martes, 6 de agosto de 2019

REALIDAD, MULTIPLICIDAD Y REPRESENTACION: un aprendizaje con ‘Huaynakana Kamatahuarakana’ (mujeres trabajadoras).

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Conocimos a las mujeres de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’, una organización indígena de mujeres kukama, hace más de dos décadas. Desde entonces nos hemos encontrado con ellas en múltiples ocasiones: en talleres de diversos tipos, en sus comunidades, en eventos públicos, en viajes por el curso bajo del río Marañón… Siempre nos han tratado con mucha cordialidad y nos han tenido mucha paciencia. Con ellas hemos aprendido muchas cosas y nos han enseñado conocimientos que de otra forma nos hubiéramos perdido. Por eso, sólo tenemos agradecimiento para ellas.

© Manolo Berjón, 2009

Comenzamos con una brevísima referencia al nombre elegido: ‘huaynakana’ (mujeres) ‘kamatahuarakana’ (‘kamata’: trabajar; ‘-wara’: nominalizador, donde el sujeto realiza la acción habitualmente; ‘kana’: plural). ‘Kamata’: trabajar, proviene de ‘kama’, seno y ‘-ta’, causativo; introduce un causante para que el evento tenga lugar. Es esta vinculación con el seno el que está inserto también en el término ‘kukama’: ‘ku’, chacra; ‘kama’, seno. El kukama vendría a ser quien es amamantado por la chacra. Todo va indicando que el cuidado de las plantas de la chacra que realizan las mujeres es ‘trabajo’. Las mujeres consideran a las plantas de su chacra como niños: les cuidan, les cantan para que crezcan, les dan cariño… En eso consiste el trabajo. En cambio, las actividades de los varones no están asociadas al trabajo, poseen otras referencias: ‘ts+ki’, jalar, extraer, inhalar, respirar, pescar con anzuelo; ‘tiniari’, pescar con barbasco; literalmente ‘tini’, blanco; ‘-ari’, aspecto progresivo y/o localización difusa; vendría a significar ‘blanquear’; ‘yarari’, pescar con canasto; ‘ipurakari’, cazar. Si en la sociedad occidental tradicional el trabajo conllevaba el rol de proveedor; en el caso kukama, las mujeres también son proveedoras, tal como estamos indicando. Volveremos al final sobre este asunto.

Hace un par de días nos formularon la siguiente pregunta: ¿por qué son importantes las mujeres de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’?Fue una pregunta inesperada, así que nos hemos tomado estos días para poder responder. Nos parece que hay tres razones fundamentales: nos han ayudado a definir la realidad (ontología), nos convocan a pensar la multiplicidad y nos invitan a repensar el espacio de la representación. Brevemente diremos algo sobre estos tres aspectos, como parte de nuestra memoria agradecida.

Con las mujeres de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’, y con otras personas y organizaciones, aprendimos que percibimos la realidad de forma distinta. Pensemos, por ejemplo, en el río. Desde el punto de vista occidental, y simplificando un tanto, el río es una corriente de agua. Sin embargo, estas mujeres ampliaron nuestra mirada y nos hicieron entender que el río es más que una corriente de agua. Para los kukama,el caudal es mantenido por la boa que habita en el fondo del río. De tal forma que el ruido, la contaminación y el mal comportamiento de la gente hace que la boa se retire y, con el retiro de la boa, se seca el río. La boa no es una creencia, como en ocasiones tendemos a pensar los occidentales haciendo gala de nuestra multiculturalidad. El problema de esta tendencia es que las creencias son todas respetables mientras no cuestionen el modelo occidental de pensar la realidad. Pero si lo llega a cuestionar, entonces la creencia debe pasar al ámbito privado.

Sin embargo, que la boa mantiene el río no es una creencia, sino que ‘es’ la realidad. Y es de la constitución de la realidad que debemos hablar. En breve: mientras para los occidentales la realidad está formada de materia que se descompone en átomos…, para los kukama la realidad es la boa que mantiene el agua del río. Ya no es una creencia que pertenece al ámbito privado sino que hay dos formas diferentes de percibir la realidad. Esto conlleva que la conversación adquiere otro nivel de complejidad. Esta forma de pensar la realidad es lo que podemos denominar como “ontología”. El estiaje que se produjo el 2010 nos da la oportunidad de explicarlo. Previamente al mismo se había producido un derrame de petróleo en el bajo Marañón. Para los kukama era evidente que la boa se estaba retirando por el derrame. Por eso se produjo la merma del río. No era una creencia, era una evidencia, era la realidad, y así lo percibían.

No obstante, podemos encontrar algún punto de convergencia entre ambas formas de percibir la realidad. La manera indígena de definirla ha mantenido y conservado el ecosistema por miles de años. Los occidentales ahora somos más conscientes que el cambio climático también nos obliga a cuidar el medio ambiente. Esta sería una forma de entablar una conversación y conjurar el solipsismo.

