martes, 16 de abril de 2019

“UN VASO DE AGUA, POR FAVOR”. La lucha por el agua potable y el desagüe en Iquitos.


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada – Iquitos


A la señora Graciela Tejada Soria, incansable en la exigencia de sus derechos.


“Un vaso de agua, por favor”. Así podría comenzar este escrito. Sólo que el agua es cara, muy cara. Un sol por un balde de 20 litros de agua. Agua para tomar, lavar, limpiar, bañarse… ¿Cuántos baldes de agua necesita una familia? Estamos en Punchana-Iquitos, a un paso del Amazonas, el río más caudaloso del mundo. Y miles de familia tienen que comprar “agua potable” y caminar varios cientos de metros (y hasta más) para acarrear agua para su casa. ¿Y agua para bañarse? En la amazonía la gente está acostumbrada a la abundancia del agua. Pero nuestros anfitriones tienen que medir el agua del baño. Está demasiado lejos el agua y es muy cara. Es lo último que le puede suceder a un amazónico, que le midan el agua para bañarse. En realidad no queríamos escribir la palabra medir, habíamos pensado en mezquinar, con toda la carga que acarrea para un amazónico.

© Manolo Berjón, abril 2016, Asentamiento Humano Iván Vásquez, desagüe.

No faltará quien desprecie esta conquista por el agua potable. Total, goza de agua en su casa e incluso puede que tenga el privilegio de poseer una piscina privada. Lo cual plantea el tema de los bienes comunes. Si el agua es un bien común, y no hay ninguna duda en ello, ¿entonces, por qué solo pueden disfrutar de ella unos pocos? Aparecen las asimetrías de poder. Pero avancemos.

La semana pasada un juez dictaminó que los vecinos de los Asentamientos Humanos de Iván Vásquez Varela y 21 de Setiembre, en Punchana-Iquitos, tienen derecho al agua potable y desagüe. Esto no debiera ser noticia, pero lo es. Es noticia porque estos asentamientos tienen más de 15 años e infinidad de solicitudes a las autoridades que no han sido atendidas. Es noticia porque un juez ordena al Gobierno Regional de Loreto y a los Municipios de Maynas y Punchana que den solución con agua potable y desagüe a los pobladores de estos asentamientos humanos, con la mayor brevedad posible.

En la sentencia se utilizan expresiones como “condición mínima” y “derecho a la dignidad”, entre otras. Están viviendo en un desagüe a cielo abierto, donde llegan residuos del camal municipal, las aguas servidas de esta parte de la ciudad, algún que otro derrame de petróleo proveniente de la planta de Petroperú en Punchana y de Essalud. Como pueden comprobar no es el lugar ideal para vivir. Entonces, ¿por qué vivir ahí? Podemos pensar que ellos son los responsables. Pero hay más: no existe planificación urbana en la ciudad, por eso casi todos los Asentamientos Humanos son, o han sido, invasiones. Es un fallo de planificación del Estado. Una vez que se sitúan ahí, el Estado llega tarde con algunos servicios (luz, algún local comunal…), pero no con agua y desagüe. Vivir al lado del Amazonas y no tener agua potable. Es increíble. ¿Recuerdan el PTAR -Planta de Tratamiento de Aguas Residuales-? ¿Para qué ha servido? ¿Cuánta  plata se han tirado?

Y queda una pregunta suelta: ¿por qué vivir ahí? Hubo un intento hace años de llevarlos a la carretera Iquitos-Nauta. Buenas intenciones, pero cómo vivir fuera de la ciudad. Tener que desplazarse desde fuera de la ciudad todos los días es muy caro. Es preferible vivir cerca del trabajo, especialmente para quienes tienen que sobrevivir, aunque sea en condiciones muy precarias. Residen cerca del puerto de Masusa, un lugar donde pueden comprar y revender, trabajar de cargueros o realizar los trabajos duros del puerto, lo justo para sobrevivir.

¿Por qué ayudarles? En principio porque son seres humanos. Pero además, cuando se produce una fractura social de tal calibre nos va mal a todos. Trabajar por mejorar la vida de los humildes también nos ayuda a una mayor cohesión social, a poder vivir tranquilos. Si en algún momento hay una revuelta en Iquitos, como la sucedida en 1999, las personas que viven en estos lugares no tienen nada que perder y la violencia, una vez desatada es imposible de parar. Por eso es tan importante compartir con ellos el esfuerzo de encontrar una vida mejor. Tengamos en cuenta que muchos de ellos han venido de los ríos amazónicos para que sus hijos tengan mejores condiciones de vida. Y han encontrado dolor y desprecio. Desde estos espacios es fundamental encontrar esperanza y trabajar por mejorar la vida de todos, sin fracturas, por una mayor cohesión social.


PASEAR

Todo comenzó con un paseo. Llegamos a la Parroquia Inmaculada en Iquitos en marzo de 2015. Durante la primera semana recorrimos a pie toda la parroquia para saber en qué lugar estábamos. Ya conocíamos la “zona del desagüe”, antes de venir a vivir acá. Pero ahora queríamos tener una relación diferente con la gente. Estábamos paseando una tarde y haciendo unas fotos. Una mujer nos pregunta: ¿quiénes son ustedes? Nos presentamos y pedimos permiso para hacer la foto. La mujer nos aceptó y se hizo amiga nuestra: la Sra. Graciela Tejada Soria. Volvimos frecuentemente por su casa. Nos sentábamos y hablábamos de todo. 

Una de nuestras preocupaciones era el desagüe y salía frecuentemente en la conversación. Poco a poco fuimos construyendo confianza. En esa época nos visitaron amigos de ONGs y funcionarios estatales. A los que siempre les dábamos un paseo por el desagüe.

Varios de nuestros amigos se compraron el pleito. Por esa época la OEFA (Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental) organizó un concurso de cortos sobre temas ambientales. Incentivamos a que se presentaran. Uno de los hijos de la Sra. Graciela se animó, filmó un pequeño corto y lo presentó. Ganó el primer premio del concurso. Con ese motivo la OEFA elaboró un primer documento sobre la contaminación y llamó la atención a las autoridades. Con el informe de OEFA se interpone una demanda constitucional, a la que suman otras autoridades de los dos Asentamientos Humanos reseñados.

Por mucho tiempo la gente no creía. “No van a poder hacer nada”. “Les están engañando”. Ahora ya tenemos sentencia. Hay que hacerla cumplir, que no será tarea fácil. Pero es una herramienta más para conseguir agua potable y desagüe.

Nos parece importante porque si estos asentamientos humanos han conseguido esta sentencia judicial por respeto a los derechos humanos, como se puede entrever en el escrito judicial, entonces el resto de asentamientos humanos también pueden conseguir estos derechos. Digamos que la trocha está hecha, ahora es más fácil caminar por ella. 

"Un vaso de agua, por favor", pero también más agua para lavar, bañarse, asearse... El derecho humano al agua como parte del derecho a la ciudad.

Agradecimientos: a la señora Graciela Tejada Soria, incansable en la exigencia de sus derechos. A los dirigentes William Navarro Sajami, Pedro Tuanama Gutiérrez, Segundo Panduro, por su confianza y lucha pacífica. Y a los abogados: Rita Ruck Riera (Oficina de DDHH. del Vicariato Apostólico de Iquitos), Juan Carlos Ruiz Molleda y Maritza Quispe (Instituto de Defensa Legal-IDL).