lunes, 20 de abril de 2020

DESCONFINAMIENTO, PUEBLOS INDÍGENAS Y COVID-19

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada-Iquitos

El reciente contagio de dos indígenas shipibo en el Ucayali enciende las alarmas sobre la expansión del COVID-19 en comunidades nativas. Según la información de Ojo Público, los indígenas habían acudido a la ciudad de Pucallpa para abastecerse de comida: [https://ojo-publico.com/1767/detectan-dos-casos-covid-19-en-comunidad-shipibo-conibo-de-ucayali]. Lo cierto es que la relación campo-ciudad, cada vez más intensa, pasa por momentos delicados. Nos encontramos con Postas Médicas desabastecidas, sin material de bioseguridad, con escaso personal sanitario, sin la capacitación adecuada al respecto, con mucha distancia de las comunidades a las que sirven, sin el combustible necesario y con culturas biomédica y chamánica que se entremezclan en diferentes puntos pero con diferente nivel de status. No siempre en proceso de comprensión y buen entendimiento, con relaciones de poder excesivamente verticales, y poca escucha de los indígenas en sus propias categorías, nos encontramos con un panorama de una gran complejidad.
© Manolo Berjón 2012, comunidad de Monterrico, distrito de Urarinas, provincia de Loreto.

Descargar toda la responsabilidad sobre las comunidades nos parece poco adecuado. Por supuesto que cerrarán las comunidades, por supuesto que algunos se internarán en la selva. Pero solo algunos. Cuando se levante el confinamiento, los medios de comunicación comenzarán a relajar sus medidas y lanzarán mensajes más tranquilizadores. Medios de comunicación que afectarán las opiniones en las comunidades, que ayudarán a rebajar el hermetismo. Es así que llegará realmente el peligro. El asunto no consiste en descargar toda la responsabilidad en las comunidades, el tema pasa porque el Estado controle a los que salgan de las ciudades.

Cuando llegue el momento de salir de nuestras casas, aunque no sea una estampida como habíamos pensado, saldrán personas para recorrer los diferentes ríos. No descarguemos toda la responsabilidad en ellos. Seamos conscientes que los necesitamos: muchos de ellos llevan pilas para las linternas, cartuchos para la caza, fósforos…, imprescindibles a estas alturas en las comunidades nativas y retornan a la ciudad con productos de primera necesidad: plátano, yuca, pescado, carne de monte… No defenderemos a los comerciantes, muchos de ellos usureros, pero tampoco es el momento de demonizarlos y descargar toda la responsabilidad sobre ellos.

Por supuesto, que saldrán empresarios inescrupulosos a talar madera, a esquilmar territorios indígenas. Sin embargo, los peones que los acompañarán serán la gente de la periferia de las ciudades, muchos de ellos indígenas urbanos. Aquellos a quienes hemos insultado por no respetar el confinamiento porque viven al día y en espacios hacinados. Aquellos que se han aglomerado en los mercados más populares y a los que no les ha llegado un mensaje adecuado de cómo protegerse porque solo emitimos en onda occidental. Aquellos que buscarán cualquier oportunidad para encontrar comida después de este tiempo extraño. Aquellos que siguen teniendo familia en las comunidades. Porque se pueden cerrar los ríos y las comunidades. Pero qué haces cuando el que llega es tu hermano, tu primo, o tu padre. Sin apenas pruebas, es muy probable que algunos de los que viajan a las comunidades sean asintomáticos: no muestren ningún síntoma y, sin embargo, puedan contagiar a sus parientes.

Es bueno cerrar las fronteras, como se ha hecho. Un solo ejemplo es suficiente. En el bajo amazonas, en la zona de triple frontera (Brasil-Perú-Colombia) es difícil que los tikuna no se muevan transfronterizamente para visitar a sus familiares. Si algo nos ha demostrado este coronavirus es que no conoce fronteras. Y el trato que se le da desde el Estado-nación es obsoleto para estos tiempos de pandemia global. Además de injusto, porque es evidente que Alemania no tiene los mismos recursos que Perú, y sin embargo, todos nos tenemos que enfrentar al COVID-19, pero inequitativamente.

Quiénes saldrán a las comunidades: fundamentalmente madereros, es la época de creciente de los ríos. Aunque a muchos de ellos la pandemia ya les pilló en territorios indígenas, donde se quedaron. Esta es la temporada que aprovechan para esquilmar de madera los bosques. Tengamos en cuenta que cada vez los madereros se adentran más en territorios indígenas, incluso en lugares extremadamente apartados de las ciudades, los únicos lugares donde quedan todavía algunas maderas de valor. Con ellos van algunos peones de la ciudad, fundamentalmente indígenas urbanos que habitan las periferias de las ciudades. También se adentrarán por los ríos los comerciantes, tan imprescindibles para proporcionar algunos bienes a los comuneros y alimento a las ciudades. Y, los maestros, que algún día tendrán que comenzar con las clases presenciales, porque las clases virtuales están vetadas para la mayoría de las comunidades nativas, con una brecha digital que no hace sino profundizar las desigualdades. Habrá otros colectivos como viajeros y turistas, que ahora acudirán en menor medida, pero no dejarán de viajar. Funcionarios estatales varios para el pago de Pensión 65, el Programa Juntos…

En fin, que se necesita un plan para la atención de las comunidades nativas. Sugerimos que se hagan controles con pruebas rápidas en los principales ríos para que si alguna persona da positivo no se le permita seguir viajando. Ya sabemos que las pruebas rápidas no son totalmente fiables. Hay que subsanar la partida de las que no están certificadas. Estas pruebas rápidas se pueden exigir como una condición imprescindible para dar el zarpe. Se necesitan mascarillas y protocolos de actuación en las Postas Médicas: cómo actuar en caso de presentar síntomas, si hay posibilidad de evacuación…

Todo control que se pueda realizar ahora será poco. Tengamos en cuenta, que los pueblos indígenas soportan niveles más altos de desnutrición y anemia, de enfermedades respiratorias y diabetes, de contaminación con metales pesados e hipertensión, entre otras. Enfermedades que les hacen más vulnerables ante la pandemia. Y como hemos señalado en el primer párrafo, que si se enferman será difícil poder atenderlos. Las distancias a las Postas Médicas, tanto geográfica como culturalmente, el desabastecimiento de las mismas, el poco personal… hacen más difícil el control del COVID-19 en comunidades nativas.

