Mostrando entradas con la etiqueta pandemia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pandemia. Mostrar todas las entradas

miércoles, 27 de mayo de 2020

MORIR Y CONTAR EN KUKAMA EN MEDIO DE LA PANDEMIA Un homenaje póstumo para la señora Ilda Ahuanari.


Manolo Berjón

Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Esta pandemia saca a relucir todas las taras que tenemos. En Loreto la descomposición social es terrible. El desgobierno y la corrupción trabajan para la muerte. Y cada día nos proporciona nuevas dosis grotescas: medicinas estatales en casas particulares, el oxígeno con precios astronómicos, el hambre… La propagación de la pandemia por los ríos y pueblos indígenas corre pareja al Estado. Pero no les vamos a contar los sinsabores y desgracias que nos aquejan.

© Manolo Berjón, 2013, Sra. Magna Manihuari, comunidad kukama de Triunfo, río Urituyacu

Que Loreto carece de liderazgo lo ve hasta un ciego. Pero tampoco es tan simple como esto. La amazonía es uno de los espacios donde tradicionalmente no surgieron fuertes liderazgos ni imperios centralizados, aquello de “la sociedad contra el Estado”. Desde otro ángulo: la autonomía personal es fundamental. Los kukama, por ejemplo, dirán que cuando una mujer embarazada tiene un antojo debe cumplir el deseo del feto. Si la madre no cumple con este deseo, el feto cae (aborto espontáneo). Los kukama dirán que es el feto quien lo ha provocado. Esta autonomía personal, desde el feto, desemboca en dosis enormes de libertad. Esto tiene consecuencias para la organización social.

Un líder es una persona generosa en tiempos de normalidad, extremamente generosa, que es capaz de agrupar a su gente en tiempos de necesidad: cuando hay que enfrentar un enemigo común. El problema con el covid-19 es que el enemigo es invisible y, aunque esto no debiera ser un problema en Loreto y menos en pueblos indígenas, no ha habido forma de explicar convenientemente a qué nos estamos enfrentando. En gran parte, por la desidia del Estado que solo emite en frecuencia occidental, cuando su propia población sintoniza otras frecuencias. En breve, que a estas alturas sigue fallando la comunicación y continúan las acusaciones de corrupción.

Perversamente, desde el Estado se ha estado inoculando que los responsables del desastre somos los propios ciudadanos indisciplinados. Incluso, no faltan personas que han introyectado semejante engendro de discurso. Este autoflagelamiento deja las manos libres al Estado para que haga lo que mejor sabe: propagar la pandemia y alentar la corrupción. Todo esto se desmorona si estudiamos la formación del sujeto y la acefalía en pueblos indígenas, de donde provenimos.


MORIR

Pero, pidamos ayuda al pueblo kukama, a ver si nos ayuda a orientarnos en medio de esta zozobra. Para los kukama ‘umanu’ significa ‘fiebre’, ‘morir’, ‘perder la vida’. Esta asociación entre fiebre y muerte nos parece muy oportuna. Cuando una persona se enferma, habitualmente, se restringen sus relaciones sociales, le dejan de frecuentar sus familiares y amigos. La fiebre vendría a ser el primer peldaño de la muerte. Es como un plano inclinado que desemboca en la muerte. La fiebre, tal como la conciben los kukama, genera aislamiento, vendría a ser similar a lo que podemos denominar como “muerte social”. Esto podría explicar por qué la gente no quiere ir a los hospitales: un espacio que rompe con los familiares y las relaciones sociales. Si te aísla de otros seres humanos, te visitarán seres no humanos.

Si la persona amazónica es construida a través de la relación con otras personas y seres, entonces, romper con la familia supone una transformación: dejas de relacionarte con personas para establecer relaciones con espíritus y convertirte en espíritu. En otras categorías, se produce una “desfamiliarización” con los parientes de la tierra, para “refamiliarizarte” con otros seres y con parientes que ya atravesaron la muerte, para irte convirtiendo en uno de ellos.

