis.html.

© Manolo Berjón 2014

Durante décadas “el apoyo” consistió en 24 horas de luz y “agua potable” (que no tiene nada de potable, por cierto), a la comunidad de San José de Saramuro. Como contrapartida tenían que cultivar la base petrolera. Mayor injusticia, imposible. Saramurillo fue creciendo poco a poco. La gente de Saramurillo aumentó al calor del trabajo en las services de las petroleras, pero continuaron sin recibir luz 24 horas al día y el “agua potable” (que insistimos que no es potable) llegó muy tarde. Este es parte del trasfondo de la elección de Saramurillo como lugar del paro que se desarrolló en las cuencas petroleras de los lotes 8 y 192 por parte de algunas organizaciones indígenas.

Todo esto para indicar que no se puede “ayudar” únicamente a una comunidad, porque no son así las dinámicas de los pueblos indígenas. Y en lugar de ayudar se crea una fuerte tensión. Es decir, la unidad mínima de apoyo no es una comunidad. Hay que pensar en unidades más grandes si deseamos que el apoyo sirva para algo más que para exacerbar las diferencias y provocar conflictos entre comunidades vecinas.

Si señalamos la necesidad de contextualizar en ámbitos superiores a la comunidad, de igual manera indicamos la necesidad de diseccionarla. Una comunidad del bajo Marañón recibió el apoyo de una ONG, y financiación extranjera, para crear un albergue turístico. Se eligió a unas personas que regentaran el albergue y se conectaran con los turistas. La contrapartida era dar algún apoyo a la comunidad por parte de los regentes. Todo iba viento en popa al comienzo, pero pasó el tiempo y comenzaron las tensiones. La comunidad comenzó a percibir (o pensar, que para este caso es lo mismo) que los regentes de este albergue no estaban aportando a la comunidad lo que habían convenido. Las tensiones, en base a chismes y discusiones, fueron emergiendo en la comunidad.

Pasado un tiempo la persona que regentaba el albergue se enfermó. Pasó por hospitales y doctores varios, no encontró curación. Visitó chamanes y practicó varias sesiones curativas sin encontrar mejoría, pero señalaron varios responsables. Participó en diversos tipos de iglesias para, pidiendo perdón a Dios, encontrar la salvación (a la que está unida la salud). Todo fue en vano. Varios chamanes certificaron que le habían hecho daño: envidia. Y llegó la muerte, con el impacto que eso crea en la vida familiar y en la misma comunidad. El albergue terminó cerrando, la comunidad continuó con su vida “normal”.


El apoyo puede exacerbar las diferencias al interior de la comunidad, algo que termina, más pronto que tarde, por pasar factura. Es preciso apostar por la vida buena. Pero, precisamente, es necesario una mayor reflexión sobre lo que implica esa vida buena. No siendo que las buenas intenciones, de las que infierno está repleto, terminen por generar más conflictos y alejar la vida de las personas de esa vida buena que se persigue. Otro tanto sucede con apoyos diminutos dejando las comunidades vecinas en ayunas, provocando conflictos innecesarios. La comunidad no es la unidad mínima, aunque hay que tener en cuenta la comunidad como una totalidad en un contexto más amplio: fundamentalmente, una cuenca.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

martes, 13 de diciembre de 2016

SIN AGUA POTABLE EN LA AMAZONIA INDIGENA: notas sobre el diálogo intercultural en Saramurillo

Iquitos, 13 de diciembre 2016

En la agenda que plantean los pueblos indígenas reunidos en Saramurillo no se encuentra explícitamente nada sobre agua. Aunque el agua es un tema transversal que tiene mucho que ver con las reivindicaciones de este colectivo. En este sentido nos parece oportuno hacer algunas precisiones que tal vez puedan ser tenidas en cuenta. En nuestra opinión este es un tema central. Detrás está el derecho al agua.


© Juanjo Fernández, diciembre 2016

El agua se convierte en un elemento fundamental en este siglo XXI. Hay lugares en el planeta donde se producen guerras por el control del agua. Al margen de la guerra es evidente que el agua es una cuestión de poder. La amazonía es uno de los lugares donde el control del agua es más interesante y refleja los distintos grupos de poder que presionan sobre ella. En el fondo una de las preguntas del millón reza así: ¿qué es un río? Puede verse: http://revistaideele.com/ideele/content/hidrov%C3%ADa-amaz%C3%B3nica-aproximaci%C3%B3n-desde-un-mito-kukama

En la visión occidental un río es “una corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar”. En esta definición, que se puede mejorar conforme a gustos personales, el énfasis recae sobre “corriente de agua”, donde el agua no tiene vida. Sin embargo, en las posibles definiciones indígenas, el río es un ser vivo. Los kukama, cuando entran por primera vez en un río o quebrada, suelen tomar su agua con el remo: una forma de pedirle permiso y que les trate bien. Un río es un espacio donde habita gente. Los yacuruna [gente de río], la lancha fantasma [un espíritu, a imagen de los vapores de los caucheros], la purahua [madre del agua]… son seres que  habitan o dentro del agua o debajo del río. Por tanto, el río no es únicamente una corriente de agua, ni una línea que une varios puntos. Un río es un ser donde habitan otros seres vivos. Los kukama se relacionan con todos estos seres a diario y son una suerte de “alteridad”. De ahí que dentro del río haya ciudades donde existen municipios, PNP, iglesias, motocarros…, como en la sociedad occidental. El río es, por tanto, “un lugar de memoria”. Para más detalles, se puede acudir a la siguiente nota: https://lacanoavarada.lamula.pe/2015/09/25/a-proposito-de-la-consulta-sobre-la-hidrovia-amazonica/karwara/. También puede consultarse:   https://lacanoavarada.lamula.pe/2016/01/04/la-hidrovia-amazonica-en-el-capitalismo-emocional/karwara/.