Unido a ello es fundamental seguir haciendo un ejercicio de comunicación donde el emisor no sea tan vertical que no escuche los mensajes que salen del receptor. Se necesitan relaciones más igualitarias, no tan verticales. Es preciso buscar cómo los pueblos indígenas han afrontado otras epidemias para buscar la resiliencia necesaria y las fuerzas para afrontar esta pandemia. Algunas familias se irán al monte por un tiempo, puede que sea la mejor medida, pero no está al alcance de todos, ahora que cada vez más dependen del mercado y su economía cada día se monetiza más. Es responsabilidad del Estado, no es ético descargar todo el peso sobre las comunidades nativas.

sábado, 4 de abril de 2020

COMUNIDAD NATIVA DE NUEVA ALIANZA CIERRA LA BOCA DEL RÍO URITUYACU en tiempos de coronavirus


Para Gilter Yuyarima y Sonia Caritimari, Animadores Cristianos.

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

El dispositivo que se ha montado en los principales puertos de Iquitos para que no naveguen botes, que nos creímos los primeros días, ha terminado por ser permeable. Reconocemos que es difícil cerrar los ríos. Un compañero de Indiana nos dice que hace cuatro días atrás llegó un bote desde Iquitos. Antes de ayer Leonardo Tello señala en su fb que la carretera con Nauta es un coladero porque llegan hasta gaseosas. [¿Son necesarias las gaseosas en este tiempo?]. De igual manera con el puerto. Unos Animadores Cristianos de la Comunidad Nativa de Nueva Alianza, en la boca del río Urituyacu, nos envían una foto cerrando el paso de entrada en dicho río, situado en el distrito de Urarinas, provincia y región Loreto.

© Manolo Berjón 2013, Comunidad de Nueva Alianza

Gilter y Sonia han venido insistiendo, desde el comienzo de la cuarentena, a la comunidad y a sus autoridades, que tenían que cerrar el río. El jueves pasado han llevado a cabo el cierre. Han demorado todo este tiempo en convencer a la comunidad. Entre otras cosas, por falta de comunicación pertinente por parte del Estado, uno de los talones de Aquiles de esta pandemia en la panamazonía y más allá. En este tiempo han entrado, al menos, 5 botes al río Urituyacu. ¿Habrán llevado el coronavirus? No lo sabemos, habrá que esperar. Aunque bien haría el Ministerio de Salud de estar alerta.

© Gilter Yuyarima abril 2020, boca del río Urituyacu cortado con soga de red, comunidad de Nueva Alianza



© Manolo Berjón 2013, comunidad de Nueva Alianza


Cortar la entrada del Urituyacu no es una decisión fácil. Significa que las comunidades de dentro se quedan sin ningún tipo de suministro. Cosas tan triviales como adquirir fósforo, pilas, cartuchos…, o vender algo de caza o incluso gallina… se ven truncadas. Sin embargo, en ocasiones excepcionales como esta lo amerita.

Nueva Alianza es una comunidad muy compleja, con familias que se han asentado provenientes de muchos lugares, incluidos comerciantes. Se dedican tradicionalmente a la pesca y a la chacra. Pero, al estar situada en la boca del Urituyacu, ha crecido mucho en los últimos 20 años. Es uno de los puntos donde se reparte el Programa Juntos y Pensión 65. También es un lugar de abastecimiento de las familias que viven en el interior del Urituyacu: unas 15 comunidades [porque hay mucho movimiento y no es tan fácil precisar cuántas comunidades hay en este momento]. Un lugar donde se han asentado muchos comerciantes.

En el Urituyacu habitan los pueblos indígenas kukama, urarina y omurano. Estos últimos son muy pocos, y están mezclados con los urarina, pero fueron los habitantes ancestrales de este río. Cortar la entrada significa protegerles. La decisión que ha tomado la comunidad de Nueva Alianza, si es que no está ya el coronavirus dentro, les protegerá. Al menos, durante un tiempo. Nuestra mayor preocupación vendrá cuando se levante el confinamiento y comiencen los movimientos por todos los ríos de la Amazonía. Nos parece que puede ser el momento de mayor peligro para los pueblos indígenas. Además, Ecuador no puede contener la pandemia, especialmente en Guayaquil. Y Brasil no está haciendo lo suficiente. Bolsonaro, que es un peligro público, haría un bien a la humanidad si se retirase.

© Manolo Berjón 2013, Sonia Caritimari

Esta apresurada nota quiere agradecer el esfuerzo incansable de Gilter Yuyarima y Sonia Caritimari, con quienes hemos aprendido muchas cosas del pueblo kukama. Con ellos hemos compartido viajes, comidas, conversaciones, risas y dificultades. En muchas oportunidades nos han preguntado qué sentido tiene visitar una comunidad pequeña. Nuestra terca respuesta: la iglesia no se puede medir por el impacto que se ve. La iglesia tiene que acompañar, cuidar, aprender, señalar caminos, caminar con la gente, escuchar, volver a escuchar y perder el tiempo porque sólo perdiendo el tiempo podemos encontrarnos con el Misterio.

© Manolo Berjón 2013, Gilter Yuyarima

Hemos visitado “comunidades” con solo tres casas. Hemos visitado comunidades más grandes donde solo nos reuníamos con 5 personas. Algunos nos decían: pierden el tiempo. Tal vez. Pero la pareja de Animadores Cristianos Gilter y Sonia, Sonia y Gilter, han sido el impulso para cerrar la boca del Urituyacu. Perú no se lo agradecerá, pero los pueblos indígenas del interior del Urituyacu, y las personas conscientes saben que han realizado un hecho histórico. Ojalá no haya entrado el coronavirus todavía y se pueda frenar.