En segundo lugar, habíamos señalado el tema de la multiplicidad. El ojo y oído occidentales están marcados por la unidad. Las proporciones y el orden parten de la unidad [de medida]. Sin embargo, cualquier persona que ha vivido con pueblos indígenas ha comprobado en sus carnes que la unidad no es ningún ideal y que más bien la práctica señala la multiplicidad. Pues bien, el Estado, en su concreción actual, mide su actuación por medio de la unidad. Necesita un interlocutor, huye de la multiplicidad. Nos parece que esta es una mirada que busca réditos a corto plazo. Sin embargo, a medio y largo plazo es mucho más sostenible lidiar con la multiplicidad. Cuantos más actores involucrados en la conversación más probabilidad existe de que los acuerdos sean duraderos y mayor socialización del proceso. El grado de complejidad es mayor y exige dedicar más tiempo. El esfuerzo también es mayor, pero el resultado tiene visos de ser mucho más respetado. El problema es que los gobiernos de turno, y las ONGs, suelen pensar a corto plazo y buscan una rentabilidad lo más próxima posible.

También se produce un cortocircuito con la idea de pueblo. Los occidentales tendemos a percibirlo desde la unidad. Por tanto, buscamos “un” interlocutor. Sin embargo, las jefaturas indígenas son múltiples por definición. A poco que hayamos convivido con pueblos indígenas percibimos la diversidad y multiplicidad de liderazgos. La multiplicidad de voces al interior del mismo pueblo indígena es simplemente una constatación diaria. Zanjar el tema invocando que estamos conversando con el “uno”, no deja de ser una imposición occidental. Por tanto, abogamos por pensar y actuar desde la multiplicidad como un elemento netamente indígena.

Y el tercer aspecto que nos habíamos marcado es la representación.Esta es una idea cuestionada tanto en occidente como en pueblos indígenas. Señalar que tradicionalmente las mujeres no hacían política y, por tanto, así debe continuar siendo, nos parece un burdo argumento. No solo las mujeres cuestionaban a sus compañeros en el ámbito más doméstico y moldeaban las opiniones desde la casa.También la presencia del Estado ha modificado la política como ámbito del bien común. Se ha ampliado la esfera de intervención. Pero, sobre todo, implica no tener en cuenta que se han ido modificando los roles conforme ha ido penetrando el dinero en las comunidades y son las mujeres quienes han llevado la peor parte.

Tradicionalmente se ofrecía masato al visitante. Era una oportunidad de reconocer el trabajo de las mujeres en la elaboración del mismo. Con la necesidad de contar con dinero para tener un celular, ropa o cualquier otra necesidad, la producción de la agricultura, pesca y recolección se han ido enfocando al mercado incipiente. Es precisamente esta entrada del dinero la que ha llevado a una modificación de un tiempo más relacional a uno más productivo. De igual manera, ahora ya no te ofrecen masato sino gaseosa. Se puede comprar con el dinero que gana,fundamentalmente,el varón.Por tanto, el trabajo de la mujer ya no es necesario. Esto ha generado una invisibilización de las mismas. Es fácil de comprobar, por lo dicho arriba sobre el trabajo, que hay un desplazamiento de género importante. En otras palabras, aplicar el concepto occidental de trabajo al pueblo kukama es una colonización más.

Si esto es como estamos describiendo, es totalmente urgente y necesario que se tenga en cuenta el papel de las mujeres. En tal sentido, nos parece que el aporte de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’ es del todo ineludible y pertinente. Convocar únicamente a los varones para las conversaciones con el Estado, además de mutilar a la mitad de la población, implica desconocer el trabajo de las mujeres. El ocultamiento de las mismas indica un tipo de trabajo despersonalizado donde lo fundamental es la ganancia económica, dejando fuera del ámbito del trabajo el aspecto relacional y de cuidado implícito en el término ‘kamatahuarakana’ (trabajadoras). Este aspecto tiene consecuencias no sólo económicas, sino también políticas. Si las mujeres forman parte de la producción a través del trabajo, ‘kamata’, entonces las conversaciones con el Estado tendentes a la reparación, restauración… del medio ambiente implican también elementos de cuidado. Cuidado que va implícito en el término ‘kamatawarakana’, propio de las mujeres kukama. Una razón más para tenerlas en cuenta.

Dejarlas fuera de la conversación, por ser mujeres, es un planteamiento intolerable en este siglo XXI. Deslizar que las mujeres dividen a los pueblos indígenas implica el desconocimiento de la multiplicidad anteriormente expuesto y arrogarse una representación varonil que confina a las mujeres a un rol secundario, una imposición del patriarcalismo más basto.Exhortamos al Estado y a las ONGs, por tanto, a tener en cuenta las demandas de las mujeres.

Concluimos con el agradecimiento debido a las mujeres de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’ y nuestro reconocimiento a la labor que han venido desarrollando por décadas.