La batalla por el agua es central en lo que sucede en Saramurillo. Uno de los criterios para salir de la pobreza es el acceso al agua potable. Este gobierno ha dicho por activa y por pasiva que invertirá en agua potable, desagüe… La inmensa mayoría de las comunidades de los lotes 8 y 192 que están en el paro en Saramurillo no tienen acceso al agua potable. Se puede buscar la solución en pozos artesianos o en plantas de agua potabilizadora. Más adelante veremos que esto enmascara el verdadero problema. Por de pronto nos damos de frente con uno de los graves inconvenientes: las aguas de los ríos amazónicos están catalogadas como de “uso industrial”, pese  a que las poblaciones indígenas utilizan el agua de estos ríos para tomar, bañarse, lavar ropa y utensilios…

La clasificación de las aguas no es ingenua. Si se catalogan como “uso industrial” es para permitir niveles más altos de metales pesados (cadmio, plomo…) que si fueran catalogadas como de “uso potable”. De esta forma se privilegia a las industrias extractivas frente a las necesidades básicas de los pueblos indígenas. En tal sentido, una ley de “monitoreo ambiental” con participación de los pueblos indígenas sería insuficiente. Mucho más necesario es categorizar las aguas de los ríos amazónicos como de “uso potable”, toda vez que los pueblos indígenas utilizan el agua de sus ríos para tomar, bañarse… Añadimos que es urgente que se promulgue una ley de “niveles máximos permitidos” de metales pesados (arsénico, tugsteno, niquel, berilio, antimonio, platino, cadmio, celsium, aluminio, plomo, bario, estaño, cobre, uranio, torio, mercurio y talio, entre otros). Y de igual manera los fenoles. Esta ley sirve para proteger a los pueblos indígenas de los diversos ríos de actividades extractivas. En el caso del Marañón además de las petroleras, también de las mineras del departamento de Cajamarca, por poner un ejemplo.

Los pozos artesianos y las plantas potabilizadoras no solucionan el problema, más bien lo enmascaran. Lo esconden porque hacen pensar que el problema está solucionado cuando en realidad se hace invisible. La gravedad de la contaminación no está en el agua, sino en el pescado. Los seres que están en un nivel más alto dentro de la cadena trófica acumulan mayores cantidades de metales pesados: por ejemplo, los zúngaros. Sin catalogar el agua de estos ríos como de “uso potable” nos encontraremos con pescados contaminados en nuestros platos. De eso estamos hablando. Por eso es conveniente proteger el agua. De no hacerlo, escondemos el problema y tendremos enfermedades raras que no sabemos de donde provienen.

Es injusto soslayar este debate. Si no abordamos la calidad de agua como “uso potable”, una “ley de niveles máximos permitidos de metales pesados”, una “pesca segura exenta de contaminación”, dejaremos pasar una oportunidad de oro y el diálogo versará sobre el sexo de los ángeles. Una conversación muy interesante, por cierto, pero para otra oportunidad.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

lunes, 12 de diciembre de 2016

INTERCULTURALIDAD EN SARAMURILLO: los recursos naturales y la infraestructura como “sujetos”

Iquitos, 12 diciembre 2016

“Debate político intercultural” repiten, como un mantra, los indígenas de los lotes petroleros 8 y 192 concentrados en Saramurillo. Demos por sentados los dos primeros términos y centrémonos en el tercero: intercultural. Normalmente son los indígenas los que tienen que acomodar el lenguaje a lo occidental. Es preciso que el Estado comprenda el modo de pensar indígena. Y más en un país como Perú, que se caracteriza como “pluricultural” (demos por buena esta palabra, evitemos la tentación de complejizarla; que quede para otro momento). Como las relaciones entre culturas son amplias y complejas nos ceñiremos a un único punto: universo vs. pluriverso.


© Silvina Arroyo, extraída del Facebook de Juanjo Fernández

Para los occidentales el petróleo es un recurso natural. Y como tal, es apto para ser extraído y utilizado. Es impensable no extraerlo, sería una pérdida económica incomprensible, absurda. En cambio, para los indígenas, el petróleo tiene madre, espíritu. Y es su fuerza la que utilizan los chamanes para curar. Recordamos que Alan García, en su segundo gobierno, se burló de las personas que consideraban que los cerros tuvieran espíritu. Los tildó de animistas [todo tiene espíritu] y arremetió contra todo lo que eso significa. Consecuencia: estalló el baguazo. Este desencuentro es tremendamente letal.