Aquellos que dicen que la Iglesia no hace nada, harían bien en conocer personas como Gilter y Sonia, Sonia y Gilter. ¿Qué hacen los Animadores Cristianos? Rezar… y practicar lo que rezan. O al revés: practicar y rezar lo que practican. Bueno, ya nos entienden. Esta es la iglesia de la selva, la iglesia que salió del Sínodo Panamazónico. Una iglesia que es Cuerpo de Cristo. Una iglesia que se preocupa de los cuerpos más vulnerables e indefensos. Sonia y Gilter, Gilter y Sonia…

lunes, 30 de marzo de 2020

“UN VIRUS ES COMO UNA ESPECIE DE UN ANIMALITO QUE ENTRA POR TU VENA”

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Esta nota tiene dos partes: una primera y principal, que consiste en una entrevista con Rusbel Y.C.  (R.Y.C.) que vino buscando comida y nos dio una lección magistral de entereza, claridad y dignidad; la segunda parte, serán unas breves notas, que deberían ser más extensas, pero a buen entendedor, pocas palabras.

Rusbel Y.C. es un varón de unos 35 años y vive en Punchana (Iquitos). Es uno de los muchísimos “indígenas urbanos” (aunque probablemente él mismo no quisiera ser denominado como indígena) que ya ha nacido y habita en la ciudad. Intentando evitar la discriminación tan potente que hemos visto estos días ocultamos su nombre y su foto, pero le estamos muy agradecidos por esta lección de sencillez y claridad.


"Cuerpo de médico con virotes prendidos". Dibujo de Gilberto C. Y., Santa Rita de Castilla,14 de mayo de 2010.


ENTREVISTA A RUSBEL Y. C.

¿Qué es un virus?
R.Y.C.: Un virus es como una especie de un animalito que entra por tu vena. Por ahí se mete y se riega por todo el cuerpo. Entra por las venas, por la sangre. Por ahí se entra y se comienza a regar por tu cuerpo. Entra por la cabeza [y señala con sus manos la corona], por las zapatillas también se pega. En el polo, en la ropa también se pega, no dura mucho, dura unas 5 horas en la ropa. Por la mano también entra, por las uñas, estaba escuchando a un doctor en la [radio] Exitosa. Por las uñas, por ahí también se mete por adentro. Por ahí se riega todo el cuerpo. Te agarra las todas: la gripe, dolor de cabeza, estómago, el cuerpo ya te duele. Las piernas tiemblan, las piernas comienzan a temblar. De ahí de último te agarra el respiratorio [y se agarra con las dos manos la garganta], ya no puedes tosear. La tos seca, no sale nada. Ya está invadiendo tu cuerpo. Así he escuchado en la [radio] Exitosa que estaba comentando, así, un médico de México que estaba comentando así.


II.-

¿Este virus tiene madre?

R.Y.C: Dice que ha salido de un animal, pero no tanto me recuerdo. Ese animal ha comido, ha comido, ese animal ha comido y a la hora de botarle, ahí se ha…, como ese animal tiene algo en su cuerpo de tóxico, veneno, lo ha vomitado el animal y de ahí es que se reparten los virus.


¿Cómo es su madre?

R.Y.C.: Su madre es como el nido de avispa. Siempre llevan ahí donde su madre. Ella es quien manda ese virus, sale de ahí, bota de ahí. Pero ahora los chinos no pueden hallar. Otros dicen que de la bomba que los chinos han enviado al mar, de ahí ha salido, de ahí ha salido el comentario.


Si tiene madre, ¿conversa?

R.Y.C.: Tiene madre, de ahí. De ahí sale como [que] bota, de ahí de la madre se expande. No lo podemos ver, es una cosa invisible. Como los mosquitos se apegan en tu cuerpo, de ahí es.


¿Ataca?

R.Y.C.: Metiéndose en tu cuerpo.


¿Tiene crías?

R.Y.C.: No se.


¿Pero conversa?

R.Y.C.: No conversa.


¿Pero las madres de los palos, animales… hablan?

R.Y.C.: No se, no les puedo comentar eso. Según escucho que todos los árboles tienen madre.


¿Conversan esas madres?

R.Y.C.: Ni se sabe.


¿O hacen soñar?

R.Y.C.: Hacen soñar.


¿Pero cuando hacen soñar, conversan?

R.Y.C.: Ahí deben conversar, yo nunca he soñado.


¿Este virus hace soñar?

R.Y.C.: No se, no me infecta a mi, por eso no te puedo decir si hace soñar.



III.-

¿Cómo es la madre de las enfermedades? Lo que nos estabas comentando antes.

R.Y.C: Es un espíritu la madre de las enfermedades. Cuando estás, topa tu puerta y si tú sales a abrir, en lluvia, en viento, en rayos, ahí entra en tu cuerpo, es un espíritu. Te agarra el choque de aire, te enferma, te mata.


¿Te puede agarrar por la calle?

R.Y.C.: No, por la calle no agarra. Si no así en días de lluvia, en viento, rayo, noche. Topa en tu puerta, tú sales a abrir, no hay nadie. Ahí entra en tu cuerpo, te agarra, un choque de aire y de ahí te mata. Eso sí te puedo responder, ahí en los libros, en los mitos, en las leyendas de las amazonas.

……………………

COMENTARIO
Este no es un espacio para comentar todos los aspectos de la entrevista, ni siquiera de profundizarlos, pero nos da pie para algunas acotaciones. Partimos de la convicción que la explicación de Rusbel Y.C es perfectamente razonable. El dibujo de Gilberto C.Y. merecería un comentario aparte. La numeración es completamente aleatoria, nada tiene que ver con el orden de importancia.
1. 
      [El virus] “en la calle no agarra”. La madre de las enfermedades llama a tu puerta de noche, cuando hay lluvia fuerte, rayos…, si le abres, entra en tu cuerpo. Perú está realizando un gran esfuerzo para contener la pandemia. Pero en nuestra opinión no pone el mismo énfasis en proporcionar información adecuada a la población que no se rige por códigos occidentales. Esto es nefasto. Si la población no entiende lo que sucede difícilmente acatará las disposiciones gubernamentales. Poner el país en manos de policías y militares puede llevar a que la población se quede en casa. Pero pedagógicamente es un error grave, no aprenderemos nada. Hay que hacer un mayor esfuerzo de información. Comprendemos que la emergencia haya llevado a tomar estas medidas, pero la población no es únicamente un colectivo de gente a quien se les da órdenes, hay que argumentar,  dar a conocer, persuadir, convencer, garantizar que la población sea soberana. La opacidad y la imposición suelen traducirse en resentimiento y en corrupción, todo lo contrario de la transparencia necesaria.

