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jueves, 13 de agosto de 2020

LA PROVOCACIÓN DEL ARTE EN TIEMPOS DE COVID-19: “MATRIZCIDIO 2022”

 Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas

Parroquia Inmaculada - Iquitos

 

Título: “Matrizcidio 2022”

Técnica: Ilustración digital

Autor: Del Águila Art (artista loretano)

 

Estamos dando un vistazo anodino al Facebook y nos encontramos con esta belleza visual. La rutina y la indiferencia saltan por los aires. No es poca virtud en este mundo saturado de imágenes. Nos parece una provocación, en el buen sentido del término. Queremos dejar constancia de ello.


© Christian del Aguila: Matrizcidio 2022


El autor utiliza la ilustración digital, el uso de tecnologías informáticas con diversos dispositivos electrónicos para crear arte. Aparece la brecha digital y la distancia entre generaciones. La potencia visual nos indica que el autor es un experto en el tema. Se presenta como un artista loretano. Merece la pena estar atentos a sus creaciones.

Nos atrapó desde el primer momento, aunque al principio nos dejó desconcertados. Posteriormente nos ha servido para hacernos algunas preguntas. Muy probablemente, el autor y nosotros partamos de convicciones diferentes. Estamos lejos de la “consonancia” entre idénticos. Lo habitual hubiera sido la “disonancia”: el ruido que no permite escucharse. Proviniendo de escenarios diferentes apostamos por una posible “resonancia”: convergencia entre diferentes que, conservando su diferencia, pueden vibrar en común. Arte y religión son dos ámbitos propicios para la “resonancia” comprendida como una vibración que nos transforma y nos conduce tras la senda de la vida buena.

El primer vistazo nos colocó delante de la iglesia Matriz de Iquitos abandonada y semiderruida. La imagen se percibe desde la calle Arica, invadida por el río. Aparecen plantas acuáticas al lado de la Matriz. No existe la Plaza de Armas, un brazo del río lo ha anegado todo. Al otro lado del río continúa erguida una torre de luz. El cielo está rojo, es una puesta de sol. Para los occidentales esto implica que al día siguiente hará buen tiempo (calor). En la Amazonía es una señal de lluvia. Así lo considera también el pueblo kukama. En la calle permanecen abandonados un motocarro volteado y un ómnibus. Atado al ómnibus hay una canoa-bote y encima del ómnibus una mujer con un perro. La mujer tiene unos jeans al uso, rotos, y botas. En su hombro hay una especie de bolsa-carcaj donde guarda las flechas y un arco en la mano izquierda, mientras con la derecha parece indicar el boquete que hay en la cubierta de la parte anterior de la Matriz. El cuadro lo completan algunas aves, probablemente gallinazos en el tejado de la Matriz y unos loros en la farola al otro lado de la calle. Nos parece una escena post-apocalíptica.

La descripción del cuadro se completa con un cartel donde se lee: “#YO [NO] ME QUEDO EN CASA”. Las letras son de molde y en color gris oscuro, excepto el “no”: un añadido posterior en color rojo. En la pared de la Matriz podemos leer: “FALSO DIOS” y “AMAZONÍA IS DEAD”. También aparece dibujado en color rojo en la pared de la Matriz la figura del covid-19. Vamos a proponer 4 sucintas pistas de lectura, entre otras muchas posibles y una nota final sobre la temporalidad. El arte tiene la capacidad de sugerir. El espectador también construye su propio cuadro. No tiene por qué coincidir la narración (oral o escrita) que realiza el autor a los relatos que organizan los posibles observadores. Pero pueden ser relatos que conversan.

1.       Nos parece que la mujer ocupa un lugar central en el cuadro. Por un lado está la iglesia Matriz, del latín matrix, útero; y, por otro, la mujer encima del ómnibus. Esta contraposición nos parece muy interesante. La Matriz ya no genera vida, está desolada y semiderruida. La mujer que está encima del ómnibus es una superviviente, una resistente, hay esperanza. Está caracterizada como una cazadora con un perro bien alimentado, el carcaj con flechas y el arco, roles tradicionalmente masculinos. Es una mujer joven actual, sus jeans están rotos. No aparecen niños, pero el hecho de ser una mujer joven deja abierta la posibilidad generatriz, si es que ella lo deseara, aunque no aparece ningún varón. Decimos esto porque al ser una superviviente encarna la esperanza y el futuro. El género está en construcción.

 

2.       Sólido – líquido. El agua ocupa un lugar central. El autor ha optado por una creciente del río. Esto es una licencia del artista, difícilmente se anega la Plaza de Armas de Iquitos. Por cierto, no existe Plaza de Armas, su espacio lo ocupa un brazo del río. La plaza es un espacio de socialización y prestigio. Sólo se observa una superviviente y su perro en la calle Arica. Al otro lado del brazo del río hay una torre de metal. Esto contrasta con el hierro del socavón de la cubierta en la parte delantera de la Matriz. Ambos son sólidos: la torre de metal permanece, la Matriz está deteriorada y semiderruida. Hay otro socavón en la esquina trasera de la iglesia. Pero lo que nos parece más interesante es el contraste entre la solidez y la fluidez. El agua está muy presente y la forma de deslizarse en este mundo no es ocupar un espacio permanente, la Matriz como construcción, sino la canoa-bote, donde probablemente ha llegado la superviviente. Esta idea de lo fluido que se desplaza es muy amazónica. No sabemos si está en la intención del artista, pero en un mito kukama se narra que la maldad de la gente, manifestada a través del ruido, la ruptura del equilibrio con la naturaleza y las desigualdades, provocan el hundimiento de la tierra y la anegación de las aguas. Los socavones en la iglesia serían producto del abandono, más que un ataque externo. Por cierto, para los kukama, el hundimiento de la plaza implica todos los negocios que están establecidos en ella: el BCP, la Casa de Fierro… El lugar de socialización es un lugar de prestigio y exclusión. Ciertamente, los humildes también pueden pasear, pero no se pueden adueñar. Existe un contraste entre la movilidad terrestre (ómnibus y motocarro) malogrados y la acuática (canoa-bote).