A lo que íbamos, un término como petróleo con dos referencias diferentes. Para los occidentales es un recurso natural más, un “objeto”, listo para ser extraído y utilizado. En cambio, para los indígenas, el mismo petróleo es un ser no-humano que posee espíritu, una persona, un “sujeto”. Por eso, algunos chamanes invocan a la madre [espíritu] del petróleo en sus icaros [cantos chamánicos] en sus rituales de curación. Este desencuentro puede llevar a consecuencias desastrosas. Partimos de mundos diferentes. El “universo” occidental ve el petróleo como un recurso natural que hay que extraer. Los indígenas lo perciben como un ser no-humano con el que se mantienen relaciones. A esto lo llamamos “pluriversos indígenas”: un ser que habita en otro mundo [subsuelo] pero que se relaciona con nosotros en este mundo como una persona más, a través de los chamanes.

¿Cómo comprender que hay gente que habita debajo de los ríos y cochas [yacurunas], que los árboles, animales, hierro…, tengan espíritus, que las huanganas [cerdo salvaje] y las boas sean gente, que los chamanes se puedan convertir en tigre…? En la mentalidad occidental es impensable. Nuestro “universo” está definido básicamente a partir de los términos que genera la ciencia, sea ésta la física, la sociología o las ciencias de la comunicación, por poner el caso. En cambio, para los indígenas, que se manejan en otro paradigma, es lo más natural. Definimos a esta realidad como “pluriverso”, en oposición al “universo” occidental. Pluriverso, como su mismo nombre indica, hace referencia a la pluralidad, la multitiplicidad de mundos que se comunican entre sí.  Así tenemos que un chamán puede comunicarse con los espíritus, con las madres [espíritus de las plantas, árboles…], con los yacuruna… en su propio lenguaje; y, por supuesto, también se comunica con la gente de esta tierra.

La característica más importante del pluriverso es la “relacionalidad”: todos los seres están relacionados entre sí. Para un indígena tan real es una conversación con un occidental, como un sueño donde le visita un pariente lejano, un espíritu o un familiar difunto. Ambas situaciones están al mismo nivel. Tan real es el color negro del petróleo, como que éste  posee su madre, su espíritu, por tanto, tiene vida. Es decir, en los pluriversos indígenas el petróleo no es un mero recurso natural, no es un objeto, sino un sujeto.

Damos por sentado que una tarea fundamental para la especie humana es la protección de la biodiversidad. Y la actividad petrolera no se caracteriza precisamente por este cuidado. Ahora bien, no puede ser bajo el modelo de las “áreas naturales protegidas”, pensadas en el “universo occidental” que parte de la dicotomía naturaleza / cultura. Y terminan por ser espacios delimitados cada vez más acogotados por la razón instrumental del capitalismo global. En los “pluriversos indígenas” naturaleza y cultura se mezclan. Dos ejemplos: las palmeras son la domesticación de las plantas por seres humanos y están regadas por toda la Amazonía desde hace miles de años. Los chamanes imponen la arcana a los niños. Es decir, llaman al espíritu del oso hormiguero, por poner un ejemplo, y se lo imponen a modo de caparazón al niño para que le proteja y no le hagan daño otros espíritus. Por tanto, en las palmeras y en los seres humanos no se produce la dicotomía del universo occidental naturaleza / cultura. En la amazonía indígena ambos están mezclados.

Si el modelo de universo occidental está provocando una catástrofe medioambiental de dimensiones globales es hora de pensar en otros modelos. Tal vez los pluriversos indígenas nos puedan ayudar en esto. De ahí la necesidad de cambio de matriz energética y de pensar el desarrollo en la era post-petróleo. Lo que los occidentales denominamos como recursos naturales, los indígenas los piensan como sujetos: de ahí que el petróleo o el oleoducto tengan madre o espíritu. Es este cambio el que merece la pena ser evaluado. Los occidentales diríamos que exige un “cambio de mentalidad”: una modificación de los pensamientos, de la mente, del espíritu, en lenguaje más tradicional, que es lo que dirige nuestra vida. Los indígenas lo objetivarían como una “transformación corporal”: espíritu tiene todo, así que no se trata de cambiar la manera de pensar. Es preciso transformar el cuerpo: ahí están las arcanas de las que hablábamos antes, las dietas, la ropa… Es esta simbiosis de naturaleza-cultura la que nos lanza a probar nuevos paradigmas. Pensar el desarrollo más allá de la extracción de recursos naturales para poder situarnos entre sujetos.

En el “universo occidental” el oleoducto es un “objeto” que hay que reparar porque está obsoleto. Bueno, esperemos el dictamen de la empresa internacional que lo evaluará. En los pluriversos indígenas el mismo oleoducto es un “sujeto” que se ha transformado en un ser dañino y perjudicial, que siembra muerte por todas partes, como si fuera la encarnación de un brujo pernicioso.

Los contratos petroleros son asimétricos, dejando a los pueblos indígenas, verdaderos dueños de su territorio, ayunos de los beneficios pero plenos de contaminación. Tejieron una red entre el Estado y las compañías petroleras que distorsionó el territorio y a los mismos pueblos indígenas. El Estado recibe unas migajas con la obligación de mirar para otro lado en temas medioambientales y sociales; y las compañías petroleras reciben, además del dinero, parabienes de todos los estamentos. El Estado se convierte en peón de las petroleras, y los pueblos indígenas ven pasar por sus territorios destrozos medioambientales y dinero para otros bolsillos. Esto debe cambiar.

