Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Un acontecimiento importante tendrá lugar los días 8 y 9 de agosto en
Belem do Pará: Cumbre Amazónica. Sin embargo, nos vamos a circunscribir a temas
más regionales. Titulares de un diario local, sábado 5 de agosto de 2023: “[s]obre el tema que comentan de “Pelacaras” he enviado un documento al
general de la policía para que investiguen” y “[n]o podemos hablar de
“pelacaras” porque no tenemos ninguna denuncia de esa índole”. También se han
hecho eco televisiones, radio, prensa nacional y, por supuesto, las redes
sociales.
Intentaremos arrojar un
poco de luz[1]. Más allá de posibles instrumentalizaciones en beneficio de unos pocos,
que es probable, nuestra interpretación apunta al malestar que está viviendo la
población “periférica”. Un malestar manifestado a través de los pelacaras que
contrasta con los discursos hegemónicos de “isla bonita”, festivales varios, y
éxito de las fiestas. No hace tanto que celebramos San Juan y, al decir de las
crónicas, ha sido todo un éxito de participación, fiesta y algarabía. Fiestas
Patrias está aún más cercana.
LOS NOMBRES DEL MALESTAR EN
LORETO
Lo primero que se constata
es la diversidad de nombres para el mismo malestar. Aunque predomina la
denominación pelacara, también se ha hablado de extraterrestres e, incluso, del
hombre verde y del hombre araña.
Si bien el malestar está muy
extendido, para este escrito nos circunscribimos a tres escenarios: el alto Nanay[2],
el bajo Marañón y algunas comunidades aledañas a Iquitos. Aunque el fenómeno
posee muchas caras, cual poliedro, vamos a fijarnos únicamente una mayoritaria
en cada espacio. Se apunta que la presencia de drones en el Nanay está
relacionada con la minería ilegal. En las comunidades aledañas a Iquitos se señala
hacia traficantes de órganos. En el caso del Marañón se hace referencia a
deslizadores (gente de paso). Trazaremos unas primeras pinceladas.
En el Nanay son descritos de la siguiente
manera: “encapuchados, visten de color negro, de dos metros de altura”. “Han atacado
a una joven de 15 años con cortes en el cuello”. Se hace referencia a “drones”.
Las armas de los moradores, escopetas de caza, no les hacen nada. “Están
blindados”. “Se elevan”. En el Marañón indican que “han
hecho rondas para defenderse, no permiten que nadie atraque en sus puertos a
partir de las 5.00 p.m. y se juntan en tambos para dormir”. En otro grupo
sobre comunidades aledañas a Iquitos indican: “dos hombres altos con cara
horrible”, y circulan videos con un grupo de personas jugando y burlándose de
víctimas con la piel de la cara cortada. Algunos sugieren que se ha desatado la
“histeria colectiva”.
AGRESIÓN
A poco más de un mes de la fiesta de San Juan,
y teniendo reciente aún fiestas patrias, aparece el desasosiego, el miedo, la
agresión. Aunque el malestar se extiende por Loreto utilizamos datos, como
dijimos más arriba, de comunidades de los ríos Nanay, Marañón y comunidades
aledañas a Iquitos. ¿No son los espacios “periféricos” más vulnerables? ¿No hace
esta vulnerabilidad la que sea más dolorosa la agresión?
El discurso señala una joven de 15 años con
cortes en el cuello (Nanay). En otro video, que circula en redes, se observa un
joven, sin identificar el lugar, con cortes en el cuello. Dos datos muy importantes:
juventud y cuello. Cortar el cuello, degollar, es una forma de asegurar la
muerte. Poco importa ahora que los videos sean de otros lugares y tiempos. El
caso es que en Loreto se han apropiado de ellos para manifestar el malestar
reinante.
Digresión: nótese que los pelacaras tienen como
misión extraer la piel de la cara, no matar directamente, aunque la muerte
termine siendo la consecuencia. La cara es el lugar del reconocimiento. Fijémonos
en la cara de agresores y agredidos. Respecto a los agresores: en el Nanay están
despersonalizados, “encapuchados”, y en las comunidades aledañas a Iquitos su
cara es “horrible”. Respecto a los agredidos: no se refieren a la cara, el
reconocimiento, sino a la muerte directamente. En el primer caso, la muerte es consecuencia
de cortar la cara. En el segundo caso, el objetivo de cortar el cuello es la
muerte: se trata directamente de asesinato.
¿QUIÉNES SON?