 

3.       La escritura ocupa un lugar importante. En pueblos de una gran tradición oral se opta por la escritura en dos idiomas imperiales: español e inglés. No sabemos si el artista afirma o sólo copia lo que ve. Lo han escrito otros, él lo pinta. Este artificio permite al artista reservar su opinión. Comenzamos por lo escrito más en el centro de la pared de la Matriz: “AMAZONÍA IS DEAD”. A su lado hay un dibujo del covid-19, lo interpretamos como el causante de la muerte de la Amazonía. Ciertamente, el sufrimiento en la ciudad de Iquitos ha sido indecible. Pero no se menciona el sufrimiento en pueblos indígenas, algo que estaba ocurriendo en el momento mismo de la creación, y que continúa ocurriendo mientras escribimos esto. Podríamos añadir que si continúa la depredación de la Amazonía el próximo virus saldrá de acá, pero no se sugiere en el cuadro. El segundo escrito reza: “FALSO DIOS”. Estamos lejos de la muerte de Dios nietzscheana. El cuadro sugiere que “éste” Dios es falso (el cristiano), pero puede haber otros verdaderos. Acá hay un legado para la teología. ¿No hemos sido demasiado vehementes en la utilización de una teología afirmativa sobre Dios (catafática) y no deberíamos también presentar una teología negativa sobre Dios (apofática)? Es decir, no podemos controlar a Dios, tenemos que dejarle que sea Misterio. Menos dogmatismo y más mística. El tercer escrito aparece en un cartel: “YO [NO] ME QUEDO EN CASA”. Cartel que ha sido sido intervenido. El “no” es una adición posterior. ¿Atribuye el autor el no quedarse en casa con la debacle que retrata? No lo sabemos. Pero nos llama la atención, porque el Estado no ha cumplido el rol protector que le corresponde y ha culpado a la población de no quedarse en casa. En Iquitos ha sido particularmente duro cómo muchas personas del centro han insultado por las redes sociales a quienes no se quedaban en casa [muchos de ellos no podían por el hacinamiento en el que viven –la planificación urbana en Iquitos es un desastre–, porque tenían que trabajar, porque sólo se utilizó la razón occidental para una población como la de Iquitos, con un fuerte componente indígena, o por otros motivos]. ¿Se ha comprado el discurso oficial?

 

 

4.       ¿Es el coronavirus el causante de todo esto? Eso parece sugerir el cuadro, con la pintura del covid-19 en la pared de la Matriz y el cartel “YO [NO] ME QUEDO EN CASA”. El título del cuadro nos parece muy evocador: “Matrizcidio 2022”. ¿Este es el escenario para 2022? Entonces, nos quedan un par de años de sufrimiento hasta que lleguemos a ese estado reflejado en el cuadro. Como estamos en 2020, ¿es una invitación del autor para que reaccionemos? ¿En qué sentido? ¿Es un deseo matar a la Matriz? ¿Es una descripción de lo que ha pasado en Iquitos durante la pandemia del coronavirus?

 

No podemos terminar sin hacer referencia a la historia. Con la llegada de los jesuitas en el s. XVII aparecen las epidemias históricas que diezmaron la población indígena. ¿Puede ser leído el cuadro como una metáfora de las epidemias? Tal vez, pero nos parece problemático por dos motivos. En primer lugar, porque durante la primera globalización (s. XVI-XIX) no eran conscientes de las epidemias. Los jesuitas barruntaban algo, pero no fue hasta el s. XIX que se descubrieron los virus. En segundo lugar, porque en la etapa actual de la globalización y, en concreto, en esta epidemia de covid-19, la Iglesia de Iquitos ha sido parte de la solución, no del problema. Autoridades tenemos que no cumplieron su papel.


Siguiendo con la temporalidad. La cuarentena ha sido un tiempo productivo. Algunos artistas han creado arte. Esto siempre lo debemos agradecer. El arte tiene su propio espacio y dinámica. Contribuye, sin duda, a la construcción del bien común, a la reflexividad y puede tener efectos terapéuticos si nos sirve para analizar lo que nos ha sucedido. Sin embargo, el Estado ha sido un vector de propagación del virus. Algunos trabajadores municipales en el reparto de víveres han diseminado el virus en el río Corrientes. En el distrito de Parinari trabajadores del Ministerio de Salud también han  dispersado el virus. Respecto al Ministerio de Cultura, al que agradecemos estar atento a esta creación, no ha tenido la misma empatía con los pueblos indígenas, a quienes tiene obligación de atender y no la hecho suficientemente, con muertes indígenas incluidas. Cultura parece haberse acordado de los indígenas exclusivamente para reseñar algunas necrológicas obligadas. Mientras tanto la Iglesia de Iquitos generó esperanza en la población y llamó la atención del Estado con la colecta pública que ha servido para comprar 4 plantas de oxígeno, medicinas y equipos de protección personal, entre otras actividades. Algunos de estos insumos han ido a los Centros de Salud y Postas Médicas situadas en pueblos indígenas, porque el Estado no lo hace, al menos no suficientemente. Alentamos a la recepción de la obra. Es una oportunidad de contrastar públicamente diversos relatos de lo que nos ha sucedido como sociedad y construir sentido, buscando sus posibles efectos terapéuticos.

miércoles, 15 de julio de 2020

EL OXÍGENO EN IQUITOS Y LOS RETRATOS EN LIMA: HACIA UNA IGLESIA MESIÁNICA


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

“Las grandes obras asistenciales de la Iglesia no son problemáticas por el hecho de existir (también los cristianos de hoy tienen conciencia de la necesidad de la caridad) sino porque sacan esa caridad fuera de su contexto mesiánico” (J. B. Metz).

