Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Parroquia Inmaculada
(Iquitos)
Hace unos días saltó a los medios
de comunicación las cifras de “embarazo adolescente” a nivel nacional. Loreto
tiene cifras abultadas. Queremos comenzar indicando que algunos/muchos (siempre
son excesivos) “embarazos adolescentes” son fruto de una violación. No estamos
de acuerdo con este tipo de abusos. Detrás de todo este asunto hay relaciones
de poder que son absolutamente reprobables y objeto de penalidad. Lo cierto, es
que las políticas de todos estos años en cuanto a la prevención están fallando.
Nos parece que la preocupación por el “embarazo adolescente” es legítima y está guiada por la buena intención. Conocemos personas e instituciones que trabajan este tema. Están convencidas de su trabajo y lo realizan con total sinceridad y competencia. Sin embargo, quisiéramos argumentar desde otro punto de vista.
EDAD CRONOLÓGICA vs. ETAPAS DE LA
VIDA
Mientras Occidente privilegia la
edad cronológica, en pueblos indígenas posee más interés las etapas de la vida.
Todavía es relativamente fácil encontrar ancianos que no saben la edad que
tienen. No vamos a realizar una gran argumentación al respecto, que
sobrepasaría este escrito. Queremos poner dos ejemplos. El primero de ellos
será una cita. El segundo, uno de los muchos casos prácticos que suceden en los
colegios de secundaria, sobre todo de las periferias. Y subrayamos lo de
periferias porque las familias más acomodadas no suelen sufrir estas
situaciones, lo cual nos parece esclarecedor.
En un peritaje antropológico
publicado por la Defensoría del Pueblo en las comunidades kukama de San José de
Sarapanga y Alianza, ambas en el distrito de Nauta, bajo río Marañón, se indica
que “un buen número de mujeres han iniciado su vida de pareja entre los 10-13
años de edad”. Y se añade: “en la comunidad de Alianza, de 21 parejas
existentes, en 11 casos la mujer ha tenido su primer hijo a la edad de 13 años
o antes. Inclusive dos de ellas a la edad de 11 años. Y en el caso de la
comunidad de San José de Sarapanga, de 31 parejas existentes, en 19 casos la
mujer ha tenido su primer hijo a la edad de 13 años o antes, y ahora hay dos
mujeres de 12 años que ya tienen marido” (Villasante Guerrero 2003: 117).
Se podrá objetar que la cita ya
tiene casi dos décadas. Cierto, pero la realidad sigue imponiéndose. Pero son
indígenas. Eso no sucede en la ciudad. Bueno, en nuestra opinión una ciudad
como Iquitos tiene un fuerte componente indígena. Muchas de las barriadas de la
periferia de Iquitos pueden ser considerados como asentamientos multiétnicos.
El ejemplo anterior es
ilustrativo, aunque no era necesario acudir a él para saber que los “adolescentes”
mantienen relaciones sexuales con cierta normalidad. Lo que está ocurriendo
ahora es que no sucede dentro de una relación estable. En gran parte debido a
la proliferación de las secundarias, entre otros motivos, que ha postergado la
edad de emparejamiento.
Podemos convenir que habitualmente,
las estudiantes de secundaria pertenecen a la edad cronológica denominada como
“adolescencia”. Si una muchacha queda embarazada, desde el Ministerio de
Educación se insiste en que continúe estudiando. Hay que tener en cuenta que el
Estado suele pensar [casi] exclusivamente desde el punto de vista occidental. Sin
embargo, muchas madres de familia presionan para que esa adolescente no acuda
al colegio con sus hijas. En su visión se percibe a la adolescente embarazada no
por la edad cronológica sino como una madre, por tanto, le corresponde otro rol
diferente. Ya no debe acudir al colegio, sino que su tarea consistirá en
atender a su bebé.
Este último ejemplo grafica bien
las dos lógicas. Mientras el Ministerio de Educación y sus profesores tratan a
la muchacha, por su edad cronológica, como una adolescente a la que hay que
garantizar su educación que le permitirá romper con el círculo vicioso de la
pobreza, las madres de familia presionan para que salga del colegio. La
muchacha ya no debe ser tratada conforme a la edad cronológica, sino conforme
al nuevo rol que está adquiriendo: ser madre. El criterio no es la edad
biológica sino una nueva etapa de la vida. Por tanto, no está en igualdad de
condiciones con sus hijas (edad cronológica), sino que la diferencia consiste
en pertenecer a etapas de la vida diferentes: la madre pasa a una nueva etapa,
mientras el resto de compañeras, que no están embarazadas, continúan siendo
consideradas como estudiantes. En la forma de pensar de estas madres de familia
la diferencia no es tanto cronológica, cuanto reproductiva: sus hijas continúan
siendo niñas, la “embarazada adolescente” es mujer porque es madre.