Atacan “encapuchados, visten de color negro, de
dos metros de altura”, “extraterrestres” (Nanay), “pelacaras”, llegan en
deslizador y las comunidades se defienden no permitiendo atracar en sus puertos
a partir de las 5.00 p.m. (Marañón), “dos hombres altos con cara horrible”
(comunidades aledañas a Iquitos). Los agresores son ajenos a las comunidades. Primera
indicación: la agresión es externa, nada de histeria colectiva.
Las comunidades no permanecen impasibles, se
defienden. Pero su defensa no es efectiva. En el Nanay indican que las
escopetas de los moradores no les hacen nada, “están blindados” y “vuelan alto”.
Se perciben las grandes diferencias. Por eso, solicitan el apoyo de la PNP y
del Ejército. En el Marañón utilizan tres medidas: 1) rondas; 2) no permiten
entrar en sus comunidades a partir de las 5.00 p.m.; 3) se juntan en tambos
para dormir. En el caso de las comunidades aledañas a Iquitos desconocemos cómo
se están defendiendo.
A VUELTAS CON LA COMPRENSIÓN
Para la interpretación más común son
“creencias”. Ideas arraigadas en la gente, pero no son verdad. Carecen de
importancia en el sentir de muchos. Nuestra propuesta es diferente: no son
creencias, son realidades. Nos habla de una potente agresión: fundamentalmente
a jóvenes de las comunidades. Esos jóvenes, de los que decimos en los discursos
patrióticos que son el futuro, nos indican que su presente está más que
comprometido y son escenario de muerte.
Nos enfrentamos al mundo con las categorías que
tenemos, no puede ser de otra manera. Pero si nos conformamos con nuestras
categorías nos privamos de comprender acontecimientos que carecen de
explicación. Insistir en la histeria colectiva, una manera occidental de
percibir el malestar, es una forma de violencia epistémica y ontológica porque
obliga a los otros a ser leídos en categorías ajenas (occidentales).
Sin embargo, si escuchamos detenidamente los
relatos nos encontraremos con preciosas indicaciones que nos llevarán a develar
la realidad (ontología). Ya hemos apuntado la agresividad con la que son
percibidos: cortar el cuello, la cara. Estos relatos circulan en un contexto
donde el universo está poblado de espíritus.
En breve, nos situamos en dos planos
diferentes: la visión occidental (entre otras instituciones avalada por la
escuela) donde el naturalismo (ciencia) es la única explicación plausible y la
de las comunidades (animismo) donde habitan otros seres (que vuelan, están
blindados…). Esta realidad diferente, en nuestra opinión, está en la base de
los desencuentros y la falta de entendimiento. Más adelante haremos referencia
a los estudiantes de la UNAP que cabalgan entre el naturalismo y el animismo.
Segunda indicación: la “histeria colectiva” no
explica el desencadenante que la produce. Ciertamente, una vez desatado el
miedo, las redes sociales lo amplifican. Pero es necesario percibir la génesis de
la violencia. Esta explicación queda presa de una mirada occidental sobre el
otro exotizado. De nuevo la violencia epistémica y ontológica. Tampoco nos
convence la solución que plantean: el autocontrol como base fundamental para
permanecer tranquilo y deshacer la histeria colectiva. La psicología es una
disciplina occidental que piensa a partir del sujeto occidental. Sin rechazar a
la psicología, es necesario percibir sus límites.
Los pobladores del Nanay solicitan la
intervención de la PNP y el Ejército. Al margen de lo que hagan estas
instituciones, para los pobladores son las instituciones que encarnan la
guerra. Están en guerra. Apaciguar sujetos, como sugieren algunos, es incomprensible
en una guerra. Sólo en este contexto de conflicto tiene sentido hacer rondas,
no dejar atracar a partir de las 5.00 p.m. en sus puertos y dormir juntos en un
tambo (Marañón). En fin, en lugar de individualizar la solución, como hace la
psicología, los moradores buscan procedimientos colectivos: apoyo de PNP y Ejército,
no permitir la presencia de extraños en la noche y permanecer juntos.
¿QUÉ GENERA TANTO MIEDO?
Sin pretender ser exhaustivos, apuntamos dos
situaciones, aunque hay más: la presencia continua y constante de extraños en
las comunidades y la monetarización de las mismas, fruto del momento
extractivista que vivimos. Extraños que son percibidos como poderosos, con
dinero, agresivos y amenazantes hacia sus modos de vida. En algunos comentarios
se desliza el tema de la minería ilegal en el Nanay. Es un reconocimiento del
fracaso del Estado que no lo puede ni quiere controlar. Mientras las
comunidades vivan en la “pobreza monetaria”, que perciben como injusta,
cualquier actividad ilegal que suponga el ingreso de dinero tendrá las puertas
abiertas de las comunidades. Pero esa misma actividad es percibida como una
agresión continua, constante y lacerante a sus vidas.