Han pasado aquellos trágicos días de búsqueda de oxígeno en Iquitos, esperemos que no regresen nunca. Días que quedarán tatuados en la piel de miles de familias. Lo más común aquellos días eran lágrimas de impotencia, dolor, rabia y bolsillos vacíos para poder comprar el oxígeno y las medicinas. Llamadas a teléfonos que no siempre contestaban, pistas que te enviaban siempre a otro lugar, colas interminables… y mucho sufrimiento. En medio de la desesperación un grupo de ciudadanos organizó por Facebook una pequeña colecta que solicitaba S/. 5.00 para poder comprar una planta de oxígeno para Iquitos. La situación era dramática. Esa colecta no salió adelante, pero fue el germen de algo mayor que se estaba fraguando.

Planta de oxígeno. Foto tomada del Facebook del Vicariato Apostólico de Iquitos

El P. Agustín Raygada llevaba ya un tiempo hablando de comprar una planta de oxígeno. El P. Raymundo Portelli, acuciado por una conversación con el Dr. Ernesto Salazar, lanzó la idea y con el P. Miguel Fuertes, encargado del Vicariato Apostólico, se lanzaron a lo desconocido. Fue todo rapidísimo, en un domingo se hizo todo, sin pensarlo. Fue tal el impacto y la generosidad de gente de todos los lados que el Vicariato acabó comprando 4 plantas de oxígeno, material de protección personal y medicinas. Algunas personas acudieron a las parroquias para donar su plata: donaron desde S/. 0.50 en adelante, todo suma. Mucha gente anónima ha contribuido, de Iquitos y de otras partes del mundo a través de los bancos.

Fue el momento oportuno, un kairós. Iquitos estaba sumida en la desesperación. Este gesto sirvió para una pequeña reacción del gobierno. Hasta entonces no se traía oxígeno en aviones desde Lima porque era peligroso. A raíz de la gesta del Vicariato comenzaron a llegar vuelos con oxígeno, vinieron más doctores de Lima y medicinas. Este gesto generó confianza. El mismo personal sanitario recobró fuerzas, pese a estar fuertemente golpeado. A partir de Iquitos otras ciudades han realizado colectas públicas para comprar oxígeno o plantas de oxígeno.

Los que escribimos esto apenas colaboramos con las plantas de oxígeno, así que no se trata de recibir aplausos que no merecemos. Los aplausos son para todos los que colaboraron y los citados sacerdotes que leyeron perfectamente la necesidad y canalizaron toda esa ansiedad para buscar tranquilidad y salud. Después hemos visto que se han multiplicado colectas por todo el Perú. Tal vez sean necesarias, no tenemos elementos para valorarlas, pero nos ha parecido que les ha faltado el componente mesiánico del que habla Metz en la entrada de esta nota.

Las obras de caridad son importantes, nadie las cuestiona. En estos tiempos también son necesarias. Sin embargo, nos parece que el cristianismo no puede ni debe renunciar a su componente mesiánico. Se debe colaborar, pero de igual manera se debe exigir a las autoridades (in)competentes del Estado. La iglesia no es una sociedad paralela, ni debe suplantar a las autoridades. Estamos en el mundo sin ser del mundo, porque tenemos ese componente mesiánico que nos sobrepasa.

Nos hemos lanzado en una carrera de suplantación del Estado proporcionando oxígeno y no hemos tenido la suficiente valentía para exigir al Estado que cumpliera con su obligación. Tal vez era y sigue siendo necesario colaborar con la adquisición de oxígeno, pero se han echado en falta voces en la iglesia más proféticas de exigencia de derechos para los pobres. De hecho parece que somos funcionales al sistema porque el Estado no se da por enterado. Día tras día y semana tras semana más lugares se suman a la compra de oxígeno, sin exigir al Estado. La convocatoria de la Conferencia Episcopal Peruana para comprar más oxígeno deja en el aire el componente mesiánico que echamos en falta. Si el cristianismo pierde su entraña mesiánica abandona su raíz más primigenia. El humanismo está muy bien, pero para los cristianos es insuficiente. Eso lo pueden hacer las ONGs. Renunciar a la entraña mesiánica es renunciar al cristianismo.

Esto es lo que a nuestro parecer diferencia la compra de oxígeno de Iquitos. En Iquitos fue un fuerte llamado de conciencia. Respondiendo a las necesidades de la gente obligó al Estado a posicionarse y ayudar a una ciudad que se ahogaba en la desesperación. Para los demás lugares ha habido tiempo y experiencia que no hemos sabido aprovechar. No hemos sido capaces de llamar la atención del Estado. En otras palabras: mientras el Estado ha tenido dinero para una reactivación económica cuestionable, puesto que los grandes son los más beneficiados, no ha tenido para comprar oxígeno. La vida religiosa algo tendría que decir.

Otro momento mesiánico, por motivos diferentes, se desarrolló el día del Corpus Christi en Lima. El arzobispo llenó su catedral con 5000 retratos de los difuntos, en un momento en que las cifras oficiales no se contemplaban tantas muertes. El arzobispo canalizó la ansiedad generada por la muerte de los seres queridos en un ritual del duelo de gran envergadura y humanidad. Fue tan enorme el impacto que los grandes medios de comunicación del mundo lo tuvieron en cuenta. “Intelligenti pauca”.

En conclusión: hay que volver al componente mesiánico del cristianismo, sino queremos convertirnos únicamente en una ONG humanitaria, importante en sí misma, pero poco que ver con el cristianismo.

lunes, 15 de junio de 2020

COVID-19: ANTE LA MUERTE DE UN AMIGO KUKAMA. Mucho más allá de lo anecdótico


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada – Iquitos

Un enfermo de covid-19 en Santa Rita de Castilla necesita oxígeno. Hasta acá, nada particular. Aunque tienen varios concentradores de oxígeno en el Centro de Salud, donados por el Vicariato Apostólico de Iquitos, prefieren evacuarlo a Nauta, donde hay más seguridad con el oxígeno. Todos están contentos. Se espera que en unos días pueda regresar a la comunidad restablecido. En Nauta es ingresado en Casiciaco, un centro de retiros de la Iglesia Católica cedido al Ministerio de Salud para la atención de enfermos de covid-19 mientras dure la pandemia. En este espacio hay camas contiguas con la equidistancia correspondiente.

© Manolo Berjón 2013.