Siguiendo la información cada día, vemos, escuchamos y percibimos poco esfuerzo. La mayoría de los medios de comunicación hacen eco de lo que dicen las autoridades o los científicos, pero no producen resonancia. Y si no hay resonancia la información no sirve para nada y no genera colaboración. Esta pandemia no es un asunto del gobierno, sino de los ciudadanos. Al gobierno le corresponde dirigirnos, pero no darnos órdenes como si fuéramos soldados. Somos ciudadanos que respetamos a nuestras autoridades y les obedecemos, pero somos ciudadanos.

El virus, como la madre de las enfermedades, interactúa con la gente. Se trata de no abrirle la puerta. Por eso, alguna gente sale tranquilamente por la calle. El virus es un agente.

2.       El manejo de la información es vertical: los que saben (“expertos”) y los que tenemos que acatar lo que dicen los que saben. La ciencia tiene un lugar importante, pero el coronavirus debería hacernos más humildes a todos. La ciencia se produce dentro de un “sistema de distribución de propiedades” (una manera de abordar la “realidad”) “naturalista”, mientras que gran parte de la población se maneja en una manera de abordar la realidad “animista”: “todo” (o casi todo) tiene espíritu en diverso grado. Rusbel Y.C. comprende el virus “como un animalito que se introduce por las venas en la sangre”. Una explicación que tenga en cuenta esto permitirá que mucha gente comprenda la gravedad de la situación y se protegerán. Rusbel Y.C. sabe, porque lo ha escuchado por la radio, que también puede entrar por la corona, por las uñas y también por las manos, ropa… Nos está proporcionando preciosas pistas que deben ser tenidas en cuenta.

3.       “Su madre es como un nido de avispa” y son “como mosquitos que se apegan a tu cuerpo”. Conceptos indígenas que no podemos desarrollar aquí. “Sale del mar”, de “una bomba que los chinos han lanzado al mar”. De la profundidad del río salen seres poderosos que atacan a la población.

4.       R.Y.C. escucha la radio y oye las explicaciones de los científicos (un doctor de México), pero lo integra y se lo apropia en su manera de abordar la realidad.

5.       El cuerpo como un tema fundamental en la panamazonía. Te da gripe, dolor de cabeza, estómago, el cuerpo te duele, te tiemblan las piernas, hasta que te agarra la garganta y te mata. Invade tu cuerpo. Una explicación del coronavirus que no tenga en cuenta el cuerpo indígena no será comprendida. Nos llama la atención que mata cuando agarra la garganta. Para los kukama no es un tema baladí. Muchos suicidas se ahorcan colgándose de una soga a escasos centímetros del suelo (en muchas ocasiones teniendo que levantar las piernas). La muerte por asfixia, que es lo que refleja el testimonio de Rusbel Y.C., es una de las peores muertes para los kukama.

6.       El virus es un espíritu, como la madre de las enfermedades, es un “enemigo invisible”. En la selva se denomina “madre” al dueño de una especie, en este caso de las enfermedades. La madre es la que dirige y ordena. Las enfermedades son crías o hijos de la madre.


Para concluir. Necesitamos realizar un gran esfuerzo para explicar esta pandemia en términos que entienda la población. De lo contrario generamos eco, pero el eco conlleva siempre algo de distorsión de la voz. El gran reto consiste en que la información que produzcamos genere “resonancia”, que nos haga vibrar, que nos lleve a cambiar comportamientos para defendernos mejor. Una resonancia que nos haga más ciudadanos, más unidos unos a otros, más humanos. Los insultos escuchados estos días con la orden “quédate en casa”, además de inútiles, son discriminatorios, producen ruido. Así no se construye ciudadanía. Necesitamos pensar en otros parámetros. Invitamos a quienes se dedican a la comunicación que busquen evitar el ruido, distanciarse del eco y producir resonancia en la población. [Y abrir nuestras redes a los que no están porque no tienen internet, ni computadora…, pero mucho que aportar en este mundo].

viernes, 27 de marzo de 2020

REFLEJOS DE EPIDEMIAS EN EL PUEBLO KUKAMA. A propósito de una pintura en Nauta

Para Leonardo Tello, que nos pidió: “escriban algo”


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada – Iquitos


“La viruela llegaba en canoas largas con sus crías. Vestían de blanco encapuchados. Cuando la comunidad se percataba de su llegada, la comunidad huían despavoridos. Si tenían enfermos los abandonaban. No llevaban consigo gallinas ni perros, ni nada que los delatara. Otras veces, estaban durmiendo y la madre de la viruela defecaba en los escalones de sus casas, al día siguiente por la mañana al percatarse, huían para no morir” [Sobre la viruela, tomado del Facebook de Leonardo Tello, 26 de marzo de 2020].


Escuela Purawa (Mario), Madre de la Viruela. Pintura en la pared externa del Colegio Nuestra Señora de Loreto en Nauta. Foto de Leonardo Tello

Lo primero que constatamos es el registro en la lengua kukama de algunos términos relacionados con las epidemias. Sin ser exhaustivos, encontramos algunos términos en kukama. ‘Makanuri’ significa tanto gripe, como toser. ‘Kuru’ es el término para viruela. Para la viruela mosca o mosca azul utilizan la expresión ‘kuru meru’. ‘Matsuri’ es el término para verruga o ‘cuchipi’ en español regional, una enfermedad propia de las gallinas. ‘Ukarari’ es el ayahuma, que utilizaban para combatir el cuchipi y la peste.

En el párrafo anterior ya hemos visto los rastros que han dejado algunas epidemias en la lengua kukama y alguno de los remedios que utilizaban. Hubiera sido esperable que buscaran un préstamo en castellano, pero no, buscaron en su propio stock lingüístico y utilizan palabras propias. Esta huella lingüística nos habla de la profunda impresión causada en este pueblo indígena, como en otros. De igual manera, es interesante que utilicen la ayahuma para curar tanto la viruela humana como la de las gallinas. Buscan una solución a la epidemia desde su propia manera de entender la enfermedad. Se nos escapa, pero es probable, que la ayahuma tenga propiedades químicas que contrarresten esta enfermedad: lo dejamos en manos de los entendidos.