Esto tal vez nos pueda ayudar a buscar soluciones. Centralizar todo sobre uno o varios hospitales, además de colapsarlos, deja a la población de la periferia al margen. Bien porque no alcanzan para ser atendidos, y regresan a sus casas sin tratamiento, bien porque no desean acudir a un “lugar de muerte”. Pero muchas familias tampoco pueden quedarse en su casa, no tienen un espacio personal donde poder aislarse. Espacios intermedios como Kanatari, Sombrero de Paja o el MORB son de gran utilidad. Pero siguen siendo pocos espacios y lejanos para muchas familias. Tal vez sea la hora de buscar más espacios más pequeños por la ciudad para que puedan estar más cerca de sus familias. Y mantener algún contacto con la familia para que no se produzca esa muerte social. En comunidades indígenas es urgente construir casas donde puedan permanecer aislados los enfermos, antes que contagien a toda la parentela.

Si ‘umanu’ significa fiebre, morir, ‘umanu ayuka’ significa ‘tener fiebre’. ‘Ayuka’ significa quebrar, chancar o golpear, ladrar. Y ‘ayuka purara’ se traduce por asesinar, producto de un enfrentamiento hasta llegar a matar a alguien. Este término antiguo se está reemplazando por ‘umanuta’, término que significa matar personas y animales. A lo que íbamos, la fiebre golpea, golpea hasta matar, una muerte dolorosa. ‘Umanuta’ es ‘umanu’ ‘-ta’; -ta es el causativo. Por tanto, umanuta es morir causado por alguien, matar.

En términos kukama la muerte no es únicamente el final de la vida. La muerte es provocada por otro ser más fuerte, habitualmente un brujo. En Loreto estamos asistiendo no al final de la vida, sino a un verdadero asesinato. Es como si el Estado, que tiene el deber de protegernos, nos golpeara hasta matarnos, especialmente a los más vulnerables.


NÚMEROS

Tradicionalmente los kukama contaban hasta 4, a partir de ahí utilizaban el término ‘muchos’. Posteriormente, adoptaron los números a partir del 5 de la lengua quechua. Los pueblos indígenas no tienen ningún problema en apropiarse de lo que consideran necesario para los tiempos que corren.

Hemos visto una publicación de la DIRESA donde se comienza a contabilizar los enfermos de COVID-19 entre pueblos indígenas. Pudiera ser algo loable, pero nos parece que hay que tener en cuenta varias cosas. Nos vamos a fijar exclusivamente en el pueblo kukama.

1.       ‘Cocama’ es el término tradicional. Actualmente prefieren denominarse ‘kukama’, por cuestiones lingüísticas.

2.       Sólo aparecen tres casos en Lagunas (río Huallaga). Nos sorprende que no se cuenten enfermos por COVID-19 en Nauta y Requena, ambas ciudades de gran raigambre kukama y con gran impacto del COVID-19. Las tres ciudades (Lagunas, Nauta y Requena) son los centros más importantes en la Reserva Nacional Pacaya Samiria y mantienen una fuerte presencia del pueblo kukama. Este ocultamiento nos parece muy preocupante, es una forma de minimizar el impacto en pueblos indígenas. El apu de Santa Rita de Castilla (distrito de Parinari), junto con otras personas, perteneciente a una organización indígena integrada en ORPIO y AIDESEP no aparece en las estadísticas y la DIRESA conoce el caso de Santa Rita de Castilla. Podríamos poner más ejemplos, pero es suficiente para indicar que las estadísticas ocultan la realidad. Tal vez el afán occidental por los números esté ‘velando la realidad’. Tal vez las organizaciones indígenas regional y nacional puedan preguntar a sus filiales cuál es el impacto real en pueblos indígenas. Lleva más trabajo, pero sería una forma de ‘revelar la realidad’.

3.       Los datos no dejan de ser números. Como mínimo habría que contextualizarlos. No es lo mismo un enfermo entre un millón, por ejemplo en Lima, que un enfermo entre 100.000 indígenas (kukama), 5.000 (urarina) o una docena (omurano). ‘Muchos’ es un término genérico, pero cuando lo comparamos, adquiere mayor sentido y profundidad. Los kukama aprendieron y prestaron del quechua los números a partir del 5 cuando comenzaron a necesitarlos.

4.       Ya se ha señalado el real glotocidio: muerte de hablantes de lenguas indígenas, que tendrá un fuerte impacto en la revitalización de algunas de ellas, entre otras, la lengua kukama.