La “limpieza” / “remediación” / “reparación” / “restauración del paisaje” / “rehabilitación”… no consiste únicamente en regresar a un medio ambiente sano anterior a la contaminación, no es suficiente. Se trata de volver a restablecer las relaciones entre todos los seres vivos, conforme los pluriversos indígenas.

Para ir concluyendo. La posible compensación, que la tiene que haber, es independiente de la obligación que tiene el Estado de invertir en el desarrollo de estos pueblos. Es un tema delicado, pero hay que abordarlo. Y no se puede pensar el desarrollo al margen de los pueblos indígenas que habitan este territorio. Ellos son los que tienen que dar la pauta y encontrar las formas más convenientes para su buen vivir.

Manolo Berjón 
Miguel Angel Cadenas

lunes, 28 de noviembre de 2016

MATRIZ ENERGÉTICA Y NECESIDAD DE POETAS PARA LAS CONVERSACIONES EN SARAMURILLO

Iquitos, 28 de noviembre de 2016

Hoy día, lunes 28 de noviembre de 2016, se da inicio a las conversaciones entre los dirigentes indígenas del paro en Saramurillo y el gobierno peruano. Han dicho que durarán 15 días, falta ver el desarrollo del mismo. Señalamos algunas ideas que nos parecen fundamentales. No sabemos si van a formar parte de las conversaciones, pero creemos que, por su trascendencia, no deberían quedar al margen.


© Barbara Fraser, noviembre 2016, entrega de barcazas para comienzo del diálogo en Saramurillo


MATRIZ ENERGÉTICA

Los dirigentes indígenas han reiterado hasta la saciedad que la actividad petrolera no va en estas circunstancias. Si comprendemos bien la propuesta estarían indicando que ha llegado el momento del cambio de la matriz energética.

“Sabemos que la tecnología basada en com­bustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor me­dida, el gas– necesita ser reemplazada progresiva­mente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo optar por lo me­nos malo o acudir a soluciones transitorias. Sin embargo, en la comunidad internacional no se logran acuerdos suficientes sobre la responsabi­lidad de quienes deben soportar los costos de la transición energética. En las últimas décadas, las cuestiones ambientales han generado un gran de­bate público que ha hecho crecer en la sociedad civil espacios de mucho compromiso y de entrega generosa. La política y la empresa reaccionan con lentitud, lejos de estar a la altura de los desafíos mundiales. En este sentido se puede decir que, mientras la humanidad del período post-indus­trial quizás sea recordada como una de las más irresponsables de la historia, es de esperar que la humanidad de comienzos del siglo XXI pueda ser recordada por haber asumido con generosi­dad sus graves responsabilidades”: Francisco, Laudato Si, n° 165.

Nos sugiere muchos comentarios, pero dos nos parecen oportunos en este momento: “transición energética” y “la política y la empresa reaccionan con lentitud”. Añadimos un tercero por su trascendencia: necesitan reemplazarse “progresivamente y sin demora” los combustibles fósiles.

Para que las conversaciones en Saramurillo sean serias, hay que afrontar la “transición energética”. El lote 192 está prácticamente agotado, y el lote 8 no tiene muchas reservas. Y en ambos lotes el petróleo es de mala calidad, muy pesado. Estos simples datos ya deberían ser suficientes para plantear la transición energética de forma inmediata. Además, el gobierno anterior decidió, a nuestro parecer unilateralmente, sin tener en cuenta a los pueblos indígenas, invertir 3500 millones de soles en la planta de Talara. Y este año se cerró un contrato para que el crudo ecuatoriano utilice el Oleoducto Nor-peruano. Estas dos decisiones afectan poderosamente estos territorios indígenas. No reconocerlo, o esconderlo, es falta de buena voluntad. Y esto afecta a las posibles titulaciones de territorios. En tiempos de capitalismo global, el territorio no puede ser pensado únicamente como un espacio delimitado, no es suficiente. Hay que tener en cuenta los procesos de desterritorialización y reterritorialización. Pero volvamos al inicio del párrafo. Si no se acuerda un calendario con plazos, y revisable, para la transición energética continuaremos impactando los territorios indígenas con energías fósiles, no renovables, con graves consecuencias ambientales y desastrosas secuelas para los pueblos indígenas.

Si estamos en lo cierto de la necesidad de cambiar la matriz energética, entonces el proceso de conversaciones no puede durar 15 días. Hay que construir un calendario con objetivos claros y con etapas. Todo ello tiene que ser revisable. Ahora es el momento oportuno para introducir esta temática.