En el caso de las comunidades aledañas a
Iquitos se apunta al tráfico de órganos. La vida de los jóvenes de las
comunidades está en función de satisfacer los deseos de otros poderosos con
dinero que compran sus órganos. No nos interesa en este momento si es verdad
científica, que tampoco se puede descartar, sino la potente metáfora que
explica este malestar.
En el caso del Marañón se apunta hacia extraños
que navegan por el río. Los programas sociales (Juntos, Pensión 65…) distribuyen
dinero que es gastado habitualmente en los puestos que comerciantes golondrinos
traen al calor de los programas sociales. Los precios son habitualmente más
abultados. Un mismo producto en Lima es más barato que en Iquitos y éste mucho
más barato que en las comunidades. Las distancias juegan en contra de las
comunidades y a favor del aumento de precios. Total, quienes menos dinero
tienen más gastan para adquirir el mismo producto que en la ciudad. Pero no son
los únicos extraños, también ha habido últimamente brigadas de salud por los
ríos para vacunar, otros programas estatales…
Minería ilegal y extracción de órganos son
prácticas extractivistas. De igual manera el comercio que llega desde
diferentes lugares del país al olor de los programas sociales y se retiran con
ellos. Estas prácticas, lejos de generar riqueza local, ahondan el
extractivismo, que también es representado por la tala ilegal, la extracción
irracional de hidrocarburos...
Un llamado a las autoridades. Los “jóvenes
periféricos” (llamémosle así a falta de categorías más finas) están buscando
ayuda. Sus comunidades de origen perciben las dificultades y solicitan apoyo
entre la PNP y el Ejército. Nosotros apuntamos hacia los extraños y la
monetarización como dos elementos clave, aunque no sean los únicos, siempre en
un marco extractivista.
La relación con los extraños, en nuestra
opinión, va más allá del multiculturalismo y la interculturalidad. Nosotros apuntamos
sobre la realidad (ontología). Una élite que parece no comprender el malestar,
muchas veces generada por ellos, y una población que manifiesta su malestar en
sus propias categorías. Es interesante cómo algunos videos sobre pelacaras
circulan entre estudiantes de la UNAP en las facultades del extrarradio de
Iquitos. Saltan de una ontología naturalista a una animista con total libertad,
estaríamos hablando de poli-ontología. De igual manera sucede con los moradores
de las comunidades.
Esta violencia visible oculta otra invisible,
pero igual de efectiva: el alcoholismo, el fracaso escolar, la falta de
perspectivas, el suicidio. La tranquilidad de los medios de comunicación, que
propagan noticias descontextualizadas y se viralizan generando histeria
colectiva, contrasta con esta realidad nada exótica y muy lacerante. Es
evidente el fracaso del “desarrollo” con esta población que pide a gritos poder
vivir y lo manifiesta en sus propios cuerpos y con sus propias categorías. El
pelacaras: un nombre local del extractivismo en Loreto.
Para una visión, complementaria y más sosegada
del tema, en otro contexto (el bajo Marañón de comienzos de milenio): BERJON
MARTÍNEZ, Manuel M. y CADENAS CARDO, Miguel A. (2009), La inquietud se hizo
carne… y vino a morar entre los kukama, en https://www.agustinosvalladolid.es/estudio/investigacion/estudioagustiniano/estudiofondos/estudio2009/estudio_2009_3_03.pdf
[1]
En este texto no se tendrán en
cuenta las dificultades por las que atraviesan las Municipalidades enclavadas
en los espacios analizados (alto Nanay, bajo Marañón y comunidades aledañas a
Iquitos). Ni el paro indígena en la boca del río Tigre. Según la Agencia de
Noticias Andina el Ministerio de Salud ha desplazado brigadas de vacunación en
las 5 cuencas (Corrientes, Tigre, Pastaza, Marañón y Chambira) entre los días
10 al 25 de julio de 2023. Sería necesario contar con datos sobre tráfico de
deslizadores, comerciantes…, que sobrepasan con mucho este artículo. Todo ello
es necesario para una mejor contextualización.
[2]
En este escrito cuando
utilicemos el término Nanay nos referimos al alto Nanay. Para el Marañón, nos
referiremos al bajo Marañón.
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