5.       Resumo acá un comentario acertado de Barbara Fraser: si mueren muchos indígenas, como parece que ocurrirá, no faltará quien enfatice la despoblación. Lo cual se puede traducir en los próximos años de mayor presión sobre territorios indígenas con la excusa que apenas hay población. Hay que estar atentos no siendo que el impacto de la pandemia sobre pueblos indígenas sea utilizado para expropiar territorios indígenas. En breve: el Estado no hace todo lo posible para atender a su población indígena y mueren muchos. El territorio se ‘despuebla’ y el Estado, en años posteriores, comienza a entregar territorios indígenas a empresas extractivas. O en una versión más moderada: deja de titular territorios indígenas.

Cfr. VALLEJOS YOPÁN, Rosa & AMÍAS MURAYARI, Rosa (2015), Diccionario kukama-kukamiria * castellano, FORMABIAP, Iquitos. 

sábado, 9 de mayo de 2020

IQUITOS: LA CRISIS SANITARIA POR COVID ESCONDE UN COMPONENTE DE CLASE


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

“Fue terrible, me cuentan mis primas que los envolvieron en bolsas plásticas, ellas decían: ‘como un perro’. Y luego recogieron a las 9.00 p.m., no saben dónde están enterrados. Hasta que pase la cuarentena”. Murieron en su casa. Testimonio de una religiosa amiga, natural de Iquitos, sobre sus familiares.

Llama un Animador Cristiano para contarnos que ha muerto una persona que conocemos en Masusa, el puerto fluvial de Iquitos. Ha muerto en casa, con todos los síntomas, pero nunca ha ido al hospital. La semana pasada murió un cuñado del difunto de hoy. A él sí le diagnosticaron covid, pero también murió en casa. Le pedimos al Animador que haga un pequeño video narrando lo que está pasando en la periferia. Se quiebra, llora y nos hace llorar.

Masusa, 08 de mayo 2020

No puede hacer el video narrando estas tristezas. Además tiene temor de que se burlen de ellos: “por su culpa, ahora jódanse”, les dicen. Cuando iban la policía y los militares a patrullar para que no salieran de su casa la gente no hacía caso. El último día los militares les dijeron: “ahora quedan por su cuenta, si mueren, es su culpa”. Se fueron y nunca regresaron. “No puedo hacer el video que me piden”. Y añade: “igual ocurre por la carretera [Iquitos-Nauta], donde vive mi mamá”. ¿Cuántas muertes de personas de la periferia nunca serán contadas? Son personas y deben ser tenidas en cuenta como personas. No es justo descargar la responsabilidad sobre ellos. El Estado no cumple su función: “el derecho a la salud”. Ya hemos señalado en anteriores ocasiones el fracaso comunicativo del Estado para hacerse entender sobre el coronavirus. Y añade, “antes, cuando vivía por el río Huallaga, al morir una persona, lanzábamos un tiro al aire, para que todos supieran que había muerto alguien. Si hiciéramos eso ahora en Iquitos, sería terrible, no podríamos descansar”.

Centrar toda la atención sobre los hospitales deja fuera de foco la periferia de la ciudad. Hay que abrir los ojos. Las Postas Médicas pueden hacer una importante labor. ¿Pero tendrán los implementos necesarios para poder atender? Hay que descentralizar, hay que ir por la periferia, hay que atender con criterios más allá de lo occidental. Está en juego la vida.

Hace unos días, otra persona de toda confianza nuestra nos contó cómo otro vecino en uno de Asentamientos Humanos detrás del Hospital de EsSalud murió con covid. Los familiares le quisieron velar en casa, pero el dirigente de calle llamó a la policía y se llevaron el cadáver. En este mismo lugar murió otro viejito con todos los síntomas, nunca fue diagnosticado. Los vecinos tampoco lo dejaron velar. Unos días después, y en este mismo espacio, un niño de 7 años muere por dengue. Se amalgaman las epidemias. No encuentran cementerio donde enterrarle, un día de angustia buscando un cementerio, al final encuentran y lo entierran.

