miércoles, 27 de mayo de 2020

MORIR Y CONTAR EN KUKAMA EN MEDIO DE LA PANDEMIA Un homenaje póstumo para la señora Ilda Ahuanari.


Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Esta pandemia saca a relucir todas las taras que tenemos. En Loreto la descomposición social es terrible. El desgobierno y la corrupción trabajan para la muerte. Y cada día nos proporciona nuevas dosis grotescas: medicinas estatales en casas particulares, el oxígeno con precios astronómicos, el hambre… La propagación de la pandemia por los ríos y pueblos indígenas corre pareja al Estado. Pero no les vamos a contar los sinsabores y desgracias que nos aquejan.

© Manolo Berjón, 2013, Sra. Magna Manihuari, comunidad kukama de Triunfo, río Urituyacu

Que Loreto carece de liderazgo lo ve hasta un ciego. Pero tampoco es tan simple como esto. La amazonía es uno de los espacios donde tradicionalmente no surgieron fuertes liderazgos ni imperios centralizados, aquello de “la sociedad contra el Estado”. Desde otro ángulo: la autonomía personal es fundamental. Los kukama, por ejemplo, dirán que cuando una mujer embarazada tiene un antojo debe cumplir el deseo del feto. Si la madre no cumple con este deseo, el feto cae (aborto espontáneo). Los kukama dirán que es el feto quien lo ha provocado. Esta autonomía personal, desde el feto, desemboca en dosis enormes de libertad. Esto tiene consecuencias para la organización social.

Un líder es una persona generosa en tiempos de normalidad, extremamente generosa, que es capaz de agrupar a su gente en tiempos de necesidad: cuando hay que enfrentar un enemigo común. El problema con el covid-19 es que el enemigo es invisible y, aunque esto no debiera ser un problema en Loreto y menos en pueblos indígenas, no ha habido forma de explicar convenientemente a qué nos estamos enfrentando. En gran parte, por la desidia del Estado que solo emite en frecuencia occidental, cuando su propia población sintoniza otras frecuencias. En breve, que a estas alturas sigue fallando la comunicación y continúan las acusaciones de corrupción.

Perversamente, desde el Estado se ha estado inoculando que los responsables del desastre somos los propios ciudadanos indisciplinados. Incluso, no faltan personas que han introyectado semejante engendro de discurso. Este autoflagelamiento deja las manos libres al Estado para que haga lo que mejor sabe: propagar la pandemia y alentar la corrupción. Todo esto se desmorona si estudiamos la formación del sujeto y la acefalía en pueblos indígenas, de donde provenimos.


MORIR

Pero, pidamos ayuda al pueblo kukama, a ver si nos ayuda a orientarnos en medio de esta zozobra. Para los kukama ‘umanu’ significa ‘fiebre’, ‘morir’, ‘perder la vida’. Esta asociación entre fiebre y muerte nos parece muy oportuna. Cuando una persona se enferma, habitualmente, se restringen sus relaciones sociales, le dejan de frecuentar sus familiares y amigos. La fiebre vendría a ser el primer peldaño de la muerte. Es como un plano inclinado que desemboca en la muerte. La fiebre, tal como la conciben los kukama, genera aislamiento, vendría a ser similar a lo que podemos denominar como “muerte social”. Esto podría explicar por qué la gente no quiere ir a los hospitales: un espacio que rompe con los familiares y las relaciones sociales. Si te aísla de otros seres humanos, te visitarán seres no humanos.

Si la persona amazónica es construida a través de la relación con otras personas y seres, entonces, romper con la familia supone una transformación: dejas de relacionarte con personas para establecer relaciones con espíritus y convertirte en espíritu. En otras categorías, se produce una “desfamiliarización” con los parientes de la tierra, para “refamiliarizarte” con otros seres y con parientes que ya atravesaron la muerte, para irte convirtiendo en uno de ellos.