Así como hay abundante tradición oral sobre las epidemias no conocemos que haya influido en la tradición pictórica. Sin embargo, hace unos años un grupo de pintores de la Escuela Purawa de Puerto Miguel en el río Yarapa realizó una sugerente muestra en la pared del colegio Nuestra Señora de Loreto de Nauta. La imagen que aparece en este post, pertenece a dicho lugar, y fue pintada por Mario, un francés que colaboró con la Escuela Purawa.

En la narración del comienzo, como en la pintura, la madre de la viruela llega en canoa. Llama la atención varias cosas. Primero, llegan por el río, pero llegan en canoa porque las epidemias son tan antiguas como la venida de los europeos. Otros personajes muy posteriores, como los caucheros, de finales del s. XIX y comienzos del s. XX, llegan también por río pero a través de la ‘lancha fantasma’. Y los pelacaras que usan el río, hacia la década de 1970, llegan en deslizadores. El río es un espacio de comunicación de gran envergadura. Vemos cómo a través de la historia va cambiando el medio de comunicación. En definitiva, las epidemias vienen de fuera.

Segundo, es una canoa donde aparece la madre con sus hijas. La madre está situada en la proa de la canoa, no hay nadie popeando (dirigiendo la canoa desde la parte trasera con un remo a modo de aleta). Lo cual significa que las crías son pequeñas, no pueden todavía dirigir una canoa desde la popa. Si la madre va en la proa es porque está haciendo fuerza para avanzar. Les habrá comunicado a sus hijos que deben tener cuidado y probablemente les va conversando para que no caigan al río. Si la madre va en la popa está más relajada y mirando a sus hijos.

Tercero, tanto la madre como las crías carecen de cara, rostro. Tengamos en cuenta que son espíritus y no se dejan ver el rostro. De igual manera que cuando un brujo o un espíritu malo quiere hacer daño, no se deja ver la cara. Este es un dato fundamental.

Cuarto, la viruela fue vencida. En la cosmología kukama pasó a vivir en la profundidad del río, donde habitan los seres más agresivos, como los yacuruna sin ano. Si la madre vuelve a salir de las profundidades del río utilizará mayor carga de violencia. Por mientras, está domesticada. Pero el mal comportamiento de la gente hará que la madre vuelva a salir. Es decir, la moral está unida a la cosmología.

Esta epidemia de coronavirus, por la virulencia que tiene, también dejará huellas en el lenguaje y en el arte. Deseamos que el pueblo kukama se pueda defender de ella.

martes, 17 de marzo de 2020

DISTANCIA, TOCARSE LA CARA Y EL CORONAVIRUS DESDE EL PUEBLO KUKAMA

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Cuando escribimos esto no sabemos si el coronavirus COVID 19 llegará a la selva, pero lo más importante es la precaución. En tal sentido consideramos que un aspecto básico consiste en fortalecer prácticas culturales que puedan proteger a la gente en un nuevo contexto. Evidentemente, hay que explorar más todos estos temas, pero merece la pena tenerlos en cuenta. Somos conscientes que el concepto de enfermedad, virus y demás es concebido de forma diferente por los pueblos indígenas, pero no será objeto de este escrito. Tal vez sea la oportunidad de reclamar su participación en los temas de salud que les atañen, para diseñar políticas públicas de salud junto a ellos, sin necesidad de esperar a que lleguen las epidemias. Todo ello en un clima de la mayor serenidad posible, sin dramatismos ni histerias.

¿Podrá decirnos algo al respecto el pueblo kukama? No vamos a desarrollar acá una teoría, ni siquiera una hipótesis, sino que pondremos a la luz dos datos para que “nos den que pensar”. Si fuera necesario, debería servirnos para elaborar material pertinente para trabajar el tema con el pueblo kukama y ayudar a prevenir, en el caso de que les llegue el COVID 19.

Rayadores. Tecnología ancestral con "nuevos materiales"
Foto: Manolo Berjón


Con esta pandemia hemos recordado dos prácticas tradicionales kukama que nos parecen pertinentes: “la distancia social” y no “tocarse la cara”. Comencemos por la primera. Cada grupo humano tiene códigos no escritos de interacción. Para el pueblo kukama conversar con un extraño conlleva una distancia mínima de un metro. No respetar esta distancia es comprendido como una invasión. Sólo se quiebra esta distancia para personas que son muy conocidas, especialmente entre familiares. Ahora las personas podemos albergar un “extraño invisible” en nuestro cuerpo como el coronavirus y lo mejor es tener distancia de, al menos, un metro con las demás personas, porque puede albergar el “extraño invisible” en su cuerpo: el COVID 19. Pues bien, esta distancia es la aconsejada por los expertos para evitarlo. Esto merece la pena explorarse más, pero nos parece oportuno tenerlo en cuenta. Los expertos indican que en el caso de estar en contacto con alguna persona que estornude, tenga tos o fiebre, la distancia mínima debiera ser de dos o tres metros.

Respecto al “tocarse la cara”. Dicen los psicólogos que en períodos de ansiedad e incertidumbre es más probable que nos toquemos la cara. En tiempos de COVID 19 esto es peligroso, de ahí que nos inviten a lavarnos las manos con jabón más frecuentemente. Dicen los expertos que las manos son uno de los lugares donde podemos albergar virus y al llevarlas a la cara pueden ingresar en nuestro cuerpo por los ojos, boca o nariz.

Pero es realmente difícil saber cuántas veces llevamos nuestras manos a la cara. Es un gesto automático, en muchas ocasiones, inconsciente. Los occidentales incluso hemos interiorizado la imagen del Pensador de Rodin sosteniendo su barbilla con el dorso la mano. Lo cual significa que hay códigos culturales que nos llevan a tocarnos la cara con frecuencia.

Los kukama son un pueblo que se dedica, tradicionalmente, a la agricultura, pesca y recolección de frutos de la selva. Aunque cada vez hay más población kukama en las ciudades. Pues bien, tradicionalmente, los kukama, cuando iban a sembrar maní, instaban a NO TOCARSE LA CARA: boca, nariz y ojos. Desatender tal prohibición provocaba que la semilla del maní se huequea (se hace un hueco en la semilla) y, por tanto, no germina. De esta manera, tocarse la cara se convertía en la muerte de la semilla. Tengamos en cuenta que para los kukama enterrar y sembrar son sinónimos (yat+ma).