Llama una catequista. Ha muerto su cuñado de “choque de aire”. Estaba bien. En la noche sale a orinar. Le da un paro cardiaco. No encuentran la plata suficiente para ir a un cementerio. Intentan cruzar el río Nanay, las comunidades del otro lado no les dejan, incluso les amenazan con palos. Tienen que abandonar el cajón…

Centrar las noticias sobre hospitales, medicinas y oxígeno tiene un componente de clase: “la clase media iquiteña”. Pero gran parte de la periferia no acude a los hospitales, ni puede acceder a medicinas con precios prohibitivos, menos pujar en el mercado negro por el oxígeno. Es decir, la crisis sanitaria, tal como la estamos narrando, sólo refleja el terrible dolor de la clase media. La realidad es mucho más dura. Hemos abandonado a la periferia para que se las arregle como pueda. Esto podría explicar por qué en la periferia no se hace caso. Total, siguen excluidos de las posibles mejoras en el sistema sanitario, al que no tienen acceso.

lunes, 30 de marzo de 2020

“UN VIRUS ES COMO UNA ESPECIE DE UN ANIMALITO QUE ENTRA POR TU VENA”

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Esta nota tiene dos partes: una primera y principal, que consiste en una entrevista con Rusbel Y.C.  (R.Y.C.) que vino buscando comida y nos dio una lección magistral de entereza, claridad y dignidad; la segunda parte, serán unas breves notas, que deberían ser más extensas, pero a buen entendedor, pocas palabras.

Rusbel Y.C. es un varón de unos 35 años y vive en Punchana (Iquitos). Es uno de los muchísimos “indígenas urbanos” (aunque probablemente él mismo no quisiera ser denominado como indígena) que ya ha nacido y habita en la ciudad. Intentando evitar la discriminación tan potente que hemos visto estos días ocultamos su nombre y su foto, pero le estamos muy agradecidos por esta lección de sencillez y claridad.


"Cuerpo de médico con virotes prendidos". Dibujo de Gilberto C. Y., Santa Rita de Castilla,14 de mayo de 2010.


ENTREVISTA A RUSBEL Y. C.

¿Qué es un virus?
R.Y.C.: Un virus es como una especie de un animalito que entra por tu vena. Por ahí se mete y se riega por todo el cuerpo. Entra por las venas, por la sangre. Por ahí se entra y se comienza a regar por tu cuerpo. Entra por la cabeza [y señala con sus manos la corona], por las zapatillas también se pega. En el polo, en la ropa también se pega, no dura mucho, dura unas 5 horas en la ropa. Por la mano también entra, por las uñas, estaba escuchando a un doctor en la [radio] Exitosa. Por las uñas, por ahí también se mete por adentro. Por ahí se riega todo el cuerpo. Te agarra las todas: la gripe, dolor de cabeza, estómago, el cuerpo ya te duele. Las piernas tiemblan, las piernas comienzan a temblar. De ahí de último te agarra el respiratorio [y se agarra con las dos manos la garganta], ya no puedes tosear. La tos seca, no sale nada. Ya está invadiendo tu cuerpo. Así he escuchado en la [radio] Exitosa que estaba comentando, así, un médico de México que estaba comentando así.


II.-

¿Este virus tiene madre?

R.Y.C: Dice que ha salido de un animal, pero no tanto me recuerdo. Ese animal ha comido, ha comido, ese animal ha comido y a la hora de botarle, ahí se ha…, como ese animal tiene algo en su cuerpo de tóxico, veneno, lo ha vomitado el animal y de ahí es que se reparten los virus.


¿Cómo es su madre?

R.Y.C.: Su madre es como el nido de avispa. Siempre llevan ahí donde su madre. Ella es quien manda ese virus, sale de ahí, bota de ahí. Pero ahora los chinos no pueden hallar. Otros dicen que de la bomba que los chinos han enviado al mar, de ahí ha salido, de ahí ha salido el comentario.


Si tiene madre, ¿conversa?

R.Y.C.: Tiene madre, de ahí. De ahí sale como [que] bota, de ahí de la madre se expande. No lo podemos ver, es una cosa invisible. Como los mosquitos se apegan en tu cuerpo, de ahí es.


¿Ataca?

R.Y.C.: Metiéndose en tu cuerpo.


¿Tiene crías?

R.Y.C.: No se.


¿Pero conversa?

R.Y.C.: No conversa.


¿Pero las madres de los palos, animales… hablan?

R.Y.C.: No se, no les puedo comentar eso. Según escucho que todos los árboles tienen madre.


¿Conversan esas madres?

R.Y.C.: Ni se sabe.


¿O hacen soñar?

R.Y.C.: Hacen soñar.


¿Pero cuando hacen soñar, conversan?