RODEADO DE MUERTOS

En un mismo día mueren tres de los enfermos más próximos a él. Evidentemente, esto le causó una honda preocupación. Nuestro amigo llamó a su familia. La familia avisó a un médico (chamán) que le tratara. El chamán diagnosticó daño. Los familiares le sacaron de Casiciaco. La doctora les dijo que si se lo llevaban a casa se moriría porque necesitaba oxígeno. La familia se lo llevó. Nuestro amigo murió.

No faltará quien diga que ha muerto por terco, o por no saber entender o no saber hacer caso. Sin embargo, en nuestra opinión este deceso muestra otra cara de la pandemia que no se está queriendo ver: pueblos indígenas. La información oficial sigue los parámetros occidentales. Y hay pocos esfuerzos para explicar esta enfermedad en otras categorías. ¿Qué ha pasado entonces? La atención exclusivamente desde la biomedicina no es suficiente, como muestra este caso. Pero no solo eso, es injusto que en un país con tantos pueblos indígenas la única atención sea desde el punto de vista occidental, sin comprender otras dinámicas. No estamos en contra de los Centros de Salud, al contrario, ojalá hubiera más y mejor dotados, pero se necesita reconocer otras visiones de la vida, de la salud y de la enfermedad.


HOSPITAL

Hospital es un término occidental que ha sido traducido por los kukama. En lugar de realizar un préstamo del castellano, han acudido a su propia tradición: ‘mutsanakatupaka’. Vamos por partes.

‘Mutsana’: medicina tradicional y farmacéutica. Acá ya tenemos una pista fundamental. La misma palabra para dos formas de curar, en igualdad de condiciones. Esto explica por qué un enfermo puede acudir primero a un chamán y después al hospital si la familia no está conforme. O viceversa: primero al hospital y, si recuperación se retarda, le sacan para llevarlo a un chamán. En ocasiones también a la vez: en el hospital y siendo tratado por un chamán. Los kukama consideran estas dos formas de medicina en igualdad de condiciones. Algo que no siempre se comprende desde la vida occidental.

No es este un lugar para hacer florituras lingüísticas. Sólo indicar que –tupa es un locativo. –ka, no es el momento ahora y, para nuestro fin, carece de interés, por el momento. Por tanto, hospital está relacionado con un “lugar donde se cura”, igual que se puede curar con plantas medicinales.

Los kukama consideran que también se cura con icaros, soplos, chupadas, fumadas. Para esta forma de curación se utiliza el verbo ‘yupita’. Esta manera de curar es diferente del hospital. En este caso se trata de “trenzar el alma”. La enfermedad es comprendida como el alma que sale y se extravía y no puede regresar al cuerpo. Para retener el alma o para hacerla regresar el chamán colocará sus manos en la cabeza del enfermo para que las yemas de sus dedos puedan alcanzar el cuero cabelludo del paciente. Otra forma de “trenzar el alma” consiste en un juego de manos. El chamán se coloca detrás del paciente y toca su espalda. Sus manos en vertical van realizando círculos hacia el interior de la espalda, girando hacia adentro, hacia la columna, y apretando. Todo esto se realiza para enfermedades complicadas.


MUCHO MÁS ALLÁ DE LO ANECDÓTICO

En el hospital y centros covid-19 atienden el cuerpo. Y, aunque muchos médicos comprenden la importancia de la atención personalizada y tranquilizan a sus pacientes, no tienen tiempo suficiente dada la emergencia sanitaria. Esta soledad no es tenida suficientemente en cuenta. Para atender adecuadamente se necesitan más médicos y psicólogos que se preocupen por la parte emocional. La dicotomía pensar/sentir es occidental, pero no rige en pueblos indígenas. Sin embargo, hay que tener cuidado, la psicología es una ciencia con una matriz occidental que no siempre tiene en cuenta las maneras amazónicas de comprender la vida. Lo cual significa que no vale cualquier psicólogo.

Los médicos se dedican, fundamentalmente, a curar los cuerpos. Occidente ha fisiologizado el cuerpo humano sobremanera, lo cual tiene muchas ventajas, como las operaciones, pero se ha perdido la visión holística del cuerpo y de la persona. Las personas somos algo más que cuerpos fisiológicos, somos también relaciones humanas. El sistema chamánico atiende mejor, entre otros aspectos, este modo relacional.

Si el Estado peruano quiere atender a su población indígena adecuadamente, además de dispensar atención desde los Centros y Postas de Salud convenientemente (más personal sanitario, medicinas, EPPs, concentradores de oxígeno, movilidades para evacuaciones…), debe ampliar la mirada sobre el cuerpo más allá del individuo, para considerarlo una construcción y tener en cuenta las relaciones sociales como constitutivas de ese cuerpo. También los indígenas saben aislarse cuando es preciso, ahí están tradicionalmente los retiros de los aprendices de chamanes, los rituales de pubertad y otros, pero para ellos el cuerpo humano es mucho más que mera fisiología e individuo. ¿Y los lugares donde no hay Posta Médica o están muy lejos? Son cuestiones difíciles, pero bien haría el Ministerio en conversar con cada federación indígena al respecto. ¿Y los pueblos indígenas en aislamiento voluntario (PIAV). Entre otras cosas, preservar su territorio y protegerlo de toda clase de extractivistas y ajenos.

Probablemente hay gente que considere la muerte de nuestro amigo como algo anecdótico. Incluso no faltará quien le reste importancia: de todos los enfermos en Santa Rita de Castilla sólo han fallecido dos, y los dos evacuados a Nauta. Una cifra estadísticamente insignificante. Tal vez. Pero nosotros seguimos pensando que merece la pena detenerse y preguntarse: ¿por qué tanta gente en Iquitos no quiere ir al hospital? ¿Por qué mucha gente piensa que los hospitales son “lugares de la muerte”? Centrar exclusivamente la atención para pueblos indígenas (también para los indígenas urbanos) en Centros y Postas Sanitarias nos parece que genera exclusión de las personas que no tienen oportunidad, bien sea por distancia física o cultural. El Ministerio de Salud haría bien en reconocer la importancia de las plantas medicinales en esta pandemia y fortalecer el sistema de Promotores de Salud que la biomedicina ha desmantelado en los últimos 20 años. ¿Algún día en las facultades de medicina [y en el resto] se brindarán conocimientos sobre el cuerpo indígena?

miércoles, 27 de mayo de 2020

MORIR Y CONTAR EN KUKAMA EN MEDIO DE LA PANDEMIA Un homenaje póstumo para la señora Ilda Ahuanari.


Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Esta pandemia saca a relucir todas las taras que tenemos. En Loreto la descomposición social es terrible. El desgobierno y la corrupción trabajan para la muerte. Y cada día nos proporciona nuevas dosis grotescas: medicinas estatales en casas particulares, el oxígeno con precios astronómicos, el hambre… La propagación de la pandemia por los ríos y pueblos indígenas corre pareja al Estado. Pero no les vamos a contar los sinsabores y desgracias que nos aquejan.

© Manolo Berjón, 2013, Sra. Magna Manihuari, comunidad kukama de Triunfo, río Urituyacu

Que Loreto carece de liderazgo lo ve hasta un ciego. Pero tampoco es tan simple como esto. La amazonía es uno de los espacios donde tradicionalmente no surgieron fuertes liderazgos ni imperios centralizados, aquello de “la sociedad contra el Estado”. Desde otro ángulo: la autonomía personal es fundamental. Los kukama, por ejemplo, dirán que cuando una mujer embarazada tiene un antojo debe cumplir el deseo del feto. Si la madre no cumple con este deseo, el feto cae (aborto espontáneo). Los kukama dirán que es el feto quien lo ha provocado. Esta autonomía personal, desde el feto, desemboca en dosis enormes de libertad. Esto tiene consecuencias para la organización social.

Un líder es una persona generosa en tiempos de normalidad, extremamente generosa, que es capaz de agrupar a su gente en tiempos de necesidad: cuando hay que enfrentar un enemigo común. El problema con el covid-19 es que el enemigo es invisible y, aunque esto no debiera ser un problema en Loreto y menos en pueblos indígenas, no ha habido forma de explicar convenientemente a qué nos estamos enfrentando. En gran parte, por la desidia del Estado que solo emite en frecuencia occidental, cuando su propia población sintoniza otras frecuencias. En breve, que a estas alturas sigue fallando la comunicación y continúan las acusaciones de corrupción.

Perversamente, desde el Estado se ha estado inoculando que los responsables del desastre somos los propios ciudadanos indisciplinados. Incluso, no faltan personas que han introyectado semejante engendro de discurso. Este autoflagelamiento deja las manos libres al Estado para que haga lo que mejor sabe: propagar la pandemia y alentar la corrupción. Todo esto se desmorona si estudiamos la formación del sujeto y la acefalía en pueblos indígenas, de donde provenimos.


MORIR

Pero, pidamos ayuda al pueblo kukama, a ver si nos ayuda a orientarnos en medio de esta zozobra. Para los kukama ‘umanu’ significa ‘fiebre’, ‘morir’, ‘perder la vida’. Esta asociación entre fiebre y muerte nos parece muy oportuna. Cuando una persona se enferma, habitualmente, se restringen sus relaciones sociales, le dejan de frecuentar sus familiares y amigos. La fiebre vendría a ser el primer peldaño de la muerte. Es como un plano inclinado que desemboca en la muerte. La fiebre, tal como la conciben los kukama, genera aislamiento, vendría a ser similar a lo que podemos denominar como “muerte social”. Esto podría explicar por qué la gente no quiere ir a los hospitales: un espacio que rompe con los familiares y las relaciones sociales. Si te aísla de otros seres humanos, te visitarán seres no humanos.

Si la persona amazónica es construida a través de la relación con otras personas y seres, entonces, romper con la familia supone una transformación: dejas de relacionarte con personas para establecer relaciones con espíritus y convertirte en espíritu. En otras categorías, se produce una “desfamiliarización” con los parientes de la tierra, para “refamiliarizarte” con otros seres y con parientes que ya atravesaron la muerte, para irte convirtiendo en uno de ellos.

Esto tal vez nos pueda ayudar a buscar soluciones. Centralizar todo sobre uno o varios hospitales, además de colapsarlos, deja a la población de la periferia al margen. Bien porque no alcanzan para ser atendidos, y regresan a sus casas sin tratamiento, bien porque no desean acudir a un “lugar de muerte”. Pero muchas familias tampoco pueden quedarse en su casa, no tienen un espacio personal donde poder aislarse. Espacios intermedios como Kanatari, Sombrero de Paja o el MORB son de gran utilidad. Pero siguen siendo pocos espacios y lejanos para muchas familias. Tal vez sea la hora de buscar más espacios más pequeños por la ciudad para que puedan estar más cerca de sus familias. Y mantener algún contacto con la familia para que no se produzca esa muerte social. En comunidades indígenas es urgente construir casas donde puedan permanecer aislados los enfermos, antes que contagien a toda la parentela.

Si ‘umanu’ significa fiebre, morir, ‘umanu ayuka’ significa ‘tener fiebre’. ‘Ayuka’ significa quebrar, chancar o golpear, ladrar. Y ‘ayuka purara’ se traduce por asesinar, producto de un enfrentamiento hasta llegar a matar a alguien. Este término antiguo se está reemplazando por ‘umanuta’, término que significa matar personas y animales. A lo que íbamos, la fiebre golpea, golpea hasta matar, una muerte dolorosa. ‘Umanuta’ es ‘umanu’ ‘-ta’; -ta es el causativo. Por tanto, umanuta es morir causado por alguien, matar.

En términos kukama la muerte no es únicamente el final de la vida. La muerte es provocada por otro ser más fuerte, habitualmente un brujo. En Loreto estamos asistiendo no al final de la vida, sino a un verdadero asesinato. Es como si el Estado, que tiene el deber de protegernos, nos golpeara hasta matarnos, especialmente a los más vulnerables.