Ligia y Napoleón, unos amigos del río Urituyacu
Foto: Manolo Berjón


Pues bien, la siembra del maní, entre los kukama, exigía evitar tocarse la cara. La razón: para que la semilla germine con normalidad. Sin duda, el otro aspecto tiene que ver con la higiene. En estos tiempos de coronavirus donde tocarse la cara  puede conllevar permitir el ingreso del virus (“extraño invisible”) en tu cuerpo, puede ser oportuno rescatar esta práctica cultural. Evitar tocarse la cara genera una nueva planta (de maní). Evitar tocarse la cara en tiempos de COVID 19 protege del “extraño invisible” para que no penetre en tu cuerpo y cuidar la vida. Evidentemente, los contextos de la siembra de maní nada tienen que ver con el coronavirus. Pero dado que en ambas situaciones es importante no tocarse la cara, consideramos que es conveniente rescatar esta práctica, explorarla y ver posibles modos de prevención de esta pandemia (que deseamos no llegue hasta los pueblos indígenas).

Instamos a nuestros amigos kukama a que indaguen en su propia tradición para buscar elementos que puedan ayudar en esta crisis que parece avecinarse. Son los propios kukama quienes debieran liderar esto. En lugar de dirigir discursos occidentales verticales desde los distintos Ministerios (especialmente el de Salud), es hora de apoyar a los pueblos indígenas para que lideren su propio cuidado, con apoyo del Estado.

Ciertamente, en las ciudades la aglomeración de gente es un problema. En las comunidades el problema no será la aglomeración, si no la falta de atención por parte del Estado. Las Postas Médicas son escasas, mal implementadas y con poco personal. ¿Qué ocurrirá si se desata esta pandemia en pueblos indígenas?


Y PARA CONCLUIR: UN POCO DE MEMORIA HISTÓRICA

[1681] «[…] ví 75 canoas de gente en esta Laguna, diciéndome todos desde ella: “Retírate, Padre; no aguardes la peste, porque si la esperas te ha de matar. Lloraban todos, dando desde las canoas / grandes gemidos y añadian: “No huimos de ti, Padre amado, sino de la peste; porque tú nos quieres y ella nos aborrece. Adios, adios! Caquire tanu, papa, Caquere ura Dios ica-totanare, que quiere decir: quédate con Dios, hombre esforzado, Dios te guarde y te dé mucha vida.» (Borda 1872: 65-66) Carta del P. Juan Lorenzo Lucero (Laguna, 3 de junio de 1681).

[Para contextualizar: Los virus se descubrieron a finales del s. XIX].

martes, 6 de agosto de 2019

REALIDAD, MULTIPLICIDAD Y REPRESENTACION: un aprendizaje con ‘Huaynakana Kamatahuarakana’ (mujeres trabajadoras).

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada - Iquitos

Conocimos a las mujeres de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’, una organización indígena de mujeres kukama, hace más de dos décadas. Desde entonces nos hemos encontrado con ellas en múltiples ocasiones: en talleres de diversos tipos, en sus comunidades, en eventos públicos, en viajes por el curso bajo del río Marañón… Siempre nos han tratado con mucha cordialidad y nos han tenido mucha paciencia. Con ellas hemos aprendido muchas cosas y nos han enseñado conocimientos que de otra forma nos hubiéramos perdido. Por eso, sólo tenemos agradecimiento para ellas.

© Manolo Berjón, 2009

Comenzamos con una brevísima referencia al nombre elegido: ‘huaynakana’ (mujeres) ‘kamatahuarakana’ (‘kamata’: trabajar; ‘-wara’: nominalizador, donde el sujeto realiza la acción habitualmente; ‘kana’: plural). ‘Kamata’: trabajar, proviene de ‘kama’, seno y ‘-ta’, causativo; introduce un causante para que el evento tenga lugar. Es esta vinculación con el seno el que está inserto también en el término ‘kukama’: ‘ku’, chacra; ‘kama’, seno. El kukama vendría a ser quien es amamantado por la chacra. Todo va indicando que el cuidado de las plantas de la chacra que realizan las mujeres es ‘trabajo’. Las mujeres consideran a las plantas de su chacra como niños: les cuidan, les cantan para que crezcan, les dan cariño… En eso consiste el trabajo. En cambio, las actividades de los varones no están asociadas al trabajo, poseen otras referencias: ‘ts+ki’, jalar, extraer, inhalar, respirar, pescar con anzuelo; ‘tiniari’, pescar con barbasco; literalmente ‘tini’, blanco; ‘-ari’, aspecto progresivo y/o localización difusa; vendría a significar ‘blanquear’; ‘yarari’, pescar con canasto; ‘ipurakari’, cazar. Si en la sociedad occidental tradicional el trabajo conllevaba el rol de proveedor; en el caso kukama, las mujeres también son proveedoras, tal como estamos indicando. Volveremos al final sobre este asunto.

Hace un par de días nos formularon la siguiente pregunta: ¿por qué son importantes las mujeres de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’?Fue una pregunta inesperada, así que nos hemos tomado estos días para poder responder. Nos parece que hay tres razones fundamentales: nos han ayudado a definir la realidad (ontología), nos convocan a pensar la multiplicidad y nos invitan a repensar el espacio de la representación. Brevemente diremos algo sobre estos tres aspectos, como parte de nuestra memoria agradecida.

Con las mujeres de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’, y con otras personas y organizaciones, aprendimos que percibimos la realidad de forma distinta. Pensemos, por ejemplo, en el río. Desde el punto de vista occidental, y simplificando un tanto, el río es una corriente de agua. Sin embargo, estas mujeres ampliaron nuestra mirada y nos hicieron entender que el río es más que una corriente de agua. Para los kukama,el caudal es mantenido por la boa que habita en el fondo del río. De tal forma que el ruido, la contaminación y el mal comportamiento de la gente hace que la boa se retire y, con el retiro de la boa, se seca el río. La boa no es una creencia, como en ocasiones tendemos a pensar los occidentales haciendo gala de nuestra multiculturalidad. El problema de esta tendencia es que las creencias son todas respetables mientras no cuestionen el modelo occidental de pensar la realidad. Pero si lo llega a cuestionar, entonces la creencia debe pasar al ámbito privado.