R.Y.C.: Ahí deben conversar, yo nunca he soñado.


¿Este virus hace soñar?

R.Y.C.: No se, no me infecta a mi, por eso no te puedo decir si hace soñar.



III.-

¿Cómo es la madre de las enfermedades? Lo que nos estabas comentando antes.

R.Y.C: Es un espíritu la madre de las enfermedades. Cuando estás, topa tu puerta y si tú sales a abrir, en lluvia, en viento, en rayos, ahí entra en tu cuerpo, es un espíritu. Te agarra el choque de aire, te enferma, te mata.


¿Te puede agarrar por la calle?

R.Y.C.: No, por la calle no agarra. Si no así en días de lluvia, en viento, rayo, noche. Topa en tu puerta, tú sales a abrir, no hay nadie. Ahí entra en tu cuerpo, te agarra, un choque de aire y de ahí te mata. Eso sí te puedo responder, ahí en los libros, en los mitos, en las leyendas de las amazonas.

……………………

COMENTARIO
Este no es un espacio para comentar todos los aspectos de la entrevista, ni siquiera de profundizarlos, pero nos da pie para algunas acotaciones. Partimos de la convicción que la explicación de Rusbel Y.C es perfectamente razonable. El dibujo de Gilberto C.Y. merecería un comentario aparte. La numeración es completamente aleatoria, nada tiene que ver con el orden de importancia.
1. 
      [El virus] “en la calle no agarra”. La madre de las enfermedades llama a tu puerta de noche, cuando hay lluvia fuerte, rayos…, si le abres, entra en tu cuerpo. Perú está realizando un gran esfuerzo para contener la pandemia. Pero en nuestra opinión no pone el mismo énfasis en proporcionar información adecuada a la población que no se rige por códigos occidentales. Esto es nefasto. Si la población no entiende lo que sucede difícilmente acatará las disposiciones gubernamentales. Poner el país en manos de policías y militares puede llevar a que la población se quede en casa. Pero pedagógicamente es un error grave, no aprenderemos nada. Hay que hacer un mayor esfuerzo de información. Comprendemos que la emergencia haya llevado a tomar estas medidas, pero la población no es únicamente un colectivo de gente a quien se les da órdenes, hay que argumentar,  dar a conocer, persuadir, convencer, garantizar que la población sea soberana. La opacidad y la imposición suelen traducirse en resentimiento y en corrupción, todo lo contrario de la transparencia necesaria.

Siguiendo la información cada día, vemos, escuchamos y percibimos poco esfuerzo. La mayoría de los medios de comunicación hacen eco de lo que dicen las autoridades o los científicos, pero no producen resonancia. Y si no hay resonancia la información no sirve para nada y no genera colaboración. Esta pandemia no es un asunto del gobierno, sino de los ciudadanos. Al gobierno le corresponde dirigirnos, pero no darnos órdenes como si fuéramos soldados. Somos ciudadanos que respetamos a nuestras autoridades y les obedecemos, pero somos ciudadanos.

El virus, como la madre de las enfermedades, interactúa con la gente. Se trata de no abrirle la puerta. Por eso, alguna gente sale tranquilamente por la calle. El virus es un agente.

2.       El manejo de la información es vertical: los que saben (“expertos”) y los que tenemos que acatar lo que dicen los que saben. La ciencia tiene un lugar importante, pero el coronavirus debería hacernos más humildes a todos. La ciencia se produce dentro de un “sistema de distribución de propiedades” (una manera de abordar la “realidad”) “naturalista”, mientras que gran parte de la población se maneja en una manera de abordar la realidad “animista”: “todo” (o casi todo) tiene espíritu en diverso grado. Rusbel Y.C. comprende el virus “como un animalito que se introduce por las venas en la sangre”. Una explicación que tenga en cuenta esto permitirá que mucha gente comprenda la gravedad de la situación y se protegerán. Rusbel Y.C. sabe, porque lo ha escuchado por la radio, que también puede entrar por la corona, por las uñas y también por las manos, ropa… Nos está proporcionando preciosas pistas que deben ser tenidas en cuenta.

3.       “Su madre es como un nido de avispa” y son “como mosquitos que se apegan a tu cuerpo”. Conceptos indígenas que no podemos desarrollar aquí. “Sale del mar”, de “una bomba que los chinos han lanzado al mar”. De la profundidad del río salen seres poderosos que atacan a la población.