NÚMEROS

Tradicionalmente los kukama contaban hasta 4, a partir de ahí utilizaban el término ‘muchos’. Posteriormente, adoptaron los números a partir del 5 de la lengua quechua. Los pueblos indígenas no tienen ningún problema en apropiarse de lo que consideran necesario para los tiempos que corren.

Hemos visto una publicación de la DIRESA donde se comienza a contabilizar los enfermos de COVID-19 entre pueblos indígenas. Pudiera ser algo loable, pero nos parece que hay que tener en cuenta varias cosas. Nos vamos a fijar exclusivamente en el pueblo kukama.

1.       ‘Cocama’ es el término tradicional. Actualmente prefieren denominarse ‘kukama’, por cuestiones lingüísticas.

2.       Sólo aparecen tres casos en Lagunas (río Huallaga). Nos sorprende que no se cuenten enfermos por COVID-19 en Nauta y Requena, ambas ciudades de gran raigambre kukama y con gran impacto del COVID-19. Las tres ciudades (Lagunas, Nauta y Requena) son los centros más importantes en la Reserva Nacional Pacaya Samiria y mantienen una fuerte presencia del pueblo kukama. Este ocultamiento nos parece muy preocupante, es una forma de minimizar el impacto en pueblos indígenas. El apu de Santa Rita de Castilla (distrito de Parinari), junto con otras personas, perteneciente a una organización indígena integrada en ORPIO y AIDESEP no aparece en las estadísticas y la DIRESA conoce el caso de Santa Rita de Castilla. Podríamos poner más ejemplos, pero es suficiente para indicar que las estadísticas ocultan la realidad. Tal vez el afán occidental por los números esté ‘velando la realidad’. Tal vez las organizaciones indígenas regional y nacional puedan preguntar a sus filiales cuál es el impacto real en pueblos indígenas. Lleva más trabajo, pero sería una forma de ‘revelar la realidad’.

3.       Los datos no dejan de ser números. Como mínimo habría que contextualizarlos. No es lo mismo un enfermo entre un millón, por ejemplo en Lima, que un enfermo entre 100.000 indígenas (kukama), 5.000 (urarina) o una docena (omurano). ‘Muchos’ es un término genérico, pero cuando lo comparamos, adquiere mayor sentido y profundidad. Los kukama aprendieron y prestaron del quechua los números a partir del 5 cuando comenzaron a necesitarlos.

4.       Ya se ha señalado el real glotocidio: muerte de hablantes de lenguas indígenas, que tendrá un fuerte impacto en la revitalización de algunas de ellas, entre otras, la lengua kukama.

5.       Resumo acá un comentario acertado de Barbara Fraser: si mueren muchos indígenas, como parece que ocurrirá, no faltará quien enfatice la despoblación. Lo cual se puede traducir en los próximos años de mayor presión sobre territorios indígenas con la excusa que apenas hay población. Hay que estar atentos no siendo que el impacto de la pandemia sobre pueblos indígenas sea utilizado para expropiar territorios indígenas. En breve: el Estado no hace todo lo posible para atender a su población indígena y mueren muchos. El territorio se ‘despuebla’ y el Estado, en años posteriores, comienza a entregar territorios indígenas a empresas extractivas. O en una versión más moderada: deja de titular territorios indígenas.

Cfr. VALLEJOS YOPÁN, Rosa & AMÍAS MURAYARI, Rosa (2015), Diccionario kukama-kukamiria * castellano, FORMABIAP, Iquitos. 

sábado, 9 de mayo de 2020

IQUITOS: BEHIND THE COVID HEALTH CRISIS LIES A CLASS DIFFERENCE


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Inmaculada Parish - Iquitos


“It was awful; my cousins told me that they wrapped [my aunt and uncle] in plastic bags. ‘Like a dog,’ they said. And then someone picked them up at 9 p.m. They don’t know where they are buried. Until after the quarantine is over.” The couple died at home. Recounted by a religious sister who is a friend, a native of Iquitos.

The animator of one of the parish’s Christian communities calls to tell us that someone we know has died in Masusa, the neighborhood surrounding Iquitos’ main river port. The person died at home, with all the symptoms of covid, but never went to the hospital. That person’s brother-in-law died last week. He had been diagnosed with covid, but also died at home. We ask the animator to make a short video telling about what is happening on the periphery. He breaks down in tears, and we weep with him.



Masusa, May 08, 2020


He cannot make a video describing such sad events. He also fears that people will make fun of them: “It’s your own fault – go screw yourselves,” people tell them. When police and soldiers were patrolling the neighborhood to keep residents from leaving their houses, people ignored them. On the last day, the soldiers told them, “Now you’re on your own. If you die, it’s your own fault.” They left and never returned. “I can’t make the video you are asking me for,” the animator says. Then he adds, “The same thing is happening along the road [between Iquitos and Nauta], where my mother lives.”

How many deaths on the periphery will never be counted? These are people and they must be taken into account as people. It is unfair to blame them for their illness. The State is not fulfilling its function: “the right to health.” We have noted in the past the State’s failure to communicate about the coronavirus in a way that people understand.

The animator adds, “Before, when I lived on the Huallaga River, when a person died we would fire a gun into the air so everyone would know that someone had died. If we did that now in Iquitos, it would be terrible — we wouldn’t be able to sleep.”

Centering attention on the hospitals leaves the periphery of the city out of focus. We must open our eyes. Neighborhood Health Posts can do important work. But do they have the tools they need to provide care? It is crucial to decentralize, to go to the periphery, to provide health care with criteria that go beyond the Western view. People’s lives are at stake.

A few days ago, another person we know and trust told us how a neighbor in one of the neighborhoods behind the EsSalud Hospital died of covid. His family wanted to hold the wake at home, but the head of the neighborhood association called the police and they took the body away. An elderly man in the same neighborhood died with all the symptoms of covid, although he was never diagnosed. A few days later, in the same area, a 7-year-old boy died of dengue. An amalgam of epidemics. The family couldn’t find a cemetery where they could bury him. They spent an anguished day looking for a cemetery before they finally found one and were able to bury him.