Sin embargo, que la boa mantiene el río no es una creencia, sino que ‘es’ la realidad. Y es de la constitución de la realidad que debemos hablar. En breve: mientras para los occidentales la realidad está formada de materia que se descompone en átomos…, para los kukama la realidad es la boa que mantiene el agua del río. Ya no es una creencia que pertenece al ámbito privado sino que hay dos formas diferentes de percibir la realidad. Esto conlleva que la conversación adquiere otro nivel de complejidad. Esta forma de pensar la realidad es lo que podemos denominar como “ontología”. El estiaje que se produjo el 2010 nos da la oportunidad de explicarlo. Previamente al mismo se había producido un derrame de petróleo en el bajo Marañón. Para los kukama era evidente que la boa se estaba retirando por el derrame. Por eso se produjo la merma del río. No era una creencia, era una evidencia, era la realidad, y así lo percibían.

No obstante, podemos encontrar algún punto de convergencia entre ambas formas de percibir la realidad. La manera indígena de definirla ha mantenido y conservado el ecosistema por miles de años. Los occidentales ahora somos más conscientes que el cambio climático también nos obliga a cuidar el medio ambiente. Esta sería una forma de entablar una conversación y conjurar el solipsismo.

En segundo lugar, habíamos señalado el tema de la multiplicidad. El ojo y oído occidentales están marcados por la unidad. Las proporciones y el orden parten de la unidad [de medida]. Sin embargo, cualquier persona que ha vivido con pueblos indígenas ha comprobado en sus carnes que la unidad no es ningún ideal y que más bien la práctica señala la multiplicidad. Pues bien, el Estado, en su concreción actual, mide su actuación por medio de la unidad. Necesita un interlocutor, huye de la multiplicidad. Nos parece que esta es una mirada que busca réditos a corto plazo. Sin embargo, a medio y largo plazo es mucho más sostenible lidiar con la multiplicidad. Cuantos más actores involucrados en la conversación más probabilidad existe de que los acuerdos sean duraderos y mayor socialización del proceso. El grado de complejidad es mayor y exige dedicar más tiempo. El esfuerzo también es mayor, pero el resultado tiene visos de ser mucho más respetado. El problema es que los gobiernos de turno, y las ONGs, suelen pensar a corto plazo y buscan una rentabilidad lo más próxima posible.

También se produce un cortocircuito con la idea de pueblo. Los occidentales tendemos a percibirlo desde la unidad. Por tanto, buscamos “un” interlocutor. Sin embargo, las jefaturas indígenas son múltiples por definición. A poco que hayamos convivido con pueblos indígenas percibimos la diversidad y multiplicidad de liderazgos. La multiplicidad de voces al interior del mismo pueblo indígena es simplemente una constatación diaria. Zanjar el tema invocando que estamos conversando con el “uno”, no deja de ser una imposición occidental. Por tanto, abogamos por pensar y actuar desde la multiplicidad como un elemento netamente indígena.

Y el tercer aspecto que nos habíamos marcado es la representación.Esta es una idea cuestionada tanto en occidente como en pueblos indígenas. Señalar que tradicionalmente las mujeres no hacían política y, por tanto, así debe continuar siendo, nos parece un burdo argumento. No solo las mujeres cuestionaban a sus compañeros en el ámbito más doméstico y moldeaban las opiniones desde la casa.También la presencia del Estado ha modificado la política como ámbito del bien común. Se ha ampliado la esfera de intervención. Pero, sobre todo, implica no tener en cuenta que se han ido modificando los roles conforme ha ido penetrando el dinero en las comunidades y son las mujeres quienes han llevado la peor parte.

Tradicionalmente se ofrecía masato al visitante. Era una oportunidad de reconocer el trabajo de las mujeres en la elaboración del mismo. Con la necesidad de contar con dinero para tener un celular, ropa o cualquier otra necesidad, la producción de la agricultura, pesca y recolección se han ido enfocando al mercado incipiente. Es precisamente esta entrada del dinero la que ha llevado a una modificación de un tiempo más relacional a uno más productivo. De igual manera, ahora ya no te ofrecen masato sino gaseosa. Se puede comprar con el dinero que gana,fundamentalmente,el varón.Por tanto, el trabajo de la mujer ya no es necesario. Esto ha generado una invisibilización de las mismas. Es fácil de comprobar, por lo dicho arriba sobre el trabajo, que hay un desplazamiento de género importante. En otras palabras, aplicar el concepto occidental de trabajo al pueblo kukama es una colonización más.

Si esto es como estamos describiendo, es totalmente urgente y necesario que se tenga en cuenta el papel de las mujeres. En tal sentido, nos parece que el aporte de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’ es del todo ineludible y pertinente. Convocar únicamente a los varones para las conversaciones con el Estado, además de mutilar a la mitad de la población, implica desconocer el trabajo de las mujeres. El ocultamiento de las mismas indica un tipo de trabajo despersonalizado donde lo fundamental es la ganancia económica, dejando fuera del ámbito del trabajo el aspecto relacional y de cuidado implícito en el término ‘kamatahuarakana’ (trabajadoras). Este aspecto tiene consecuencias no sólo económicas, sino también políticas. Si las mujeres forman parte de la producción a través del trabajo, ‘kamata’, entonces las conversaciones con el Estado tendentes a la reparación, restauración… del medio ambiente implican también elementos de cuidado. Cuidado que va implícito en el término ‘kamatawarakana’, propio de las mujeres kukama. Una razón más para tenerlas en cuenta.

Dejarlas fuera de la conversación, por ser mujeres, es un planteamiento intolerable en este siglo XXI. Deslizar que las mujeres dividen a los pueblos indígenas implica el desconocimiento de la multiplicidad anteriormente expuesto y arrogarse una representación varonil que confina a las mujeres a un rol secundario, una imposición del patriarcalismo más basto.Exhortamos al Estado y a las ONGs, por tanto, a tener en cuenta las demandas de las mujeres.