4.       R.Y.C. escucha la radio y oye las explicaciones de los científicos (un doctor de México), pero lo integra y se lo apropia en su manera de abordar la realidad.

5.       El cuerpo como un tema fundamental en la panamazonía. Te da gripe, dolor de cabeza, estómago, el cuerpo te duele, te tiemblan las piernas, hasta que te agarra la garganta y te mata. Invade tu cuerpo. Una explicación del coronavirus que no tenga en cuenta el cuerpo indígena no será comprendida. Nos llama la atención que mata cuando agarra la garganta. Para los kukama no es un tema baladí. Muchos suicidas se ahorcan colgándose de una soga a escasos centímetros del suelo (en muchas ocasiones teniendo que levantar las piernas). La muerte por asfixia, que es lo que refleja el testimonio de Rusbel Y.C., es una de las peores muertes para los kukama.

6.       El virus es un espíritu, como la madre de las enfermedades, es un “enemigo invisible”. En la selva se denomina “madre” al dueño de una especie, en este caso de las enfermedades. La madre es la que dirige y ordena. Las enfermedades son crías o hijos de la madre.


Para concluir. Necesitamos realizar un gran esfuerzo para explicar esta pandemia en términos que entienda la población. De lo contrario generamos eco, pero el eco conlleva siempre algo de distorsión de la voz. El gran reto consiste en que la información que produzcamos genere “resonancia”, que nos haga vibrar, que nos lleve a cambiar comportamientos para defendernos mejor. Una resonancia que nos haga más ciudadanos, más unidos unos a otros, más humanos. Los insultos escuchados estos días con la orden “quédate en casa”, además de inútiles, son discriminatorios, producen ruido. Así no se construye ciudadanía. Necesitamos pensar en otros parámetros. Invitamos a quienes se dedican a la comunicación que busquen evitar el ruido, distanciarse del eco y producir resonancia en la población. [Y abrir nuestras redes a los que no están porque no tienen internet, ni computadora…, pero mucho que aportar en este mundo].

martes, 17 de marzo de 2020

DISTANCIA, TOCARSE LA CARA Y EL CORONAVIRUS DESDE EL PUEBLO KUKAMA

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Cuando escribimos esto no sabemos si el coronavirus COVID 19 llegará a la selva, pero lo más importante es la precaución. En tal sentido consideramos que un aspecto básico consiste en fortalecer prácticas culturales que puedan proteger a la gente en un nuevo contexto. Evidentemente, hay que explorar más todos estos temas, pero merece la pena tenerlos en cuenta. Somos conscientes que el concepto de enfermedad, virus y demás es concebido de forma diferente por los pueblos indígenas, pero no será objeto de este escrito. Tal vez sea la oportunidad de reclamar su participación en los temas de salud que les atañen, para diseñar políticas públicas de salud junto a ellos, sin necesidad de esperar a que lleguen las epidemias. Todo ello en un clima de la mayor serenidad posible, sin dramatismos ni histerias.

¿Podrá decirnos algo al respecto el pueblo kukama? No vamos a desarrollar acá una teoría, ni siquiera una hipótesis, sino que pondremos a la luz dos datos para que “nos den que pensar”. Si fuera necesario, debería servirnos para elaborar material pertinente para trabajar el tema con el pueblo kukama y ayudar a prevenir, en el caso de que les llegue el COVID 19.

Rayadores. Tecnología ancestral con "nuevos materiales"
Foto: Manolo Berjón


Con esta pandemia hemos recordado dos prácticas tradicionales kukama que nos parecen pertinentes: “la distancia social” y no “tocarse la cara”. Comencemos por la primera. Cada grupo humano tiene códigos no escritos de interacción. Para el pueblo kukama conversar con un extraño conlleva una distancia mínima de un metro. No respetar esta distancia es comprendido como una invasión. Sólo se quiebra esta distancia para personas que son muy conocidas, especialmente entre familiares. Ahora las personas podemos albergar un “extraño invisible” en nuestro cuerpo como el coronavirus y lo mejor es tener distancia de, al menos, un metro con las demás personas, porque puede albergar el “extraño invisible” en su cuerpo: el COVID 19. Pues bien, esta distancia es la aconsejada por los expertos para evitarlo. Esto merece la pena explorarse más, pero nos parece oportuno tenerlo en cuenta. Los expertos indican que en el caso de estar en contacto con alguna persona que estornude, tenga tos o fiebre, la distancia mínima debiera ser de dos o tres metros.