A catechist calls. Her brother-in-law has died of a “sudden chill.” He had been perfectly healthy. He got up at night to go outside to urinate. He suffered a heart attack. They do not have enough money to bury him in a cemetery. They tried to cross the Nanay River, but the communities on the other bank would not allow them to land. They threatened the family, brandishing poles. The family had to abandon the coffin …

Focusing the news on hospitals, medicine and oxygen has a strong class component: “the middle class of Iquitos.” But most people on the periphery do not go to the hospital, nor can they afford medicines with prohibitive prices, much less fight to obtain a tank of oxygen on the black market. The health crisis, as it is being described, reflects only the terrible pain of the middle class. The reality is much harsher. We have abandoned the periphery to its own devices. This could explain why people on the periphery do not follow the quarantine orders. They are — and will continue to be — excluded from any possible improvements in the health system, to which they do not have access.

Translate by Barbara Fraser. 
Thanks.

IQUITOS: LA CRISIS SANITARIA POR COVID ESCONDE UN COMPONENTE DE CLASE


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

“Fue terrible, me cuentan mis primas que los envolvieron en bolsas plásticas, ellas decían: ‘como un perro’. Y luego recogieron a las 9.00 p.m., no saben dónde están enterrados. Hasta que pase la cuarentena”. Murieron en su casa. Testimonio de una religiosa amiga, natural de Iquitos, sobre sus familiares.

Llama un Animador Cristiano para contarnos que ha muerto una persona que conocemos en Masusa, el puerto fluvial de Iquitos. Ha muerto en casa, con todos los síntomas, pero nunca ha ido al hospital. La semana pasada murió un cuñado del difunto de hoy. A él sí le diagnosticaron covid, pero también murió en casa. Le pedimos al Animador que haga un pequeño video narrando lo que está pasando en la periferia. Se quiebra, llora y nos hace llorar.

Masusa, 08 de mayo 2020

No puede hacer el video narrando estas tristezas. Además tiene temor de que se burlen de ellos: “por su culpa, ahora jódanse”, les dicen. Cuando iban la policía y los militares a patrullar para que no salieran de su casa la gente no hacía caso. El último día los militares les dijeron: “ahora quedan por su cuenta, si mueren, es su culpa”. Se fueron y nunca regresaron. “No puedo hacer el video que me piden”. Y añade: “igual ocurre por la carretera [Iquitos-Nauta], donde vive mi mamá”. ¿Cuántas muertes de personas de la periferia nunca serán contadas? Son personas y deben ser tenidas en cuenta como personas. No es justo descargar la responsabilidad sobre ellos. El Estado no cumple su función: “el derecho a la salud”. Ya hemos señalado en anteriores ocasiones el fracaso comunicativo del Estado para hacerse entender sobre el coronavirus. Y añade, “antes, cuando vivía por el río Huallaga, al morir una persona, lanzábamos un tiro al aire, para que todos supieran que había muerto alguien. Si hiciéramos eso ahora en Iquitos, sería terrible, no podríamos descansar”.

Centrar toda la atención sobre los hospitales deja fuera de foco la periferia de la ciudad. Hay que abrir los ojos. Las Postas Médicas pueden hacer una importante labor. ¿Pero tendrán los implementos necesarios para poder atender? Hay que descentralizar, hay que ir por la periferia, hay que atender con criterios más allá de lo occidental. Está en juego la vida.

Hace unos días, otra persona de toda confianza nuestra nos contó cómo otro vecino en uno de Asentamientos Humanos detrás del Hospital de EsSalud murió con covid. Los familiares le quisieron velar en casa, pero el dirigente de calle llamó a la policía y se llevaron el cadáver. En este mismo lugar murió otro viejito con todos los síntomas, nunca fue diagnosticado. Los vecinos tampoco lo dejaron velar. Unos días después, y en este mismo espacio, un niño de 7 años muere por dengue. Se amalgaman las epidemias. No encuentran cementerio donde enterrarle, un día de angustia buscando un cementerio, al final encuentran y lo entierran.

Llama una catequista. Ha muerto su cuñado de “choque de aire”. Estaba bien. En la noche sale a orinar. Le da un paro cardiaco. No encuentran la plata suficiente para ir a un cementerio. Intentan cruzar el río Nanay, las comunidades del otro lado no les dejan, incluso les amenazan con palos. Tienen que abandonar el cajón…

Centrar las noticias sobre hospitales, medicinas y oxígeno tiene un componente de clase: “la clase media iquiteña”. Pero gran parte de la periferia no acude a los hospitales, ni puede acceder a medicinas con precios prohibitivos, menos pujar en el mercado negro por el oxígeno. Es decir, la crisis sanitaria, tal como la estamos narrando, sólo refleja el terrible dolor de la clase media. La realidad es mucho más dura. Hemos abandonado a la periferia para que se las arregle como pueda. Esto podría explicar por qué en la periferia no se hace caso. Total, siguen excluidos de las posibles mejoras en el sistema sanitario, al que no tienen acceso.

lunes, 20 de abril de 2020

DESCONFINAMIENTO, PUEBLOS INDÍGENAS Y COVID-19

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada-Iquitos

El reciente contagio de dos indígenas shipibo en el Ucayali enciende las alarmas sobre la expansión del COVID-19 en comunidades nativas. Según la información de Ojo Público, los indígenas habían acudido a la ciudad de Pucallpa para abastecerse de comida: [https://ojo-publico.com/1767/detectan-dos-casos-covid-19-en-comunidad-shipibo-conibo-de-ucayali]. Lo cierto es que la relación campo-ciudad, cada vez más intensa, pasa por momentos delicados. Nos encontramos con Postas Médicas desabastecidas, sin material de bioseguridad, con escaso personal sanitario, sin la capacitación adecuada al respecto, con mucha distancia de las comunidades a las que sirven, sin el combustible necesario y con culturas biomédica y chamánica que se entremezclan en diferentes puntos pero con diferente nivel de status. No siempre en proceso de comprensión y buen entendimiento, con relaciones de poder excesivamente verticales, y poca escucha de los indígenas en sus propias categorías, nos encontramos con un panorama de una gran complejidad.
© Manolo Berjón 2012, comunidad de Monterrico, distrito de Urarinas, provincia de Loreto.