CUIDADO DEL LENGUAJE

No se trata de copiar únicamente términos de otros escenarios y aplicarlos a la situación. Es preciso inventar un lenguaje apropiado que se adecúe a la realidad. Es difícil, pero es completamente necesario. Lo que se está haciendo en estos momentos para “limpiar” / “remediar” /  “reparar” / “restaurar el paisaje” / “rehabilitar” (señalamos únicamente la complejidad de los términos) de los derrames en el Oleoducto Nor-peruano es ingenuo por muchos motivos. No tiene en cuenta el stress provocado en los peces y los cambios morfológicos en los mismos: carapa más gruesa, úlceras… Es decir, localizar la limpieza únicamente en el lugar donde ha ocurrido el derrame es absurdo. Implica un desconocimiento mayúsculo de los ecosistemas. Los peces no son plantas, se mueven, han huido, pero han sido agresivamente impactados. Considerar Monterrico, San Pedro… y los demás puntos de derrames como espacios delimitados es obsceno. Deja fuera las comunidades intermedias que también han sido poderosamente mal tratadas en su pesca. De igual modo, es absurdo no reconocer que este tipo de desastres impacta fuertemente en la reproducción de los peces (¿y en humanos?). Para nuevas situaciones necesitamos nuevas palabras.

La pelea no está en lo técnico, aunque lo técnico es absolutamente necesario y hay que argumentar bien. El puro pragmatismo y tecnicismo es jugar con las reglas impuestas por el Estado. El sentido lo genera lo improductivo: los poetas, los creadores de palabras, los artistas, los filósofos… Los necesitamos en este proceso. Su tarea es crear escenarios más allá del mero pragmatismo. Para ello es ineludible la creación de nuevas palabras para nuevas situaciones. Invocamos a los artistas en general que utilicen sus creaciones en beneficio del medio ambiente y de los pueblos indígenas.

Cuando se produjeron las conversaciones con el Estado para la aprobación de la “hidrovía amazónica”, el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) y sus tecnócratas introdujeron el término “malos pasos”. Con este concepto designaban lugares poco profundos y con palizadas. La misma designación de “malos pasos” lleva asociado la limpieza de los mismos para que los grandes barcos, no las canoas ni los botes indígenas, puedan transitar. Los indígenas kukama, a esos mismos lugares, los denominan “bancales”: lugares de poca profundidad que utilizan los peces para descansar, entre otras funciones. Por tanto, en la visión kukama, lejos de ser “malos pasos” son “lugares excelentes”. Las muchas reuniones, y la falta de pericia de los indígenas en la redacción de documentos, llevó a que el MTC volviera a introducir el término “malos pasos”, desterrando el término “bancales”. La consecuencia fue desastrosa: se permite dragar los ríos amazónicos. La lucha por el lenguaje es la lucha por la realidad. “El lenguaje configura la realidad”.

Algunos consideran que se ha producido un cambio sustancial en cuanto a enfermedades se refiere: de enfermedades víricas a enfermedades neuronales. Sin que hayan desaparecido las primeras, las segundas han hecho su aparición. Notemos que en la época de las reducciones de Maynas se produjo una considerable disminución poblacional porque en aquel momento no eran conscientes de las enfermedades propagadas. No se trata de copiar o trasladar ingenuamente, sino de hacer preguntas inquietantes e interesantes para “sentir/pensar nuestra realidad”. ¿Qué significa que haya personas en el río Corrientes y en la comunidad kukama de Cuninico con metales pesados en su sangre? ¿Qué implica que algunos pescados tengan sus escamas más duras y presenten algunas modificaciones morfológicas? ¿Se han producido cambios genéticos en algunas especies de plantas, peces…? Nada de esto se puede saber sin los exámenes correspondientes, que también incluyen exámenes toxicológicos y epidemiológicos. Pero no basta con realizar estos exámenes, hay que interpretarlos y sentir/pensar desde ellos.

Los indígenas han propuesto una “Comisión de la Verdad”. Estamos completamente de acuerdo con el propósito de la misma y confiamos y solicitamos que se constituya, aunque solicitamos a los poetas que busquen una nueva denominación. Nos gustaría hacer algunas precisiones que nos lleven a buscar nuevos términos para nuevas realidades. Sugerimos tres tipos de cuestionamientos:

1.   En primer lugar, el concepto de “verdad”. Para los Occidentales tiende a ser “objetiva”. En cambio, para pueblos indígenas es más bien subjetiva. La verdad es posicional, depende de la persona que la juzgue. Un chamán es bueno o malo (brujo) dependiendo de la relación que mantengo con él: si cura a mi hijo…, será bueno; si me hace daño, será malo. Si es bueno para mí, mi enemigo lo tendrá como un brujo. Enemigo es el concepto más importante en la Amazonía indígena. Por tanto, bueno o malo depende de la persona que lo narre.

2.       Segundo, las comisiones de la verdad están vinculadas a los derechos humanos. En la Amazonía indígena tan humanos son las personas como los animales, los espíritus, el río y algunas cosas. La consecuencia es muy sencilla: en la Amazonía indígena se produce una “ampliación del círculo de lo humano”. Por tanto, los “derechos humanos” en la Amazonía indígena incluyen los derechos de todos los “humanos”: animales, espíritus, río, cosas… Algunas tendencias actuales del derecho están hablando de los “derechos de la naturaleza”. Estando de acuerdo con esta postura, desde la Amazonía indígena se le podría reprochar que la dualidad naturaleza / cultura de la que depende no es aceptable en pueblos indígenas. Las palmeras, por poner un caso, son fruto de la intervención humana por miles de años. Y existen palmeras en los lugares más recónditos de la Amazonía. A un niño enfermo se le impone la arcana: el chamán le pone el espíritu de un animal fuerte para que le proteja. Como vemos en estos ejemplos la dicotomía naturaleza / cultura no se sostiene en la Amazonía indígena.