Respecto al “tocarse la cara”. Dicen los psicólogos que en períodos de ansiedad e incertidumbre es más probable que nos toquemos la cara. En tiempos de COVID 19 esto es peligroso, de ahí que nos inviten a lavarnos las manos con jabón más frecuentemente. Dicen los expertos que las manos son uno de los lugares donde podemos albergar virus y al llevarlas a la cara pueden ingresar en nuestro cuerpo por los ojos, boca o nariz.

Pero es realmente difícil saber cuántas veces llevamos nuestras manos a la cara. Es un gesto automático, en muchas ocasiones, inconsciente. Los occidentales incluso hemos interiorizado la imagen del Pensador de Rodin sosteniendo su barbilla con el dorso la mano. Lo cual significa que hay códigos culturales que nos llevan a tocarnos la cara con frecuencia.

Los kukama son un pueblo que se dedica, tradicionalmente, a la agricultura, pesca y recolección de frutos de la selva. Aunque cada vez hay más población kukama en las ciudades. Pues bien, tradicionalmente, los kukama, cuando iban a sembrar maní, instaban a NO TOCARSE LA CARA: boca, nariz y ojos. Desatender tal prohibición provocaba que la semilla del maní se huequea (se hace un hueco en la semilla) y, por tanto, no germina. De esta manera, tocarse la cara se convertía en la muerte de la semilla. Tengamos en cuenta que para los kukama enterrar y sembrar son sinónimos (yat+ma).

Ligia y Napoleón, unos amigos del río Urituyacu
Foto: Manolo Berjón


Pues bien, la siembra del maní, entre los kukama, exigía evitar tocarse la cara. La razón: para que la semilla germine con normalidad. Sin duda, el otro aspecto tiene que ver con la higiene. En estos tiempos de coronavirus donde tocarse la cara  puede conllevar permitir el ingreso del virus (“extraño invisible”) en tu cuerpo, puede ser oportuno rescatar esta práctica cultural. Evitar tocarse la cara genera una nueva planta (de maní). Evitar tocarse la cara en tiempos de COVID 19 protege del “extraño invisible” para que no penetre en tu cuerpo y cuidar la vida. Evidentemente, los contextos de la siembra de maní nada tienen que ver con el coronavirus. Pero dado que en ambas situaciones es importante no tocarse la cara, consideramos que es conveniente rescatar esta práctica, explorarla y ver posibles modos de prevención de esta pandemia (que deseamos no llegue hasta los pueblos indígenas).

Instamos a nuestros amigos kukama a que indaguen en su propia tradición para buscar elementos que puedan ayudar en esta crisis que parece avecinarse. Son los propios kukama quienes debieran liderar esto. En lugar de dirigir discursos occidentales verticales desde los distintos Ministerios (especialmente el de Salud), es hora de apoyar a los pueblos indígenas para que lideren su propio cuidado, con apoyo del Estado.

Ciertamente, en las ciudades la aglomeración de gente es un problema. En las comunidades el problema no será la aglomeración, si no la falta de atención por parte del Estado. Las Postas Médicas son escasas, mal implementadas y con poco personal. ¿Qué ocurrirá si se desata esta pandemia en pueblos indígenas?


Y PARA CONCLUIR: UN POCO DE MEMORIA HISTÓRICA

[1681] «[…] ví 75 canoas de gente en esta Laguna, diciéndome todos desde ella: “Retírate, Padre; no aguardes la peste, porque si la esperas te ha de matar. Lloraban todos, dando desde las canoas / grandes gemidos y añadian: “No huimos de ti, Padre amado, sino de la peste; porque tú nos quieres y ella nos aborrece. Adios, adios! Caquire tanu, papa, Caquere ura Dios ica-totanare, que quiere decir: quédate con Dios, hombre esforzado, Dios te guarde y te dé mucha vida.» (Borda 1872: 65-66) Carta del P. Juan Lorenzo Lucero (Laguna, 3 de junio de 1681).

[Para contextualizar: Los virus se descubrieron a finales del s. XIX].