Concluimos con el agradecimiento debido a las mujeres de ‘Huaynakana Kamatahuarakana’ y nuestro reconocimiento a la labor que han venido desarrollando por décadas.

jueves, 18 de julio de 2019

DESOLACIÓN EN MASUSA


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada


El día 15 de julio de 2019 hubo un incendio en Paraíso, una junta vecinal dentro del puerto de Masusa. Se han quemado entre 30 y 40 casas, ¡bien quemadas! Algunos indicaban que eran 33 casas, otros 43 y no faltó quien afirmaba que eran 80 casas. Las cifras, siendo importantes, nos parece que les corresponde a las autoridades proporcionar la información oficial. Eso sí, advertimos que no son cifras, sino familias, personas de carne y hueso las que están detrás.
Quisimos llegar a la zona de Paraíso a través del mercado de Masusa. Ahí conocemos algunas personas. Nos recibió una señora que estaba vendiendo, madre de uno de nuestros catequistas. Nos mostró su preocupación y el miedo que pasaron, pero felizmente a su familia no le pasó nada. Salimos del mercado a una calle interior, a visitar a una familia donde llevábamos la comunión a un enfermo. Nos recibe la familia. Conversamos un ratito y la señora se duerme en medio de la conversación, han sido horas muy intensas. La noche del incendio no ha dormido nada. Nos despedimos. Ellos tampoco han sido afectados, pero 50 metros más allá aparece la desolación.

© Manolo Berjón, julio 2019

Vemos ollas comunes y reparto de agua. Las casas están completamente calcinadas. Un grupo de gente comenta. Un borrachito habla: “¿por qué Diosito nos ha castigado?”. Nadie contesta.   Nos acercamos a un policía y nos presentamos. Responde amablemente algunas de nuestras preguntas. Vemos varios motocarros quemados y comenta el policía: “posiblemente ya no tengan con qué trabajar”. Nos despedimos del policía y continuamos. Vemos a un periodista de un medio conocido paseando por la zona y haciendo algunas fotos. Nos saludamos. Conversamos brevemente y continuamos cada uno con nuestra tarea.

Una dirigente vecinal que conocemos se acerca a nosotros. Ella tampoco ha sido afectada, pero ha venido a visitar a unos amigos y traerles algo de apoyo. Continuamos el recorrido. Se acerca una pareja de edad intermedia. Nos reconocen. “Padres, nos hemos quedado sin nada”. “Se ha quemado hasta mi certificado de matrimonio”. “Usted nos ha casado el año pasado”. “Mis hijos están bien, pero sólo estamos ropa encima”. Conversamos un ratito, les consolamos. Nos despedimos con un abrazo. Continuamos el recorrido, vamos a visitar las carpas que están en el puerto de Masusa. 

Nadie llora, ha pasado el tiempo de la desesperación. Sin embargo, la preocupación es intensa.  ¿Qué hacer? Lo primero es un lugar donde estar, ropa y frazadas para pasar la noche, alimentos y agua. Poco a poco comenzará la reconstrucción. En primer lugar, la vida, después la casa y lo demás. Se han quedado sin nada. Documentos destruidos. Seguramente muchas familias han perdido sus documentos de identidad (DNI), certificados de matrimonio, de estudios…


APARECEN LAS PREGUNTAS

¿Por qué tantas casas quemadas? Los vecinos indicaban que no podían entrar los bomberos, que se atollaban. La calle Los Rosales está pavimentada y llega hasta el puerto. Después hay que girar a la izquierda y esta calle está llena de barro y baches. Es una calle que utilizan las madereras y está en pésimas condiciones. El camión de bomberos se atascó. Tuvieron que empujar los vecinos, mientras tanto el fuego se propagó rápidamente. Otros indicaban que no había agua suficiente para apagar el incendio, así señalan también los diarios. Estamos al lado del Itaya-Amazonas, a escasos metros. Aparecen las asimetrías.

© Manolo Berjón, julio 2019


Los espacios donde vive la gente humilde están al margen del proceso de urbanización. Esto es lo que nos señala un incendio de estas características. Si las calles estuvieran en buenas condiciones, y no hubiera callejones sin salida, sería mucho más fácil apagar un incendio. Pero la calle que se quemó es un callejón. Y el acceso, como estamos indicando, es problemático. Un incendio de estas características nos muestra la falta de planificación urbana. Como si la gente humilde no importara.

En otras palabras, nadie estamos ajenos a un incendio. Pero las familias humildes están más expuestas cuando sucede un evento de este tipo. Los procesos de urbanización truncados dificultan la ayuda. Si el acceso hubiera sido adecuado no se hubieran quemado tantas casas. En los lugares donde habita la clase media, con mejores condiciones de acceso, un incendio se puede apagar más rápidamente, afecta a menos familias. De igual manera sucede también con la reconstrucción. Hay que reconstruir, pero una familia humilde, aunque haya perdido poco, es todo lo que poseen. Por tanto, aunque en términos absolutos no sea una gran pérdida económica, en términos afectivos es despojarse de todo. De todo lo que han ido adquiriendo con trabajo, con esfuerzo, con sufrimiento. No hay duda que la relación de la gente con las cosas es diferente. La clase media puede comprar otras cosas, y afectivamente pueden estar más desapegados, pero la gente humilde suele tener un mayor apego a las cosas. Una cosa no es simplemente un objeto, sino un “objeto afectado”, un “objeto con afecto/s”, un “objeto con vínculos sociales”.

Antes de terminar nos gustaría señalar la capacidad de resiliencia de la gente. Su capacidad para afrontar la dificultad, el imprevisto… es enorme. Y esa es una gran fuente de energía para una sociedad. Apoyemos a los damnificados. Será un suceso que marque su vida. Seamos generosos, pero sobre todo inteligentes. Que este episodio nos sirva para pensar la ciudad, para pensar el urbanismo en una ciudad como Iquitos, donde las grandes periferias sufren todo tipo de discriminaciones. Este incendio señala las asimetrías, la falta de previsión de catástrofes, el pésimo acceso de los bomberos, la falta de agua potable, de desagües… en que habitan todas estas familias. Familias que, en su mayoría han venido de los ríos amazónicos, buscando mejor calidad educativa y sanitaria, entre otros. Y se encuentran atrapados en zonas con difícil acceso y malas condiciones de vida.

Hay quien habla de desigualdad social. Sin embargo, algunos teóricos están utilizando términos mucho más duros para describir las condiciones en las que vivimos: “violencias (re)encubiertas” (Silvia Rivera Cusicanqui), “expulsiones” (Saskia Sassen), “vidas desperdiciadas” (Zygmunt Baumann) o “descartados” (Papa Francisco), por citar solo algunos. Estos mismos teóricos señalan que los hijos de las clases medias viven peor que sus padres.