Descargar toda la responsabilidad sobre las comunidades nos parece poco adecuado. Por supuesto que cerrarán las comunidades, por supuesto que algunos se internarán en la selva. Pero solo algunos. Cuando se levante el confinamiento, los medios de comunicación comenzarán a relajar sus medidas y lanzarán mensajes más tranquilizadores. Medios de comunicación que afectarán las opiniones en las comunidades, que ayudarán a rebajar el hermetismo. Es así que llegará realmente el peligro. El asunto no consiste en descargar toda la responsabilidad en las comunidades, el tema pasa porque el Estado controle a los que salgan de las ciudades.

Cuando llegue el momento de salir de nuestras casas, aunque no sea una estampida como habíamos pensado, saldrán personas para recorrer los diferentes ríos. No descarguemos toda la responsabilidad en ellos. Seamos conscientes que los necesitamos: muchos de ellos llevan pilas para las linternas, cartuchos para la caza, fósforos…, imprescindibles a estas alturas en las comunidades nativas y retornan a la ciudad con productos de primera necesidad: plátano, yuca, pescado, carne de monte… No defenderemos a los comerciantes, muchos de ellos usureros, pero tampoco es el momento de demonizarlos y descargar toda la responsabilidad sobre ellos.

Por supuesto, que saldrán empresarios inescrupulosos a talar madera, a esquilmar territorios indígenas. Sin embargo, los peones que los acompañarán serán la gente de la periferia de las ciudades, muchos de ellos indígenas urbanos. Aquellos a quienes hemos insultado por no respetar el confinamiento porque viven al día y en espacios hacinados. Aquellos que se han aglomerado en los mercados más populares y a los que no les ha llegado un mensaje adecuado de cómo protegerse porque solo emitimos en onda occidental. Aquellos que buscarán cualquier oportunidad para encontrar comida después de este tiempo extraño. Aquellos que siguen teniendo familia en las comunidades. Porque se pueden cerrar los ríos y las comunidades. Pero qué haces cuando el que llega es tu hermano, tu primo, o tu padre. Sin apenas pruebas, es muy probable que algunos de los que viajan a las comunidades sean asintomáticos: no muestren ningún síntoma y, sin embargo, puedan contagiar a sus parientes.

Es bueno cerrar las fronteras, como se ha hecho. Un solo ejemplo es suficiente. En el bajo amazonas, en la zona de triple frontera (Brasil-Perú-Colombia) es difícil que los tikuna no se muevan transfronterizamente para visitar a sus familiares. Si algo nos ha demostrado este coronavirus es que no conoce fronteras. Y el trato que se le da desde el Estado-nación es obsoleto para estos tiempos de pandemia global. Además de injusto, porque es evidente que Alemania no tiene los mismos recursos que Perú, y sin embargo, todos nos tenemos que enfrentar al COVID-19, pero inequitativamente.

Quiénes saldrán a las comunidades: fundamentalmente madereros, es la época de creciente de los ríos. Aunque a muchos de ellos la pandemia ya les pilló en territorios indígenas, donde se quedaron. Esta es la temporada que aprovechan para esquilmar de madera los bosques. Tengamos en cuenta que cada vez los madereros se adentran más en territorios indígenas, incluso en lugares extremadamente apartados de las ciudades, los únicos lugares donde quedan todavía algunas maderas de valor. Con ellos van algunos peones de la ciudad, fundamentalmente indígenas urbanos que habitan las periferias de las ciudades. También se adentrarán por los ríos los comerciantes, tan imprescindibles para proporcionar algunos bienes a los comuneros y alimento a las ciudades. Y, los maestros, que algún día tendrán que comenzar con las clases presenciales, porque las clases virtuales están vetadas para la mayoría de las comunidades nativas, con una brecha digital que no hace sino profundizar las desigualdades. Habrá otros colectivos como viajeros y turistas, que ahora acudirán en menor medida, pero no dejarán de viajar. Funcionarios estatales varios para el pago de Pensión 65, el Programa Juntos…

En fin, que se necesita un plan para la atención de las comunidades nativas. Sugerimos que se hagan controles con pruebas rápidas en los principales ríos para que si alguna persona da positivo no se le permita seguir viajando. Ya sabemos que las pruebas rápidas no son totalmente fiables. Hay que subsanar la partida de las que no están certificadas. Estas pruebas rápidas se pueden exigir como una condición imprescindible para dar el zarpe. Se necesitan mascarillas y protocolos de actuación en las Postas Médicas: cómo actuar en caso de presentar síntomas, si hay posibilidad de evacuación…

Todo control que se pueda realizar ahora será poco. Tengamos en cuenta, que los pueblos indígenas soportan niveles más altos de desnutrición y anemia, de enfermedades respiratorias y diabetes, de contaminación con metales pesados e hipertensión, entre otras. Enfermedades que les hacen más vulnerables ante la pandemia. Y como hemos señalado en el primer párrafo, que si se enferman será difícil poder atenderlos. Las distancias a las Postas Médicas, tanto geográfica como culturalmente, el desabastecimiento de las mismas, el poco personal… hacen más difícil el control del COVID-19 en comunidades nativas.

Unido a ello es fundamental seguir haciendo un ejercicio de comunicación donde el emisor no sea tan vertical que no escuche los mensajes que salen del receptor. Se necesitan relaciones más igualitarias, no tan verticales. Es preciso buscar cómo los pueblos indígenas han afrontado otras epidemias para buscar la resiliencia necesaria y las fuerzas para afrontar esta pandemia. Algunas familias se irán al monte por un tiempo, puede que sea la mejor medida, pero no está al alcance de todos, ahora que cada vez más dependen del mercado y su economía cada día se monetiza más. Es responsabilidad del Estado, no es ético descargar todo el peso sobre las comunidades nativas.