3.       Tercero, el tiempo. Están pensadas para meditar sobre el pasado inmediato en forma de narración lineal. Siendo importante, y estando nosotros de acuerdo, en la Amazonía indígena el tiempo no es lineal y existe una “amnesia genealógica” que corre un velo sobre las generaciones que no se han conocido. Nadie recuerda más allá de la generación de sus abuelos (o, en todo caso, bisabuelos). Lo que va sucediendo se recoge, en el caso del pueblo kukama, en narraciones que se depositan en el río. Y así tenemos que escuchan campanas, vacas o gallos en el río, como recuerdo de la época de las reducciones de los jesuitas. Todo esto nos habla de unas técnicas de memoria diferentes, que también deben ser tenidas en cuenta.

Para restañar las heridas provocadas por el Oleoducto Nor-peruano es preciso un estudio internacional transparente con la participación de las organizaciones indígenas. No tenerlo en cuenta sembrará la duda y con la duda no puede haber confianza. La revisión de los contratos de los lotes petroleros 8 y 192 son del todo necesarios. Y así el resto de los 7 puntos planteados por la plataforma indígena.


MESIANISMO

Concluíamos la nota anterior sugiriendo cierto mesianismo. Ahora está más claro. Algunos pastores presentaban al “Comandante” como un enviado de Dios. Puede verse en la revista Caretas cómo este personaje ha estado vinculado con el fujimorismo y la falta de respeto con los derechos humanos: http://diariolaregion.com/web/ex-militar-funge-de-apu-segun-revista-caretas/. Ha habido alboroto sobre cómo ha contactado con los apus. A nosotros no nos escandaliza esto. Otras organizaciones indígenas han estado vinculadas a otros movimientos políticos y tampoco nos asustaba. El tema no son los vínculos, sino si las reivindicaciones son justas. Los movimientos políticos que se arriman, sean del tipo que sean, no nos gustan, nunca nos han gustado y nunca nos gustarán. Pero cada uno es libre de pensar lo que le parezca. La política partidaria, con un horizonte de 4 ó 5 años, siempre nos ha parecido pequeña, diminuta, canija. Nos interesa mucho más la gran Política, aquella que afecta a mucha población o a poblaciones vulnerables, a aquella que marca tendencias importantes en el tiempo.

El Comandante en cuestión llegó a Saramurillo en un momento de tensión. En nuestra opinión, este desembarco estaba preparado desde el poder. Y algunos apus lo vieron como una solución. Lo cierto es que les contactó con el Ministerio de Defensa y permitió que una delegación viajara a Lima. Lo que a nosotros nos parece obsceno de toda esta situación es cómo un personaje con semejante historial accede tan rápidamente al poder, cómo tiene contactos en el gobierno. Nos parece pornográfico. En segundo lugar, este contacto, aunque repugnante, no invalida los reclamos históricos del paro indígena. Quien debiera dar una respuesta no son únicamente los indígenas, sino el ministro de Defensa.

No es la primera vez que se presenta o le presentan a una persona como el Mesías. Los cristianos estamos avisados por el propio Jesús: “No se dejen engañar cuando varios usurpen mi nombre y digan: Yo soy el Mesías. Pues engañarán a mucha gente. Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerra. Pero no se alarmen; todo eso tiene que pasar, pero no será todavía el fin” (Mt 24, 4-6).

Somos conscientes que hay un fuerte componente indígena en todo esto. Consideramos que los movimientos mesiánicos dan esperanza en tiempos duros, difíciles, complicados y, en ocasiones, desesperados. Lejos de nosotros juzgar duramente esta situación. En esos momentos en Saramurillo mucha gente tenía miedo y se decía: “nos van a venir a matar”. Imaginen el escenario cuando apareció irresponsablemente el dron, como ya relatamos en la nota anterior.


Para concluir, bienvenidas las conversaciones en Saramurillo. Es preciso organizar escenarios nuevos que permitan avanzar en las conversaciones. El Estado debe evitar “dar concesiones” cicateras a los indígenas. Estos últimos son igual de ciudadanos que los blancos. No están en juego concesiones, sino derechos. Y los derechos se ejercen y se reclaman. En ello se juega la democracia y la justicia. Continuaremos atentos a todo este proceso.



Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas

lunes, 14 de noviembre de 2016

SARAMURILLO COMO SÍNTOMA

Iquitos, 14 de noviembre de 2016

La fiebre es un síntoma de que algo va mal en nuestro cuerpo. Un paracetamol elimina los síntomas externos, pero si no hemos atacado las causas, de nuevo volverá a aparecer la fiebre. Necesitamos un sistema médico (chamánico, occidental, oriental, alternativo…) que diagnostique el origen y la fuente de la enfermedad para combatirla. Sólo de esta manera es posible eliminar la fiebre definitivamente. En nuestra opinión, Saramurillo es un síntoma de una enfermedad que está aún por diagnosticar. El paracetamol elimina la fiebre, pero deja intacta la causa. Una vez pasado el efecto analgésico, regresará de nuevo la fiebre. Hemos calificado Saramurillo como desafío en otras oportunidades, ahora pretendemos pensarlo como síntoma.