Esto tal vez nos pueda ayudar a buscar soluciones. Centralizar todo sobre uno o varios hospitales, además de colapsarlos, deja a la población de la periferia al margen. Bien porque no alcanzan para ser atendidos, y regresan a sus casas sin tratamiento, bien porque no desean acudir a un “lugar de muerte”. Pero muchas familias tampoco pueden quedarse en su casa, no tienen un espacio personal donde poder aislarse. Espacios intermedios como Kanatari, Sombrero de Paja o el MORB son de gran utilidad. Pero siguen siendo pocos espacios y lejanos para muchas familias. Tal vez sea la hora de buscar más espacios más pequeños por la ciudad para que puedan estar más cerca de sus familias. Y mantener algún contacto con la familia para que no se produzca esa muerte social. En comunidades indígenas es urgente construir casas donde puedan permanecer aislados los enfermos, antes que contagien a toda la parentela.

Si ‘umanu’ significa fiebre, morir, ‘umanu ayuka’ significa ‘tener fiebre’. ‘Ayuka’ significa quebrar, chancar o golpear, ladrar. Y ‘ayuka purara’ se traduce por asesinar, producto de un enfrentamiento hasta llegar a matar a alguien. Este término antiguo se está reemplazando por ‘umanuta’, término que significa matar personas y animales. A lo que íbamos, la fiebre golpea, golpea hasta matar, una muerte dolorosa. ‘Umanuta’ es ‘umanu’ ‘-ta’; -ta es el causativo. Por tanto, umanuta es morir causado por alguien, matar.

En términos kukama la muerte no es únicamente el final de la vida. La muerte es provocada por otro ser más fuerte, habitualmente un brujo. En Loreto estamos asistiendo no al final de la vida, sino a un verdadero asesinato. Es como si el Estado, que tiene el deber de protegernos, nos golpeara hasta matarnos, especialmente a los más vulnerables.


NÚMEROS

Tradicionalmente los kukama contaban hasta 4, a partir de ahí utilizaban el término ‘muchos’. Posteriormente, adoptaron los números a partir del 5 de la lengua quechua. Los pueblos indígenas no tienen ningún problema en apropiarse de lo que consideran necesario para los tiempos que corren.

Hemos visto una publicación de la DIRESA donde se comienza a contabilizar los enfermos de COVID-19 entre pueblos indígenas. Pudiera ser algo loable, pero nos parece que hay que tener en cuenta varias cosas. Nos vamos a fijar exclusivamente en el pueblo kukama.

1.       ‘Cocama’ es el término tradicional. Actualmente prefieren denominarse ‘kukama’, por cuestiones lingüísticas.

2.       Sólo aparecen tres casos en Lagunas (río Huallaga). Nos sorprende que no se cuenten enfermos por COVID-19 en Nauta y Requena, ambas ciudades de gran raigambre kukama y con gran impacto del COVID-19. Las tres ciudades (Lagunas, Nauta y Requena) son los centros más importantes en la Reserva Nacional Pacaya Samiria y mantienen una fuerte presencia del pueblo kukama. Este ocultamiento nos parece muy preocupante, es una forma de minimizar el impacto en pueblos indígenas. El apu de Santa Rita de Castilla (distrito de Parinari), junto con otras personas, perteneciente a una organización indígena integrada en ORPIO y AIDESEP no aparece en las estadísticas y la DIRESA conoce el caso de Santa Rita de Castilla. Podríamos poner más ejemplos, pero es suficiente para indicar que las estadísticas ocultan la realidad. Tal vez el afán occidental por los números esté ‘velando la realidad’. Tal vez las organizaciones indígenas regional y nacional puedan preguntar a sus filiales cuál es el impacto real en pueblos indígenas. Lleva más trabajo, pero sería una forma de ‘revelar la realidad’.

3.       Los datos no dejan de ser números. Como mínimo habría que contextualizarlos. No es lo mismo un enfermo entre un millón, por ejemplo en Lima, que un enfermo entre 100.000 indígenas (kukama), 5.000 (urarina) o una docena (omurano). ‘Muchos’ es un término genérico, pero cuando lo comparamos, adquiere mayor sentido y profundidad. Los kukama aprendieron y prestaron del quechua los números a partir del 5 cuando comenzaron a necesitarlos.

4.       Ya se ha señalado el real glotocidio: muerte de hablantes de lenguas indígenas, que tendrá un fuerte impacto en la revitalización de algunas de ellas, entre otras, la lengua kukama.