En resumen, el Ministerio de
Educación se rige por criterios occidentales. De esta forma sitúa la frontera
en la edad cronológica de 18 años, mayoría de edad. En cambio, las madres de
familia sitúan la frontera en la maternidad, con independencia de la edad a la
que se queden embarazadas. Dos lógicas diferentes.
CONDICIONES SOCIALES
Pero demos un paso más. No
dudamos de la buena intención de las personas e instituciones que trabajan para
erradicar el “embarazo adolescente”. Sin embargo, nos parece que, en general,
se tratan estos casos como asuntos personales y se observan desde un “punto de
vista médico”, dos características de la visión occidental. Consideramos que no
se trata únicamente de “fallos” en “individuos”, sino de estructuras de poder
enquistadas. Por norma general, las “adolescentes embarazadas” suelen
pertenecer a sectores subalternos. En nuestra opinión, acá es donde hay que
trabajar. Si se vive en un barrio sin agua potable ni alcantarillado, con unos
padres que sobreviven con trabajos informales y precarios, hacinados, con pocas
posibilidades de salir adelante y un “ambiente juvenil” impregnado de machismo,
nos parece que el “salvamento individual” es insuficiente. En ese sentido,
quien falla no es el individuo (adolescente), sino el propio Estado.
Cuando vivíamos en el Marañón
hemos asistido a fiestas donde los adornos en lugar de globos eran condones. El
Ministerio de Salud cumplía con las directrices nacionales de proporcionar
medios de control de la natalidad. Las parejas guardaban esos condones para
adornar las fiestas. Otro ejemplo más de cómo el Estado occidentalizado
trabaja. Ese mismo Estado termina culpabilizando a las adolescentes de su
propio embarazo o a sus pares masculinos.
Por otro lado, algunas de las
personas e instituciones con buena intención apelan a la “interculturalidad”
como concepto. Bueno, nos parece que deja mucho que desear. No es el momento
acá de criticarlo, sólo señalar dos puntos: 1.- podemos estar inoculando una visión
occidentalizada con esto de los “embarazos adolescentes”, lo cual no es
precisamente lo que se proclama desde la “interculturalidad”. Mientras desde el
Estado o las ONGs se percibe la edad cronológica, las madres de familia
reclaman el estatus de “etapa de la vida”. 2.- El término “interculturalidad”
nos parece inadecuado, nosotros preferimos hablar de “realidad”, o con un
término más duro, ontología. Poli-ontología más bien. Pero esto será en otra
oportunidad.
Nos gustaría levantar una
pregunta: ¿entonces, mejor no hacer nada? Nuestra posición es que las señoritas
puedan estudiar y estar en igualdad de condiciones que sus pares varones. Pero
también hay que invertir en educación de calidad. Muchas adolescentes que se
embarazan saben que la secundaria que están realizando no les sirve para nada,
por la baja calidad educativa. De igual manera apelamos a la responsabilidad
del Estado, porque gran parte de esas adolescentes habitan en espacios pocos
seguros, insalubres, hacinados… y el Estado debería hacer algo más por ellas
que únicamente evitar que se embaracen. Se trata de establecer un horizonte
donde se pueda vivir como en mejores condiciones. Sin un horizonte es difícil encontrar
salidas. Y el horizonte no es únicamente personal, que también, sino colectivo,
societario.
Para terminar. "Una formulación parcializada" impide una visión global. Y no estamos
hablando exclusivamente de las comunidades de los ríos amazónicos, que también.
Tenemos en mente Masusa, el puerto fluvial de Iquitos, o los comités vecinales
que se asientan detrás del Hospital de EsSalud, y prácticamente toda la
periferia de Iquitos, que no es poca cosa. Como indicábamos anteriormente son “asentamientos
multiétnicos”.
……………………….
- VILLASANTE GUERRERO, Rubén E. (2003), Peritaje antropológico, en VARIOS (2003), Pauta metodológica para la elaboración de peritajes antropológicos, Oficina Defensorial de Loreto / Defensoría del Pueblo.
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