© Barbara Fraser, noviembre 2016


Ya sabemos que Saramurillo es el punto de concentración en el distrito de Urarinas y provincia de Loreto, en el área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Pacaya Samiria, de varias organizaciones indígenas afectadas por los lotes petroleros 8 y 192. Llevan más de 70 días de paro y ha recibido, en nuestra opinión, escasa atención, pese a que el desafío que presentan es mayúsculo. Pero, ¿síntoma de qué? Desgranaremos algunos acontecimientos para percibir la gravedad de la enfermedad y la necesidad de pensar lo local como una luz que ilumine lo global, en este caso: el Perú.

1.       Los derrames de petróleo van en aumento. Terrible. Dos en la última semana: en el km. 15.3 y entre el km 20 y 25 [https://www.oefa.gob.pe/noticias-institucionales/el-oefa-se-encuentra-investigando-un-nuevo-derrame-de-petroleo-ocurrido-en-el-oleoducto-norperuano-en-loreto]. Las verdaderas víctimas son las comunidades indígenas afectadas. Los comunicados de Petroperú destilan demasiada autocomplacencia y poca compasión con las comunidades y el medio ambiente, pese a nombrarlos, pero de pasada [http://www.petroperu.com.pe/portalweb/Main.asp?Seccion=3&IdItem=807]. Ahora bien, no se puede ni debe desviar la atención sobre los lotes 8 y 192, como están planteando en el paro de Saramurillo. Y no nos olvidamos de la remodelación de Talara, que es lo que presiona sobre estos lotes de la selva, unido al acuerdo con Ecuador de utilizar el Oleoducto Nor-peruano. Digámoslo una vez más: los indígenas plantean que la actividad petrolera no va en estas circunstancias. Lo demás son parches baratos.

2.       Todos recordamos cómo una delegación gubernamental llegó a Saramurillo en la primera quincena de octubre 2016 para conversar con los indígenas. Uno de los asesores presidenciales de aquel entonces, Jorge Villacorta, estaba presente en la reunión, provocó un pequeño altercado y fue expulsado de la misma. Al llegar a Lima se produjo su renuncia/cese como asesor del Presidente de la República [http://larepublica.pe/politica/812197-renuncian-asesores-de-ppk-jose-laban-y-jorge-villacorta]. En aquella oportunidad nos preguntábamos si era necesario que fuera a la zona un asesor presidencial para alborotar la reunión. Tranquilamente se podía haber evitado.

3.       La ayuda humanitaria que prometieron no llegó a su destino. Mientras nosotros tomamos agua, tan ricamente, las comunidades afectadas por los derrames no tienen agua potable y el agua que tomaban, ahora está contaminada con petróleo [http://www.ideeleradio.org.pe/lo-ultimo/loreto-denuncian-falta-de-agua-en-comunidades-afectadas-por-derrame-de-petroleo/]. En nuestra opinión, esta falta de atención humanitaria es gravísima. Nos deshumaniza a todos porque implica desinterés por la humanidad de las verdaderas víctimas de los derrames en el Oleoducto Nor-peruano.

4.     El 28 de octubre de 2016 se declaran en emergencia los distritos de Parinari y Urarinas: D.S. N° 083-2016-PCM [http://busquedas.elperuano.com.pe/normaslegales/declaran-el-estado-de-emergencia-por-derrame-de-petroleo-en-decreto-supremo-n-083-2016-pcm-1447950-2/]. No se sabe muy bien en qué consiste. Y, sobre todo, no se informa a la población local que permanece  ajena a las decisiones que va tomando el ejecutivo. El mismo día de esta declaratoria de emergencia se produjo otro derrame en la comunidad de 6 de Junio, distrito de Lagunas.

5.       Todo país necesita cuidar sus infraestructuras, esto no se puede discutir. Pero, ¿era necesario el decreto legislativo del 5 de noviembre de 2016: D.L. N° 1245? [http://busquedas.elperuano.com.pe/normaslegales/decreto-legislativo-que-modifica-el-codigo-penal-para-garant-decreto-legislativo-n-1245-1450260-1/]. Algunos expertos afirman que este decreto no aporta nada nuevo. Entonces, ¿para qué? Da la impresión que algunos grupos de funcionarios se disparan por donde les parece o pueden, sin mayores coordinaciones.  Otra interpretación más plausible lo leería como un interés especial en el Oleoducto, de ahí sus prebendas, sin importar la gente de las comunidades indígenas afectadas: las verdaderas víctimas. ¿Ha servido el decreto para evitar los derrames? Véase punto 1.

6.       23 de octubre: El tránsito fluvial está cortado en el Marañón. Un “ponguero”, un bote rápido que hace la ruta San Lorenzo - Nauta, intenta burlar el paro y hace unos disparos al aire. [http://rpp.pe/peru/loreto/saramurillo-retienen-a-tripulantes-que-dispararon-contra-nativos-noticia-1004579]. Los indígenas le capturan y posteriormente lo entregan al fiscal de turno. ¿Quién tiene autorización para portar armas? ¿De dónde han salido esas armas? ¿Por qué se utilizan creando caos? ¿No es una premisa que el único “dueño legítimo de la violencia” es el Estado?