5.       Resumo acá un comentario acertado de Barbara Fraser: si mueren muchos indígenas, como parece que ocurrirá, no faltará quien enfatice la despoblación. Lo cual se puede traducir en los próximos años de mayor presión sobre territorios indígenas con la excusa que apenas hay población. Hay que estar atentos no siendo que el impacto de la pandemia sobre pueblos indígenas sea utilizado para expropiar territorios indígenas. En breve: el Estado no hace todo lo posible para atender a su población indígena y mueren muchos. El territorio se ‘despuebla’ y el Estado, en años posteriores, comienza a entregar territorios indígenas a empresas extractivas. O en una versión más moderada: deja de titular territorios indígenas.

Cfr. VALLEJOS YOPÁN, Rosa & AMÍAS MURAYARI, Rosa (2015), Diccionario kukama-kukamiria * castellano, FORMABIAP, Iquitos. 

sábado, 9 de mayo de 2020

IQUITOS: BEHIND THE COVID HEALTH CRISIS LIES A CLASS DIFFERENCE


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Inmaculada Parish - Iquitos


“It was awful; my cousins told me that they wrapped [my aunt and uncle] in plastic bags. ‘Like a dog,’ they said. And then someone picked them up at 9 p.m. They don’t know where they are buried. Until after the quarantine is over.” The couple died at home. Recounted by a religious sister who is a friend, a native of Iquitos.

The animator of one of the parish’s Christian communities calls to tell us that someone we know has died in Masusa, the neighborhood surrounding Iquitos’ main river port. The person died at home, with all the symptoms of covid, but never went to the hospital. That person’s brother-in-law died last week. He had been diagnosed with covid, but also died at home. We ask the animator to make a short video telling about what is happening on the periphery. He breaks down in tears, and we weep with him.



Masusa, May 08, 2020


He cannot make a video describing such sad events. He also fears that people will make fun of them: “It’s your own fault – go screw yourselves,” people tell them. When police and soldiers were patrolling the neighborhood to keep residents from leaving their houses, people ignored them. On the last day, the soldiers told them, “Now you’re on your own. If you die, it’s your own fault.” They left and never returned. “I can’t make the video you are asking me for,” the animator says. Then he adds, “The same thing is happening along the road [between Iquitos and Nauta], where my mother lives.”

How many deaths on the periphery will never be counted? These are people and they must be taken into account as people. It is unfair to blame them for their illness. The State is not fulfilling its function: “the right to health.” We have noted in the past the State’s failure to communicate about the coronavirus in a way that people understand.

The animator adds, “Before, when I lived on the Huallaga River, when a person died we would fire a gun into the air so everyone would know that someone had died. If we did that now in Iquitos, it would be terrible — we wouldn’t be able to sleep.”

Centering attention on the hospitals leaves the periphery of the city out of focus. We must open our eyes. Neighborhood Health Posts can do important work. But do they have the tools they need to provide care? It is crucial to decentralize, to go to the periphery, to provide health care with criteria that go beyond the Western view. People’s lives are at stake.

A few days ago, another person we know and trust told us how a neighbor in one of the neighborhoods behind the EsSalud Hospital died of covid. His family wanted to hold the wake at home, but the head of the neighborhood association called the police and they took the body away. An elderly man in the same neighborhood died with all the symptoms of covid, although he was never diagnosed. A few days later, in the same area, a 7-year-old boy died of dengue. An amalgam of epidemics. The family couldn’t find a cemetery where they could bury him. They spent an anguished day looking for a cemetery before they finally found one and were able to bury him.

A catechist calls. Her brother-in-law has died of a “sudden chill.” He had been perfectly healthy. He got up at night to go outside to urinate. He suffered a heart attack. They do not have enough money to bury him in a cemetery. They tried to cross the Nanay River, but the communities on the other bank would not allow them to land. They threatened the family, brandishing poles. The family had to abandon the coffin …

Focusing the news on hospitals, medicine and oxygen has a strong class component: “the middle class of Iquitos.” But most people on the periphery do not go to the hospital, nor can they afford medicines with prohibitive prices, much less fight to obtain a tank of oxygen on the black market. The health crisis, as it is being described, reflects only the terrible pain of the middle class. The reality is much harsher. We have abandoned the periphery to its own devices. This could explain why people on the periphery do not follow the quarantine orders. They are — and will continue to be — excluded from any possible improvements in the health system, to which they do not have access.

Translate by Barbara Fraser. 
Thanks.

IQUITOS: LA CRISIS SANITARIA POR COVID ESCONDE UN COMPONENTE DE CLASE


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

“Fue terrible, me cuentan mis primas que los envolvieron en bolsas plásticas, ellas decían: ‘como un perro’. Y luego recogieron a las 9.00 p.m., no saben dónde están enterrados. Hasta que pase la cuarentena”. Murieron en su casa. Testimonio de una religiosa amiga, natural de Iquitos, sobre sus familiares.

Llama un Animador Cristiano para contarnos que ha muerto una persona que conocemos en Masusa, el puerto fluvial de Iquitos. Ha muerto en casa, con todos los síntomas, pero nunca ha ido al hospital. La semana pasada murió un cuñado del difunto de hoy. A él sí le diagnosticaron covid, pero también murió en casa. Le pedimos al Animador que haga un pequeño video narrando lo que está pasando en la periferia. Se quiebra, llora y nos hace llorar.

Masusa, 08 de mayo 2020

No puede hacer el video narrando estas tristezas. Además tiene temor de que se burlen de ellos: “por su culpa, ahora jódanse”, les dicen. Cuando iban la policía y los militares a patrullar para que no salieran de su casa la gente no hacía caso. El último día los militares les dijeron: “ahora quedan por su cuenta, si mueren, es su culpa”. Se fueron y nunca regresaron. “No puedo hacer el video que me piden”. Y añade: “igual ocurre por la carretera [Iquitos-Nauta], donde vive mi mamá”. ¿Cuántas muertes de personas de la periferia nunca serán contadas? Son personas y deben ser tenidas en cuenta como personas. No es justo descargar la responsabilidad sobre ellos. El Estado no cumple su función: “el derecho a la salud”. Ya hemos señalado en anteriores ocasiones el fracaso comunicativo del Estado para hacerse entender sobre el coronavirus. Y añade, “antes, cuando vivía por el río Huallaga, al morir una persona, lanzábamos un tiro al aire, para que todos supieran que había muerto alguien. Si hiciéramos eso ahora en Iquitos, sería terrible, no podríamos descansar”.

Centrar toda la atención sobre los hospitales deja fuera de foco la periferia de la ciudad. Hay que abrir los ojos. Las Postas Médicas pueden hacer una importante labor. ¿Pero tendrán los implementos necesarios para poder atender? Hay que descentralizar, hay que ir por la periferia, hay que atender con criterios más allá de lo occidental. Está en juego la vida.

Hace unos días, otra persona de toda confianza nuestra nos contó cómo otro vecino en uno de Asentamientos Humanos detrás del Hospital de EsSalud murió con covid. Los familiares le quisieron velar en casa, pero el dirigente de calle llamó a la policía y se llevaron el cadáver. En este mismo lugar murió otro viejito con todos los síntomas, nunca fue diagnosticado. Los vecinos tampoco lo dejaron velar. Unos días después, y en este mismo espacio, un niño de 7 años muere por dengue. Se amalgaman las epidemias. No encuentran cementerio donde enterrarle, un día de angustia buscando un cementerio, al final encuentran y lo entierran.

Llama una catequista. Ha muerto su cuñado de “choque de aire”. Estaba bien. En la noche sale a orinar. Le da un paro cardiaco. No encuentran la plata suficiente para ir a un cementerio. Intentan cruzar el río Nanay, las comunidades del otro lado no les dejan, incluso les amenazan con palos. Tienen que abandonar el cajón…

Centrar las noticias sobre hospitales, medicinas y oxígeno tiene un componente de clase: “la clase media iquiteña”. Pero gran parte de la periferia no acude a los hospitales, ni puede acceder a medicinas con precios prohibitivos, menos pujar en el mercado negro por el oxígeno. Es decir, la crisis sanitaria, tal como la estamos narrando, sólo refleja el terrible dolor de la clase media. La realidad es mucho más dura. Hemos abandonado a la periferia para que se las arregle como pueda. Esto podría explicar por qué en la periferia no se hace caso. Total, siguen excluidos de las posibles mejoras en el sistema sanitario, al que no tienen acceso.