7.       El 8 de noviembre de 2016 los indígenas retienen a 4 personas del Servicio de Inteligencia de la Marina, les requisan un dron y varias armas  [http://www.americatv.com.pe/noticias/actualidad/iquitos-nativos-retuvieron-agentes-marina-saramurillo-n253813?hootPostID=bfeb7111a74c31e136d6e5594adc3b30].

a.       ¿Se vigila el Oleoducto a escasos metros del paro indígena? Es una versión poco confiable. ¿Estaban preparando el desembarco de la delegación gubernamental? Es posible. Pero lo han hecho chapuceramente. O bien, el dron en cuestión tiene una autonomía muy limitada y entonces no merece la pena utilizarlo; o bien, la inteligencia brilla por su ausencia.

b.      ¿Alguien pensó el miedo que pudiera provocar un dron en los indígenas? ¿Alguien se imaginó que pudiera haber desembocado en pánico? ¿Y si los hubieran tildado de pelacaras?

8.       Miedo por parte de los funcionarios y gobernantes peruanos de su propia población. Esto nos parece particularmente grave. A nuestro parecer refleja dos cosas:

a.       Somos una sociedad con compartimentos estancos, donde no hay relación de unos grupos humanos con otros.

b.      El miedo es un factor que nos previene de los peligros. Pero un gobierno no puede tener miedo de circular por su propio territorio. Los indígenas en Saramurillo han dado muestras durante la primera visita de respeto y ofrecen garantías. ¿A qué se debe la desconfianza y el temor?

En nuestra opinión, Saramurillo puede ser leído como un síntoma de una sociedad con graves carencias que pasamos a enumerar rápidamente:

1.       Grupos humanos que no se relacionan más allá de su propio círculo y donde la versión blanca de la vida se impone. El desconocimiento de los diferentes raya lo absurdo. La gente de la ciudad, en general, tiene dificultades para comprender e interpretar lo que sucede. Iquitos es paradigma de esto: la población echa la culpa del alza de precios de los productos al paro indígena. Todo ello motivado por medios de comunicación inescrupulosos. En general, los periodistas de la región Loreto no han estado presentes en Saramurillo. Por tanto, unos medios de comunicación que pudieran ayudar a señalar las brechas sociales e intentar aportar elementos para una democracia más equitativa han sido fácilmente domesticados por los poderes: sobre todo el económico, que son los que verdaderamente mandan. Interculturalidad es solo una palabra.

2.       Discriminación. Consideramos que la renuncia/destitución del asesor de PPK se debió al momento en que sucedió: unido a escándalos protagonizados por otros asesores gubernamentales. Fue todo en el mismo paquete y no le quedó más remedio que renunciar/cesar. Pero no ha habido pedido de responsabilidades a nadie más, pese a los despropósitos que señalamos. Pensamos que el motivo es muy sencillo: discriminación. Lo que les sucede a los indígenas carece de interés, por eso se puede equivocar una persona/institución, pero no se le exigen responsabilidades políticas al respecto. En otros ámbitos, más alejados de la cuestión indígena, si alguien se equivoca, presumiblemente tiene que renunciar. Enfatizamos el “presumiblemente” porque nos parece que no se hace suficientemente. Esto es una cuestión de higiene democrática. Alguien que comete una falta grave debería estar inhabilitado para ejercer un cargo público.

3.       No parece que haya una persona que esté coordinando el tema de Saramurillo para darle una solución, sino que diferentes estamentos estatales realizan acciones por su cuenta. Esta desconexión nos parece absolutamente perjudicial.

4.       Nos da la sensación que en el fondo se trata de “dar concesiones” a los pueblos indígenas. Y, no. Por ahí, no. No se trata de concesiones, sino de derechos. ¿Si no reclaman, no tienen derecho a un medio ambiente sano, educación, infraestructura…? Este es el error. Los pueblos indígenas son sujetos activos con los cuales hay que conversar para garantizar y preservar su vida. La vida, el agua, la salud… no tienen precio. La riqueza de un país no son sus recursos naturales, es su gente. Sentimos que se busca cerrar el tema Saramurillo, al que instamos a buscar verdaderas soluciones lo antes posible, sin atender las justas reivindicaciones que plantean. Si esta hipótesis fuera cierta, será un paracetamol que alivia la fiebre momentáneamente, pero regresará con más fuerza porque la causa permanece inalterable.


Post Data:

El 13 de noviembre de 2016 han bajado a Iquitos unos 80 apus desde Saramurillo. Hoy, lunes 14, estarán en Iquitos y viajarán a Lima. Se están produciendo cambios significativos en la dirigencia de este movimiento. Da la impresión de que aparecen temas mesiánicos, lo cual nos habla de los niveles de sufrimiento soportados por décadas y la necesidad de resistir y salir de esta situación. Cuando el establishment no da respuesta los movimientos milenaristas aparecen. Estaremos atentos. Hay que explorar la relación entre milenarismo, escasez de recursos naturales y necesidad de dinero, que ya habíamos señalado en un artículo anterior.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas